Epílogo

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"Epílogo"
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Habían pasado pocos días de que Hiccup y todos sus compañeros se fueran, después de su victoria ante Viggo. Las ruinas todavía abarcaban varias zonas de la ciudad, y tardarían algún tiempo más en limpiar y restaurar todo.
A pesar de eso, la tranquilidad ya podía sentirse, tanto era así que incluso había niños jugando por la calles.
En especial, un grupo de niños corrían por las calles. En medio de su juego, entraron a la zona de escombros, delimitada por una cinta amarilla que claramente advertía que nadie pasara. Pero de todas formas no había nadie vigilando, así que entraron a dicho perimetro sin problemas.

- Oigan - dijo un pequeño chico, algo regordete cuyo nombre era Fisher - ésta cinta dice que no podemos pasar - él fué el único que se detuvo a leerla.

- ¿Qué es lo peor que podría pasar?, aquí no hay nada - dijo alegre un niño rubio, Turner.

Sólo un chico de cabello castaño siguió corriendo, creyendo que sus amigos aún lo seguían. Su diversión se acabó cuando tropezó con un pedazo irregular de escombro. Al caer casi se golpea con un extraño objeto que sobresalía.
Sintió un dolor, se miró la pierna y la tenía raspada, con uno que otro hilo de sangre, pero nada de que alarmarse.
Fué entonces cuando prestó atención a eso que sobresalía, con sólo observarlo unos segundos se dió cuenta que se trataba de una empuñadura. Tal vez había algo enterrado allí abajo, su curiosidad pudo más y entonces se decidió a sacarlo.

- Yo digo que deberíamos irnos - siguió diciendo Fisher.

- Sólo hay que quedarnos un poco más, es divertido desafiar a la autoridad - dijo una niña rubia llamada Rafna, idéntica a Turner, de hecho eran gemelos.

- Eso es irresponsable y no está bien, deberíamos regresar - dijo otra chica rubia, sólo que ella era más clara que la gemela, con unos preciosos ojos azules, se llamaba Astra.

- ¡Oigan! - escucharon la voz de su amigo, a lo lejos - ¡miren ésto! -.

Rápidamente corrieron hasta donde estaba. Cuando se es niño tienes muchas energías, y eso quedó demostrado pues llegaron junto a él bastante rápido.

- ¿Qué ocurre Hibben? - preguntó Astra en cuanto llegaron junto a él.

- Esa cosa - el niño estaba demasiado sorprendido.

Frente a él, tirada en el suelo, estaba lo que había sacado de los escombros. Una espada bastante grande, con detalles en la hoja que parecían ser escamas.

- Vaya, ¡una espada! - se emocionaron los gemelos.

- Es muy bonita - dijo Fisher.

- Con que poco se emocionan ustedes - dijo con burla Helen, una niña de cabello de negro - no sé qué le ven a una simple espada -.

- ¿Por qué siempre tienes que arruinar la diversión? - atacó Astra.

- ¿Diversión?, no le veo lo divertido a mirar una espada, mi papá era guardia, ya he visto muchas - atacó ella.

- Siempre te quejas de todo y te burlas, ¡ya no te soporto! - siguió diciendo la rubia.

- Como si eso me importara -.

- Ya basta, no es momento para pelear - trató de calmar Fisher.

- Pelea, pelea, pelea - animaban los gemelos.

- Deberían agradecerme que ande con una bola de mocosos inocentes y estúpidos como ustedes - dijo Helen.

- Tú también lo eres, no te hagas - replicó la niña rubia.

El Ojo Del DragónWhere stories live. Discover now