Puta Amaia II

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-Chicos. -Una voz sonó por los altavoces, los de realización. –Tenéis que ir ya a recepción.

Cogí mi chaqueta y la bufanda y Ago la suya. Agarrándome del brazo nos encaminamos a la salida de la Academia.

-No os olvidéis de apagar los micros y dejarlos en el mostrador.

-Están apagados. –Contestó Ago.

-No, están encendidos.



Se me congeló la sangre. Miré a Ago con terror en los ojos y él me devolvió la misma mirada.

-Ana...

-Ago, me muero.

-No, no, no. No puede ser.

Ago miró su micro y vio la lucecita encendida. Me abrió la chaqueta y le ayudé a subirme los cuatrocientos vestidos que llevaba puestos. Tiramos del cable y... ahí estaba, encendido. Ago se echó las manos a la cabeza.

-Ana, Ana...

Yo estaba a punto de echarme a llorar. Ahora si que no quería irme de la Academia. Pero no en esta gala, nunca. Quería quedarme ahí para siempre y no salir.

Ago apagó su micro y el mío y tiró hasta que lo sacó. Me cogió del brazo y me arrastró hasta el mostrador de recepción, donde dejamos los micros y me abrazó.

-¿Qué hacemos...? –Dije con un hilo de voz.

-Mantengamos la calma, igual no se ha emitido...

-Ago... -Negué con la cabeza.

-Vale, escucha, nosotros a lo nuestro, que no se note nada.

Y se supone que no tenía que notarse, pero se notó. Estaba sentada en el sofá y tenía la sensación de tener metido un palo por el culo. Miraba a Ago y estaba igual que yo, aunque disimulando más. De cuando en cuando, me daba la mano y juntos suspirábamos. Todos pensaban que era por la nominación, que también, pero sobre todo por la tangana que podría haberse liado con los micros.

Canté de pena. El baile cojonudo, pero estaba más preocupada de no enseñar el culo haciendo la croqueta que otra cosa. Además estaba muy nerviosa, y descontrolé la voz.

Cuando acabé de cantar, al otro lado del escenario, me esperaban mi tía y mi hermano. No ver ahí a Jadel me dio una tranquilidad que no esperaba, porque me estaba esperando lo peor.

Sin embargo, mi hermano me miró raro. Muy raro. Al abrazarlo, dejó un beso en mi pelo y me susurró:

-Dios, Ana...

Me separé con los ojos como platos y su cara me dijo que algo iba mal. Habían oído el audio seguro. Quería que la tierra me sepultara. Volví al sofá y me senté al lado de Ago, que volvió a apretar mi mano y me miró con algo que interpreté como compasión.

Agoney lo hizo increíble. Tanto que de verdad me convencí de que esa noche me iba y que iba a ser terrible lo que me esperaba en casa.

Agoney también iba a tener una buena liada, pero al menos, como bien dijo él, estaba soltero. Yo sólo de pensar en cómo se me caía todo encima me quería morir.

La gala se me pasó más rápido de lo normal. Cuando trajeron el sobre, yo ya me había hecho a la idea de que me iba. En mi fuero interno estaba imaginando cómo mi familia se me echaría encima, Jadel y yo tendríamos la bronca más épica del siglo y después de todo, podría ir a ver a Mimi. Si es que aún quería verme, después de haber aireado todo en el directo.

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