Capítulo 44

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POV AUTUMN

Me intento de levantar del sofá antes de darme cuenta de que tengo un peso sobre mí. Parpadeo varias veces acostumbrándome a la luz que entra por las ventanas cerradas de salón de Kane. Nash se encuentra encima mía, abrazándome, y una gran manta se ciñe a nuestro alrededor. Intento levantarme teniendo a Nash encima, pero me resulta imposible debido a la poca fuerza que tengo, por lo que echo a un lado del sofá a Nash y voy sigilosa hasta la habitación de Kane, que tiene la puerta abierta. Parece que se ha vuelto a ir a trabajar, ya que no está aquí.

Bostezo, cansada, y noto como mi espalda me martillea del dolor. El dormir en el sofá es una cosa, y el que Nash duerma encima mía es otra. No le culpo, es tan mono que nadie podría hacerlo, pero los latigazos que me dan en la espalda hacen que me retuerza del dolor.

Salgo a recoger el correo y los carteles publicitarios del buzón de Kane y, cuando voy a dejárselos en el armario de la entrada hay un sobre en particular que me llama la atención. Intento no pensar mucho en el sobre ya que, según dicen: "la curiosidad mató al gato" y con lo curiosa que soy seguro que acabo metiendo la pata, así que lo vuelvo de dejar sobre el armarito. Me preparo el desayuno y miro el reloj de la cocina: las nueve y cuarto, lo que quiere decir que tengo un rato para estudiar antes de que se despierte Nash.

Termino de desayunar, me ducho, me visto y me pongo a estudiar. Al rato, veo que Nash entra en la cocina frotándose los ojos.

–Buenos días, chiquitín– le saludo.

Me da un tierno abrazo a modo de saludo. –¿Y papá?

–Trabajando– musito, cansada. Kane lleva unas semanas trabajando, entrenando y estudiando mogollón y tanto Nash como yo le echamos de menos, aunque no podemos culparle. Está intentando sacarse la carrera de Derecho cuanto antes y, sobre todo, sacarse un dinero extra para pagar las facturas, que cada vez son mayores. Me encantaría poder ayudarle, ya que prácticamente me paso todos los días en su casa consumiendo su comida y el agua caliente de la ducha, pero el me asegura que más no puedo hacer, ya que cuido de Nash cuando él no está y eso para él ya es bastante. Al contrario de lo que piense Kane, para mi Nash no es ninguna carga. Nos tenemos mucho cariño y, al ser tan chiquitín hace que mis instintos maternos salgan a la luz.

Cuando Nash termina de desayunar, Ezra y Zoelene se presentan en casa para jugar con él. Así que les dejo entretenidos en la habitación de Nash justo cuando me llega un mensaje de Reece: "¿Dónde estás?"

"En casa de Kane, ¿por?"

"Quiero hablar contigo"

Que raro. Ayer estuve con Kylie y Reece dando una vuelta y todo estaba bien, pero algo en su contestación hace que me asalten las dudas. Algo le pasa seguro.

"Estoy cuidando de Nash, ¿te importa que hablemos el lunes?"

"Sí, sí que me importa. ¿Qué haces contando por ahí mi relación con Dave? Te pedí que me guardases el puto secreto, Autumn. Ahora todo el mundo está jodiéndole y no quiere saber nada de mí"

Abro los ojos exageradamente cuando leo el mensaje. Yo no le he contado a nadie la relación que ellos dos se traen porque no es de mi incumbencia, lo que hace que me sienta dolida porque me haya acusado directamente. Yo cuando guardo un secreto lo guardo bien, y como amigo mío debería saber eso.

"Yo no le he dicho nada a nadie, ni si quiera a Kane. De todas maneras me parece fatal que me culpes sin preguntarme antes si quiera"

"Y si no has sido tú, ¿entonces quién ha sido? Porque que yo recuerde solo te lo he contado a ti"

"Mira, Reece, ni lo sé ni me importa. Que me hayas acusado a mí directamente me demuestra muchas cosas. Vosotros sabréis lo que hacéis con vuestra relación, yo solo te digo que yo no he abierto la boca, cualquiera os podría haber visto como yo en la fiesta o en cualquier otro lado. Esas cosas son muy difíciles de ocultar"

Estoy esperando su respuesta cuando noto la puerta de la entrada cerrarse. Espero que los niños no hayan salido sin avisar. Avanzo con rapidez hacia la entrada cuando me doy de bruces con Kane, que acaba de llegar de trabajar. Miro mi reloj, las dos del mediodía.

