Capítulo 3

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POV KANE

Hoy es el primer día de universidad oficialmente y los nuevos están como locos moviéndose de un lado a otro del campus desorientados. Por suerte, no me tengo que quedar en la residencia viéndoles, ya que vivo a 15 minutos de aquí.

Me bajo del skate y me lo pongo bajo el brazo. El día se me pasa eterno entre clase y clase pero no me queda otra que aguantar. Cuando termino todas las clases del día, me tomo un descanso para comer antes de ir al entrenamiento de fútbol y decido esperar en uno de los bancos del campus en vez de ir a la cafetería y estar con toda la aglomeración de gente.

Mientras tanto, saco un bote de desinfectante de mi mochila y me lo restriego por las manos antes de pincharme el dedo con el glucómetro, que mide mi nivel de azúcar en sangre. Antes me mareaba la sangre pero, tras cinco años con diabetes y teniéndome que pinchar varias veces al día, ya se me ha pasado, por suerte.

Cuando me aseguro de que mis niveles de azúcar están bien, saco mi comida de la mochila y unos cascos del bolsillo de los vaqueros. Me los pongo en los oídos y empiezo a comer mientras observo con desinterés a los estudiantes.

Apenas hay nadie aquí fuera, ya que todos están en la cafetería, por lo que hay un ambiente tranquilo. A unos 20 metros a mi izquierda están un chico y una chica dándose el lote como si no hubiese un mañana.

Veo salir una chica del edificio que no debe tener más de 18 años. Me llama la atención ya que no se parece a nadie que conozca; es de complexión pequeña, lleva un jersey gris que podría ser de su padre, ya que le queda enorme, unas converse y unos vaqueros ceñidos que no dejan ver nada de sus curvas porque se las tapa ese jodido jersey. De lejos solo puedo ver su cabello castaño y el archivador que lleva pegado al pecho.

La susodicha me ve mirándola y veo cómo se empieza a poner nerviosa y no para bien, creo que le doy miedo. Empieza a mirar a todos lados y se sienta en el banco más alejado, al lado de un árbol.

No para de jugar con las mangas de sus sudadera y, cuando parece calmarse un poco, saca una libreta o algo así y se pone a escribir ¿o está pintando? De todos modos no sé ni por qué me fijo.

Se tira todo el tiempo que tardo en comer haciendo no se qué en su libreta y, cuando acabo, recojo mi mochila y me la pongo al hombro antes de mirar por última vez a la chica, que está mirando fijamente al árbol.

Salgo de ahí y me voy al entrenamiento de fútbol donde me paso varias horas. Cuando acabo, voy en monopatín a recoger a mi hermano del colegio, ya que debe de estar por salir.

–Nash– llamo a mi hermano pequeño cuando le veo salir del colegio. Como siempre, está solo y me da pena que no tenga amigos teniendo en cuenta lo inteligente y buen niño que es.

–¡Kane!– corre a abrazarme y, como soy bastante alto, me agacho para estar a su altura.

–¿Qué tal, enano?– pregunto, correspondiéndole el abrazo.

–Como siempre– se encoge de hombros y veo que mira con pena a los otros niños.

Aunque mi hermano solo tiene 8 años es bastante maduro para su edad, al igual que yo. Debe de ser por todo lo que hemos tenido que pasar.

–No te preocupes, ya se darán cuenta de lo maravilloso que eres– le animo, fijándome también en los niños.

Mi hermano nunca ha tenido amigos, ya que al ser tan maduro para su edad le cuesta encajar y eso le afecta porque, al fin y al cabo, tiene 8 años.

Llevo el monopatín bajo un brazo y con mi otra mano le agarro suavemente de la nuca.

–¿Podemos hacer algo este fin de semana?– pregunta.

–¿Qué tienes en mente?

–Hay una exposición de arte en el County Museum of Art, ¿podemos ir, porfi?– ruega, juntando las manos mientras pone pucheros.

Como decía, mi hermano es una especie de niño en peligro de extinción, ya que tiene 8 míseros años y le encanta ir a exposiciones de arte. Él tiene la personalidad muy definida, cosa que yo no tenía a su edad.

–Ya sabes que tengo que trabajar, pero dime día y hora y lo intentaré– intento. Realmente no creo que Susan me dé un respiro este fin de semana y, como trabajo media jornada más luego el tiempo que paso en la universidad apenas tengo tiempo de nada.

–El sábado a las 10 a.m.

–¿Te lo sabes de memoria?– río.

–Sip.

–Ese es mi hermano– digo, removiéndole el pelo mientras llegamos a casa.

Como siempre, mi madre no está y aprovecho la ocasión dejando que Nash se tome un helado de chocolate para merendar, ya que es su comida preferida.

Después de un rato, llega Dave, que saluda efusivamente a Nash.

–Gracias, tío. Te debo ya unas cuantas– agradezco.

–Puedes pagármelo en cervezas– ríe –Pero búscate a una maldita niñera ya antes de que me salgan canas.

–¡Eh! Yo no necesito niñera– se queja Nash –Soy mayor.

Dave se carcajea de él y le fulmino con la mirada haciendo que éste levante las manos de manera inocente. Me despido rápidamente y me voy a trabajar en monopatín.

Un sueldo más y podré comprarme un coche. En realidad ya tengo el dinero suficiente para comprarlo, pero no me lo quiero gastar todo ya que también necesito el dinero para pagar las deudas.

(...)

Tras haber estado trabajando toda la tarde vuelvo a casa, en donde me encuentro a Dave sobando en la alfombra mientras mi hermano ve un documental atentamente.

Pedazo de niñero que se queda dormido cuidando de un niño, pero tampoco le puedo culpar porque lo hace por ayudarme.

–Eh, tú– intento despertarle dándole una patadita.

–5 minutos más, mamá.

Cuando sus palabras salen por la boca no puedo evitar la sonora carcajada que brota de mi garganta haciendo que éste se desperece. Nash también se ríe y Dave abre los ojos.

Al darse cuenta de lo que ha dicho se toca la frente y riendo dice: –No me puedo creer que te haya dicho eso.

Nos carcajeamos los tres y Dave se despide antes de irse.

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Nash en multimedia :3

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