Puta cita

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No la dejé acabar, y retirando mi mano rápidamente, me levanté del sofá y me senté a su lado, en el sofá de dos plazas donde ella estaba, y la atraje hacia mi cuerpo, estrechándola con fuerza.

Llevé su cabeza a mi cuello, y acaricié su nuca despacio, notando como se relajaba y suspiraba contra mi hombro.

-Estoy temblando. –Confesó bajito.

-Yo también. –Admití en un susurro.

Pero era el primer paso, ¿no?

El más difícil, y el que pondría la primera piedra de nuestro castillo impenetrable.

Ella y yo, siendo más nosotras que nunca, y a la vez, tan nuestras.

---

-Entonces... ¿Todo bien?

-Que sí, coño. –Dije, por decimotercera enésima vez.

-Joer, que sólo lo pregunto porque, yo que sé, os veis y no ha pasado nada y... -Aitana dudaba.

-Tía porque tienen que tener tiempo. –Amaia contestó. Estaba tumbada en mi sofá, como si fuera su casa, en calcetines. -¿A que sí, Ana?

-Joder, que nos hemos visto dos veces desde que ha vuelto... -Expliqué.

-Pero seguís hablando por WhatsApp como si fuerais dos quinceañeras -Aitana cabeceó. –No entiendo nada...

-No creo que seas tú la más apropiada para decir eso... -Le lancé una mirada inquisitiva y ella bajó la cabeza.

Aitana se pasaba el día entero mandándose WhatsApps con Nerea, a pesar de que se veían siempre que sus agendas lo permitían. No había vuelto a preguntarle acerca de su estatus de relación, pero me quedaba claro que pasaban todas las noches posibles la una en la cama de la otra.

-A ver, que yo si lo entiendo, Ana. –Amaia asintió y se recolocó en el sofá, quedando sentada. –Estáis avivando la llama. En un par de citas más... -Levantó las cejas. –Pum. Le comes el coño.

-Alaaaaa... -Aitana se escandalizó. –Pero... -Me miró. –No hace falta, ¿no? Comer... eso, digo. –Yo la miré con la ceja levantada. –En plan... Que no siempre hay que comerlo, también puedes con los dedos y... ¿no?

-Buah tía, pero mejor si metes le lengua, eh. –Dijo convencida Amaia. –Ana además seguro que la mueve que...

-Ay mira, que os den. –Bufé exasperada y me fui al baño.

-Pero espera, espera... -Aitana me siguió al trote. -¿Te vas a dejar eso puesto?

Yo me miré. Llevaba unos vaqueros pitillo y una blusa blanca de manga larga.

-Eh... Sí.

-No. –Negó Aitana. –Ni de coña, vamos.

-¿Qué le pasa?

-Que pareces una bollera sin estilo. –Suspiró. –Si vamos a la fiesta de celebración de Mimi, con todas sus amigas bailarinas –me hizo un gesto como de obviedad –más te vale vestirte para quitarle el hipo.

-Madre mía, es que todas las amigas de Mimi están buenísimas. –Amaia suspiró soñadora, apoyada en el marco de la puerta del baño.

-¿Pero tú no habías dejado ya de experimentar? –Pregunté.

-Sí, pero tengo ojos eh... ¿Sabes quién me pone un montón?

-Amaia, no creo que sea...

-Déjala. –Suspiré girándome hacia el espejo para . –Mejor ahora que en la fiesta.

Don't you worry about a thing -Warmi-Where stories live. Discover now