CAPÍTULO 18

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El inclinó la cabeza e introdujo la lengua entre los labios de ella, haciendo todo lo posible por recobrar el control. Deslizó las manos por su pecho y le buscó los pezones, que se endurecieron al primer contacto.____ gimió suavemente, lo que le enardeció aún más. Moldeó su carne y supo enseguida que tenía que saborearla. Por eso, empezó a besarle el cuello. La suave piel de_____ olía dulce. El pulso le latía con fuerza en la base del cuello y Louis mordisqueó suavemente aquella zona, haciendo que ella se agarrara a él con más fuerza.
Entonces, los labios de él dejaron el cuello para concentrarse en uno de los senos, a través de la camisa. Aquello era lo que necesitaba. Una mujer con hermosa sonrisa, generoso corazón que le llenara de pasión.
Quería más que un beso, pero sabía que _____ no era una mujer que pudiera amar y abandonar enseguida. Por eso, de mala gana, la soltó.
—¿Por qué has parado? —preguntó ella, mirándole con los ojos llenos de sorpresa.
Él la estrechó entre sus brazos y deseó no haber tenido que dejarla escapar, pero sabía que aquella debilidad la llevaría a la destrucción.
—Yo no soy el tipo de hombre que tú necesitas —repitió él.
—¿No hemos tenido ya esta conversación antes? —replicó ____, con un tono algo sarcástico.
—Lo digo en serio.
Entonces, sin poder evitarlo, le acarició los labios, que todavía estaban henchidos por la pasión de aquel beso. Volvió a desearla, pero sabía que ella necesitaba más de lo que él podía darle.
—Sé más de ti de lo que me has dicho.
—¿Cómo?
—He leído varios artículos sobre la muerte de tu esposa y la de tus padres en internet.
Louis empezó a maldecir en voz alta.
—Escucha un momento, señorita. Nadie husmea mi vida a mis espaldas. Si quieres saber algo de mi pasado, debes preguntarme a mí.
—Pero si ni siquiera me has querido decir lo que querías para la Navidad cuando eras un niño.
Louis sabía que ella tenía razón, pero el dolor de aquellos años era todavía demasiado fuerte.
—Creo que tengo derecho de preservar mi intimidad.
—Lo siento —dijo ella. Tenía un aspecto diminuto sobre los cojines del sofá—. Fue algo accidental. No volveré a hacerlo. Bueno —añadió, poniéndose de pie—, creo que deberías marcharte ya. Yo diría que ha sido una velada muy agradable pero, bueno, ya sabes.
Él se sintió como un bruto. Los ojos de ____ brillaban, llenos de lágrimas. Sabía que la había hecho mucho daño aunque, inexplicablemente, era la última cosa que hubiera deseado hacer. Intentó tomarla entre sus brazos, pero ella se zafó. Finalmente, la agarró firmemente por los hombros.
—He trabajado mucho para olvidar mi pasado. No me gusta hablar de ello.
—Lo sé. Créeme.
Sabía que hubiera debido decir algo más para que ella siguiera formando parte de su vida. Sin embargo, le resultaba imposible. Las palabras más importantes siempre eran para él las más difíciles de pronunciar. «Lo siento» siempre eran las más duras, especialmente cuando sentía que tenía razón. No le había gustado hacer daño a ____, pero no lamentaba lo que había dicho.
—Cuando era niño —dijo él, como rama de olivo—, lo único que quería para Navidad era una familia. Y nunca la conseguí.
—¡Oh, Louis! —exclamó ella, abrazándolo con fuerza.
Él le devolvió el brazo. Era tan menuda... Era la clase de mujer que necesitaba un hombre dulce y cariñoso como amante, no un hombre desilusionado que, hacía mucho tiempo, había perdido la habilidad de amar, de sonreír.
Esperó que ella entendiera lo que estaba intentando decirle sin palabras. No había modo alguno en el que él pudiera explicárselo. Descansó la mejilla sobre la parte superior de la cabeza de _____ y sintió que ella temblaba. La estrechó un poco más entre sus brazos y pretendió que ella no era tan importante para él como realmente era, pretendió que aquel abrazo era solo para consolarla y que a él no le hacía falta. Tal vez así pudiera alejarse de ella ileso.
 

Louis llevaba excitado desde que había recogido a _____ a mediodía. Ella lo había invitado para que la acompañara a un picnic que había organizado junto con sus compañeros para celebrar el cuatro de julio. Él había tratado de rechazar la invitación, pero al comprender que _____ se hubiera sentido herida por ello, había terminado por acompañarla.
Mientras comían, pudo comprobar cómo ella los encandilaba a todos. Cuando hubieron terminado, todo el mundo empezó a marcharse y, por fin, quedaron solo ____ y Louis sobre la manta.
Ella se reclinó, apoyándose sobre los codos para mirar el cielo. El vino que habían consumido durante la comida le había relajado mucho, hasta el punto de que tenía una expresión de ensueño en el rostro. Louis quiso mantener las distancias, pero le resultó imposible.
—Durante los días de fiesta, echo mucho de menos a mi familia. Esta mañana hablé con mis padres y estaban preparándolo todo para recibir a mucha gente en la casa. Los hombres de mi familia siempre hacen su propio espectáculo de pirotecnia.
—Parece muy divertido
—Sí, bueno, pero esto también es agradable. ¿No te alegras de haber venido?
La expresión de Louis se nubló. Quería estar siempre al lado de ____, pero sabía que probablemente era la mayor amenaza para su bienestar emocional.
—Olvida que te he preguntado —añadió ella.
A pesar de todo, a él le resultó imposible porque sabía que le había hecho daño. Se sentía como un niño. ____ tenía algo que él quería, que anhelaba con todas sus fuerzas. Amor, cariño, afecto y una familia, de la que hablaba con frecuencia. Desde que él le había confesado que era huérfano, parecía hacerlo incluso más, como si quisiera llenar el vacío que él tenía.
_____ intentó ponerse de pie, pero tropezó con los zapatos, que se había quitado antes, y acabó cayendo en el regazo de Louis.
Se sonrojó ligeramente. Su piel transparente y aquellos labios de fresa le turbaban, imaginándose cómo sabrían. Aunque nunca podría comprometerse con ella, la deseaba y había llegado el momento en que algo tenía que hacerse al respecto.
—Siempre me comporto con torpeza delante de ti.
Louis quiso sonreír, pero no lo hizo. Estaba guardando aquella sonrisa para algo realmente especial y, además, no quería que ella supiera el poder que tenía sobre él.
—Las payasadas resultan de lo más divertidas —dijo él, en tono de broma.
—Sí, claro, si eres Groucho Marx.

BELLA POR PRIMERA VEZWhere stories live. Discover now