Puta colonia

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-Cuídate y pa'lante eh. –Suspiró. –Te quiero mucho, Ana. Que no se te olvide, por favor.

Lanzó un beso a cámara y la pantalla se quedó en negro.

-Noooooooo...

Lloré como una condenada lo que no estaba escrito. Aferrada al jersey y al botecito de colonia, como una gilipollas.

Y aunque supe que no me oiría nunca, y que los de realización tenían que estar flipando en colores, me salió desagarrado:

-Yo también, yo también te quiero, Mimi. 

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-¿Ese jersey es nuevo? –Preguntó Miriam cuando me vio aparecer en el desayuno.

-Que va, me lo traje en Navidad.

-Qué dices tía, no te lo había visto. –Yo subí los hombros en señal de indiferencia. –Un poco grande, ¿no?

-Ya sabes que me gustan anchos.

Seguí buscando las cosas para desayunar. Mis tostadas con aguacate... Ay, Mimi. Si es que cada cosa me recordaba a ella. Tenía razón en que aquí dentro todo se magnifica y se ve de una manera que no es real. Yo no sé si las cosas de fuera eran como yo pensaba. Pero me había pasado la noche entera aferrada al jersey de Mimi como si fuera una tabla de salvación. Estaba segura de que había soñado con ella, aunque no lo recordara, porque al despertarme estaba desubicada y con una sensación de calorcito y bienestar que hace mucho tiempo que no sentía.

Amaia pasó por detrás de mi para coger una taza.

-Ala, Ana. Hueles genial, ¿te has duchado?

Yo me eché a reír.

-Pues hoy todavía no, pero gracias, Amaia.

-Buah, es que eres increíble. No te duchas y hueles bien. –Acerco su nariz a mi pelo y olisqueó. –Es que hueles... Hueles como a... -Achicó los ojos. –¡Ala! ¡Hueles como...!

-AMAIA, TOMA TU TAZA. –Grité más alto de lo que habría querido.

Le tendí una taza cualquiera y la miré atravesándola con mis ojos. Ella abrió y cerró la boca un par de veces y me hizo un gesto con los dedos.

-¿Pero cómo...?

-Ya hablaremos... -Susurré.

-Buah, buah, buah, qué fuerte. –Negó con la cabeza.

Uf. Salvada por los pelos.

Me senté con Miriam, que ya estaba terminando de desayunar y Amaia se sentó enfrente. Alfred, que ya había terminado de desayunar, se acercó a nosotras y se sentó junto a Amaia.

-Buah chicos... No sabéis... -Susurró Amaia.

-¿Qué cosa? –Preguntó.

-¿No habéis olido a Ana?

Yo escupí el contenido de mi vaso encima de las tostadas.

-¡Amaia!

Aitana se acercó a cotillear.

-¿Ana, pero qué haces?

-Que Ana huele... -Siguió Amaia y Aitana se acercó a olisquearme. Alfred y Miriam atendían algo desconcertados.

-Ala, Ala, hueles a... -Dijo Aitana.

-A ROI. –Sentenció Amaia. –Huele a Roi. ¡Que tiene su colonia!

La cara de felicidad que puso podía iluminar el comedor entero. Aitana abrió la boca alucinando y Alfred nos miró escéptico. Yo froté el puente de mi nariz suspirando. Es que ya no sabía ni qué decir. Mejor eso que la verdad, ¿no?.

Don't you worry about a thing -Warmi-Where stories live. Discover now