Capítulo 2

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POV AUTUMN

Me despido alegremente de mis padres y entro en la terminal del aeropuerto. Mis ganas de abandonar Denver van en aumento en cuanto veo despegar a los aviones a través de las cristaleras del aeropuerto. El pensar que voy a abandonar todo lo que conozco para comenzar la universidad supone una liberación para mí aunque, claro está, que mis padres no opinan lo mismo: no entienden qué hago yéndome a la otra punta del país cuando tenemos una universidad cerca de mi casa. En cierta manera les entiendo, entiendo su temor al dejarme ir a Los Ángeles, sola, y encima siendo menor de edad, pero necesito empezar de cero y sentirme libre e independiente por una vez en mi vida.

Facturo la maleta y, al rato, me subo al avión. Nunca hasta ahora había salido de Colorado y, por tanto, nunca había montado en avión antes, así que, cuando el avión está a punto de despegar no puedo evitar agarrarme al asiento, asustada.

Una de las azafatas de vuelo debe de verme nerviosa, por lo que se acerca a mí.

—¿Está usted bien, señorita?

—Eh...sí, claro—respondo, incómoda.

—No se preocupe, le aseguro que el avión es el transporte más seguro.

—Eso espero—suspiro, quitándome un poco el miedo del cuerpo.

La azafata se va en cuanto en la pantalla se indica que nos tenemos que abrochar los cinturones. Lo hago y noto que el avión empieza a moverse cogiendo velocidad para, segundos después, despegar.

Cuando ya nos podemos desabrochar los cinturones, permanezco mirando al frente durante unos segundos de la impresión que tengo al estar volando. Cuando reúno las agallas suficientes, miro por la ventana y me encuentro es la vista más bonita que he visto nunca. Nunca pensé que volar fuese tan liberador, por lo que despliego la mesita de enfrente mía y saco un boli y una simple hoja, dejándome absorber por la esplendorosa naturaleza.

(...)

Bajo del avión y recojo mi maleta con entusiasmo, ya que aún no me creo que estoy a más de 1.500 kilómetros de casa. Resulta una liberación que nunca antes había sentido y, al menos, estudiar tanto para poder entrar en la UCLA me ha servido para algo.

En el aeropuerto hay una aglomeración de gente que viene y va para todos lados y es genial ver cómo reciben los familiares a la gente que llega. Me podría pasar horas y horas viendo los rencuentros, pero me obligo a andar, a pesar de que no sé a dónde estoy yendo exactamente. Me muevo como pollo sin cabeza por el aeropuerto hasta encontrar la salida. Allí, no me resulta difícil encontrar un taxi al que subirme, puesto que la entrada está plagada de ellos. Ir en taxi a la universidad me va a costar un ojo de la cara, pero es mi mejor opción, ya que mi maleta es demasiado grande como para ir en transporte público.

Tras un viaje de unos diez minutos, el taxista anuncia que ya hemos llegado y me quedo mirando fijamente hacia fuera del coche, en donde pasean por el campus muchas personas mientras se despiden de sus padres. Esto es como un sueño del que no quiero despertar. Por fin ha llegado mi tan ansiada libertad.

Pago al taxista y este saca mi maleta del maletero antes de marcharse.

Mientras sigo mirando el gran campus, palpo mis bolsillos hasta encontrar la hoja que buscaba y me dirijo a lo que supongo que es el punto de información de la residencia, en donde ingreso mis datos y una chica me da la llave de mi habitación junto con un mapa del campus y mi horario. A pesar de lo que opina el resto de gente, yo no puedo esperar a empezar las clases.

Recorro el gran edificio de la residencia y es tal y como me lo esperaba; pasillos largos con puertas a ambos lados y con unas pequeñas pizarras al lado de cada puerta indicando las personas que lo habitan.

Llego a la que se supone que es mi habitación, la 152, y me fijo en el nombre que aparece en la pizarrita antes de entrar: Blair. Entro con suavidad para no molestar a la tal Blair y me encuentro con que no está en el cuarto. Mejor para mí, así tengo tiempo para alojarme mientras.

La habitación es pequeña, con dos camas separadas por una mesilla de noche y un escritorio largo con dos sillas viejas. Detrás de la puerta hay un armario y a mi izquierda un pequeño cuarto de baño, sin ducha, lo que me lleva a sospechar de que hay un baño comunitario. Realmente espero que no sea unisex.

Dejo mi maleta encima de la cama que no está desecha y vacío mi maleta en la parte del armario que está libre. La tal Blair parece ser muy justa con las reparticiones y eso me agrada bastante.

Cuando acabo, me dejo caer en la cama y escucho como la puerta de mi habitación se abre, así que me incorporo para ver entrar a una chica ancha con grandes rizos castaños y ojos de color miel que supongo que será Blair.

—¡Hola! ¡Tenía ganas de conocerte!

Sonrío, tímida, ante su efusividad y me presento: —Soy Autumn, tú debes de ser Blair, ¿verdad?

—La misma—responde, igual de sonriente que yo—Soy de segundo, así que si necesitas a alguien que te enseñe el campus no dudes en decírmelo.

—Eh...No me vendría mal, gracias—respondo, bajándome un poco más las mangas de mi sudadera.

—Deja que me duche y te llevo a ver mundo—abre un cajón de la mesilla de noche y saca un neceser y ropa limpia—Por cierto, me encantan tus pecas—admite antes de salir del cuarto sin darme la oportunidad de responder.

Me quedo sentada en la cama y suspiro al ver que no ha sido tan malo. Sinceramente me esperaba a Blair de otra manera, pero me alegro de que sea tan maja. Aunque todos sabemos que las apariencias engañan.

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Autumn en multimedia :3

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