–Hola– me saluda con un pico.

–Hola, Mastodonte.

–¿Y Nash?– pregunta, mirando hacia el salón.

–Está en su cuarto con Zoelene y Ezra. Antes he sacado las cosas del buzón. Las he dejado encima del armarito de la entrada– digo.

–Gracias, Autumn– responde frotándose los ojos. Esto de trabajar tanto le está pasando factura, sin ninguna duda.

–Deberías descansar un poco, Kane. Te echamos de menos.

–Lo haría si pudiera, ¿o es que crees que me mato a trabajar, a estudiar y a entrenar en vano?– dice, escueto.

Me doy media vuelta, ofendida, y voy a ver a los niños, ya que así seguro que me entretengo un rato y dejo de pensar en lo gilipollas que están Reece y Kane en estos momentos. ¿Qué les pasa a los hombres últimamente? Una vez leí en una revista que los hombres también tienen algo parecido al Síndrome PreMenstrual de las mujeres y en estos momentos no me sorprendería que lo tuviesen. Si no recuerdo mal se llamaba algo así como "Síndrome de Irritabilidad Masculina", aunque yo lo llamo mejor Síndrome de la Estupidez. 

Al rato, Elena llama Zoelene y Ezra para que vayan a comer y éstos se despiden de Nash y de mí antes de irse. Como siempre, Nash y yo hemos acabado en el suelo jugando a los coches, así que me levanto y me sacudo los pantalones.

Cuando Nash ve a Kane corre a abrazarle y a hacerle mogollón de preguntas. Kane le responde a casi todas, aunque comienza a responderle borde, por lo que distraigo a Nash pidiéndole ayuda en la cocina. El imbécil de Kane se está portando como un gilipollas y no solo conmigo, sino con Nash también, así que tengo una conversación pendiente con él. Es su hijo, no le puede hablar así por muy cansado que esté.

Nash y yo nos ponemos manos a la obra en la cocina. Tengo mucho mono de hacer albóndigas con puré de patatas, así que cuezo las patatas mientras Nash va haciendo pequeñas bolitas con la carne picada. Terminamos de hacer la comida y me asomo al salón para avisar a Kane de que venga a comer, pero me lo encuentro sentado en el sofá con los codos sobre sus rodillas y el sobre que tanto me llamaba la atención entre sus dedos. Tiene el ceño fruncido, por lo que sé que algo va mal.

Me acerco a él, con cuidado –¿Va todo bien?

Parece salir de sus pensamientos y me mira a mí y luego al sobre. –Mi madre ha pagado las deudas.

–¿Qué dices? ¡Eso es genial, Kane!–exclamo, alegre por él y por Nash. Por fin su madre está actuando como una madre.

–No estoy tan seguro de ello, es probable que quiera algo– responde, cauto.

–¿Por qué no la llamas luego y lo averiguas?

–Sí, tienes razón. Perdón por lo de antes, Autumn, estoy muy agobiado con todo y me siento fatal de no pasar tanto tiempo con vosotros por el trabajo, los estudios y los entrenamientos. Estoy deseando acabar ya la universidad– se disculpa, pasándose la mano por el pelo. Le ha crecido unos centímetros de más, pero sigue estando igual de guapo de siempre. Además también tiene una barba incipiente de varios días sin afeitársela, lo que indica lo ocupado que está.

–No pasa nada, lo de las deudas por ahora ya está zanjado y la universidad acabará antes de que te des cuenta. Te queda el último empujón y estoy segura de que puedas hacerlo. En cuanto lo hagas, Nash y yo estaremos para ti todo el tiempo que quieras.

–Gracias– me agradece con un abrazo. Entierro la cara y en su pecho y aspiro su aroma antes de separarme de él.

–Venga, a comer.

JUNTOS ©Where stories live. Discover now