CAPÍTULO 27

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Las palabras «hacer el amor» adquirían un significado más profundo cuando el acto se realizaba con el hombre de sus sueños.

-¿____?

-Estoy aquí - respondió ella, sin darse la vuelta.

-¿Qué estás haciendo levantada? -preguntó él, acercándose a ____ y colocándole las manos sobre los hombros

-No podía dormir.

Empezó a darle un suave masaje, tratando de eliminar la tensión causada por la preocupación, pero creando a su vez una nueva. Sus pechos parecieron volver a la vida bajo la camiseta de algodón.

Lo deseaba. Aquello no le sorprendió, pero sí le preocupó. ¿Eran reales los sentimientos que tenía por Louis o era solo un enamoriscamiento producido por su primer encuentro sexual? ¿Tenía derecho a intentar cambiarle la vida cuando ni siquiera estaba segura de en qué dirección avanzaba la suya? Cuando él empezó a besarle el cuello, se dio cuenta de que nada de eso importaba. Lo que sentía por Louis era real. Había estado mucho tiempo esperando a su compañero del alma y Louis era ese hombre. Él necesitaba una familia y seguridad, cosas que ella le podría proporcionar.

Entonces, se dio la vuelta. Louis no se había vestido. Su cuerpo, solo cubierto con la luz de la luna, era maravilloso. Al ver que estaba empezando a tener una erección, se mordió el labio inferior, sorprendida de que ella produjera aquel efecto sobre él.

Louis intentó abrazarla, pero ella se lo impidió.

-No, quiero tocarte.

Lo llevó al sofá y le indicó que se tumbara. Él necesitaba una mujer que fuera su compañera en todos los niveles. La noche anterior no se había sentido a su nivel en la cama, pero en aquellos momentos se sentía toda una mujer.

Quería hacerle el amor, darle el mismo placer que él le había dado y hacerlo completamente suyo.

-Ponte las manos detrás de la cabeza -dijo ella. Louis obedeció rápidamente-. No te muevas, ¿de acuerdo?

-Lo que tú digas.

-No te muevas o si no...

-¿Si no qué?

-Tendré que ponerme más dura contigo.

-Hazlo, por favor.

___ empezó a besarle y a tocarle los sólidos pectorales y los duros músculos del abdomen. Louis era tan masculino en fuerza y belleza...

Saboreó todas y cada una de los detalles de su cuerpo, memorizándolos. Con la lengua, siguió la línea de pelo que se dirigía hacia el centro de su cuerpo y miró su parte más masculina.

-¿Puedo...?

-Solo si quieres -dijo él, acariciándole la cabeza.

-No estoy segura de lo que tengo que hacer -murmuró ella, besando la punta.

Las caderas se despegaron del sofá como movidas por una corriente eléctrica.

-¿Menos?

-Más -respondió él, guiándola de nuevo hacia su cuerpo.

___ le acarició con la lengua y la boca, gozando con sus reacciones. Louis le agarró el pelo, acercándole a él hasta que se sintió a punto de llegar al climax. Entonces, tiró de ella y la subió hasta que estuvo a la altura de su boca, devorándola como ella le había devorado a él.

Entonces, se puso de pie y la llevó de nuevo a la cama, no como un caballero sino como un hombre primitivo reclamando a su hembra: encima del hombro. A ella le excitó tanto aquella reacción que casi no pudo soportarlo. Cuando la dejó en el centro de la cama, sacó una caja de preservativos de la mesilla de noche.

Tras colocarse uno, cayó sobre ella, acariciándole su feminidad. Ella lo deseaba tan desesperadamente que le clavó las uñas en el pecho.

-Ahora -susurró.

Louis la penetró. Aquel coito no fue nada delicado. Era una carrera que terminó con los dos luchando por la supremacía. Louis dobló el cuerpo y le tomó un pezón con la boca, chupando fieramente mientras empujaba su ser dentro de ella. ____ sintió que todo el cuerpo empezaba a palpitarle y luego una gloriosa sensación de placer. Mientras su cuerpo se contraía repetidamente sobre el de él, Louis gimió y se dejó caer sobre ella.

El cuerpo cálido de él, hubiera debido resultar demasiado pesado para ___, pero no fue así. Al contrario, era una sensación de lo más agradable, como si fuera el final de una larga búsqueda. En la oscuridad, se dejaron llevar por las sensaciones posteriores de algo muy poderoso. En aquel momento, ____ se dio cuenta de que Louis se merecía un poco de felicidad.

El lunes por la mañana, ___ llegó al trabajo a la hora habitual. Se había marchado del apartamento de Louis la noche anterior muy tarde, pero no se sentía cansada. Muy al contrario, se sentía cargada de energía.

Su jefe le había enviado un centro de flores y tenía quince correos electrónicos de sus compañeros, que la felicitaban por el éxito del evento. Mientras los leía, sintió la alegría del trabajo bien hecho.

A continuación, fue a la búsqueda familiar de internet e introdujo el nombre de Louis. Tenía que tener algún pariente, por lejano que fuera. Tras elaborar una petición de más información, se concentró en su trabajo y respondió a todos los mensajes de felicitación que había recibido y envió unas pequeñas cestas de golosinas para sus propios subordinados. Ellos habían contribuido también a que la gala hubiera sido un éxito.

-Hola cielo, ¿quieres ir a comer conmigo?

Era Louis. Como no le había pedido que volviera a pasar la noche con él, ___ se sentía llena de dudas, aunque una parte de ella seguía creyendo que dos personas que compartían lo que ellos tenían estaban destinadas a estar siempre juntas.

-Nunca antes me has pedido que fuera a comer contigo, -replicó ella, poniéndose de pie.

-Eso es porque tú siempre lo haces antes que yo.

Por la mirada que tenía en los ojos, ____ se preguntó si él también se sentía inseguro, a pesar de que siempre creía en sí mismo.

-¿Por qué ahora?

-Ya no estamos trabajando juntos -respondió él, encogiéndose de hombros.

-Oh, ¿es eso todo?

-No, pensé que podríamos hacerlo rápidamente en el ascensor -contestó él, en tono de broma.

-¿Es sexo lo único que hay entre nosotros?

-No, no lo es -dijo Louis, entrando en el despacho y cerrando la puerta-. Y creo que ya lo sabes.

BELLA POR PRIMERA VEZUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum