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De Jaemin no sabía nada desde hace un poco más de una semana. Luego de que se enfermara, esa semana, lo vi algunos días luego de la escuela, pero en toda la semana transcurrida no había tenido noticias de él. Como nunca habían dejado muchísima tarea en la escuela y mi plan de todos los día era llegar a casa y trasnocharme terminando la tarea, no tuve tiempo ni siquiera de llamarlo, aunque un día le escribí un mensaje, este no obtuvo respuesta.

Ahora siento que debí llamarlo y preguntar como estaba.

Lo recosté sobre mi cama.
—Dame un segundo. —salí corriendo de la habitación en busca del botiquín y alguna otra cosa más para limpiar sus heridas.

Volví lo más veloz que pude.

Por lo general yo sabía ser muy cobarde en cuanto a curar una herida ensangretada se trataba, pero esta vez solo estaba concentrada en Jaemin y en su bienestar.

Traje medicinas y un recipiente con agua, su cuerpo tenía cortadas y el algodón no era suficiente para limpiar todo.

Algo iba a dificultar el proceso de curación, su ropa.

—Jaemin, —mi voz salió tímida, no quería sonar descarada a la hora de pedirle que se quite, al menos, la camiseta—¿Podrías quitarte la camiseta por favor?.

Parecía como si estuviera durmiendo pero solamente tenía los ojos cerrados, supongo que tratando de aguantar el dolor.

Lo vi asentir de manera lenta y haciendo más gestos de dolor y removiendose en su sitio logró deshacerse de esa prenda.

Automáticamente mis mejillas se enrojecieron. No era común en mi vida ver a un chico sin camiseta recostado sobre mi cama, si alguien oyera eso podría creer otra cosa.

Con un paño mojado limpiaba la sangre de sus heridas. Las lesiones eran pequeñas cortadas que parecían haber sido hechas con un cuchilla de afeitar, muy finas. Afortunadamente las cortadas no eran tan profundas, pero si eran abundantes. La sangre en su pantalón era simplemente manchas.

El único sonido que emitía Jaemin era los quejidos que producía con su garganta cada vez que desinfectaba y curaba una herida.

—Soy muy torpe. —soltó de pronto cuando estaba ya terminando de curar la última cortada.

Levanté mi vista y lo miré, no había abierto los ojos y fruncia su ceño en señal de dolor.

—Me asusté. —coloqué una venda alrededor de su brazo.

—Perdón, no quería asustarte.

Me era casi imposible lograr distraer mi vista de él, básicamente no era mi culpa, pero debo deducir que Jaemin hace bastante ejercicio.

—Voy a curar tu rostro, siéntate por favor. —indiqué mientras sacaba más algodón y cremas de la caja de madera blanca.

Con algo más de fuerza con la que llegó, Jaemin logró exitosamente sentarse en la cama. Me acerqué más a él y empecé limpiando la herida en su labio. Desde que lo conocí, esta es la segunda vez que lo veo golpeado.

Se movió bruscamente cuando coloqué algo de crema a la herida.

—Quieto. —sujete una parte de su rostro con mi mano dándome más facilidad, pero a la vez me acerqué demasiado. Mi piel se erizo cuando sentí su respiración chocar contra mis labios, no debí acercarlo mucho, pero de otra forma seguiría moviéndose y no me dejaría curar bien.

Terminé mi trabajo en su rostro lo más veloz posible, agradecía que la iluminación en la habitación fuera escasa, de otra forma él vería mis mejillas rosadas.

MY FAVORITE BAD BOY | Na Jaemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora