【 36 】

9.6K 924 313
                                    

—¡...Y quiero ver todo este maldito chiquero limpio para cuando vuelva!.

Sacudi todo mi cuerpo haciendo una infantil pataleta sobre mi cama acompañada de mis lloriqueos de bebé, tiré todas las sábanas al suelo con las fuertes patadas que daba. Mi momento de catarsis.

—¡Mamá! —chillé alargando y modulando el tono de la palabra.

Lo último que oí fue la puerta cerrarse. Mamá siempre ignoraba mis pataletas, ya no sé ni porque las hago, simplemente soy ignorada.

Eran tan solo las nueve de la mañana y mamá ya arruinaba mi sábado. Se supone que hoy debo dormir hasta medio día.

—¡Yo también te quiero! —grité con sarcasmo luego de un rato. Obviamente mamá ya no se encontraba en casa, tanto ella como papá iban a salir.

No había caso, me despertaron de la peor manera y sería imposible recuperar el sueño.

¿Chiquero? ¿Mi habitación? Pero si está tan impecable y ordenada, no hay ropa tirada ni mucho menos basura de toda la porquería que ingeri anoche, claro que no.

Masculle para mis adentros algunas maldiciones. Pateé unas predas de ropa tiradas en el suelo y totalmente fastidiada me dirigí al exterior de la habitación. Bajé las escaleras mientras ataba mi cabello en un horrible intento de coleta. Al poner mi pie en la primera planta el único ruido que se oía en todavía la casa era el de la televisión, probablemente en algún programa de cocina, a Jaehyun le gustan mucho y se pasa todo su fin de semana viéndolos; muy al contrario de mí, esos programas solo me dan hambre.

—Buen día —saludé mientras pasaba por su detrás golpeando su nuca con la palma de mi mano.

Jaehyun se encontraba tan concentrado en su programa que ni me notó y cuando lo golpee dio tremendo brinco soltando un chillido ensordecedor, corrí a enconderme en la cocina antes que me atrapara.

Ya cuando estuve bien guarecida en la cocina pude reírme libremente.

Eso se llama Karma, hermanito.

No había mucho con lo que pudiera alimentarme, o tal vez sí, solo que aquello requería que tuviera que intervenir en la cocina, y no, no quería quemar la casa.

Rebusque un rato por la alacena y el refrigerador, finalmente logré recolectar algunas galletas del año pasado, un pedazo de biscocho que papá escondió de mí y un jugo del fondo de la refrigeradora.

—Todo eso te va a perforar el estómago. —me vio salir de la cocina con todo mi banquete y fue lo primero que dijo acompañado de una mueca de desagrado.

Le saqué la lengua y seguí caminado cuidando que nada cayera de mis brazos.

—Me compadezco de aquel pobre hombre que tenga la desventura de enamorarse de tí.

Já. Lo que hace decir la envidia.

Algunas cosas cayeron de mi manos cuando intenté abrir la puerta, pero las recogí en cuanto pude liberar mis brazos.

Empezó a fastidiarme el desorden de toda la habitación y me rendí ante la opción de limpiar y ordenar todo.

Cuando fui más consciente de lo que hacía, me encontré limpiando la ventana de mi habitación.
¿Qué diablos se supone que hacía? Se supone que solo recogeria lo que había tirado al piso.

Mi estómago rugió recordando la ausencia del desayuno. Pero no podía comer así, llena de polvo y suciedad.
Hice una mueca de asco ante mi aspecto luego de verlo reflejado en el espejo del baño.

MY FAVORITE BAD BOY | Na Jaemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora