Capítulo 29: Hagamos un corto.

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Entonces Rikki arqueó una ceja.

— ¿En serio? —dijo, con un tono que resultaba insultante.

—Rikki, ¿cómo puedes decir eso? —Intervino Emma—. Debemos ganar de manera justa, con nuestro propio esfuerzo.

—Solo bromeo, Emm. Pero, ¡es tan injusto! ¿Estás de acuerdo con eso? —insistió—. Zane va a ganar.

—No hay nada que pueda hacer para evitarlo —respondí, encogiéndome de hombros—. Y mi padre jamás haría trampas.

— ¡Pero...!

—Además, es un héroe de verdad —Cleo intervino, señalando a un punto detrás de Rikki en la pared—. Mira.

—Una tabla de surf. Sí, no está mal.

—No es cualquier tabla —recalcó Emm, pacientemente—. Es la tabla que utilizó Harrison Bennett para surfear hasta la Isla Mako.

—Ida y vuelta en tiempo record —comenté, ladeando la cabeza para mirar al recién llegado—, ¿verdad, Zane? —mi hermano miró brevemente la tabla de surf pegada a la pared.

—Cómo sea, son noticias viejas.

—Lo tiene hace veinte años. —añadí. Conozco los detalles de su épica travesía por Mako, porque papá solía relatarnos sobre su época dorada de surfista y el record que se propuso y consiguió lograr a muy temprana edad. Y nadie más, en todos estos años, había sido capaz de romper su record. Era algo así como una leyenda y orgullo de la localidad.

—Sí, mi padre el gran héroe, bla, bla, bla, bla. —Zane comenzaba a irse cuando de repente, Rikki volteó y fijó sus ojos azules en él con tanta atención que Zane pudo notarlo y la miró de vuelta.

— ¿Qué? —preguntó, extrañado.

—No sabía que tu padre era un héroe —entonces las comisuras de sus labios se elevaron, dándole pasó a una mueca —. Tú debes ser una gran decepción para él. —ouch.

Zane se limitó a fulminarla con la mirada para acto seguido irse por donde vino.

—Eres malvada, ¿si sabías? —comenté, mirándola con atención.

Rikki se encogió de hombros con gesto inocente, mientras esbozaba una sonrisa.

—Solo digo la verdad —dijo, y entonces la sonrisa desapareció de su rostro, reemplazándola con una mueca—. Es parte tu familia y todo pero es un idiota.

—Entonces —interrumpió Emm, aclarándose la garganta—... si queremos trabajar juntos, tendremos que investigar.

— ¡Ya lo tengo! —Dijo Cleo, sacando de su mochila tres cintas y colocándolas sobre la mesa—. Aquí están las películas que necesitamos.

—Cleo, esas películas no sirven.

—Estuve investigando, Emm. Estos son los clásicos: Tracy y Hepburn, Bogart y Bacall.

—No ganaremos el premio haciendo romance. —Rikki hizo una mueca.

—No se trata del dinero, se trata de arte —corrigió Emm. Repiqueteó sus dedos sobre un título en particular—. ¿Qué opinan de ésta?

— ¿Qué el tema no eran los héroes? —inquirí, tras leer la sinopsis de una de las películas.

—Por eso digo que estás películas no sirven —reiteró Emma, regresándole "El sueño eterno" a Cleo. La morena se encogió de hombros, mientras hacía un pequeño mohín.

—También me refería a esa cinta que trajiste, Emm.

— ¿Qué tiene de malo?

—Al menos las de Cleo tienen historia —habló Rikki—. Me muero si tengo que ver a una familia norcoreana desayunando durante una hora en tiempo real.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now