Puta inconsciencia

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Llegué a la puerta y la abrí justo a tiempo de evitar que pulsaran el timbre. Una chica morena estaba al otro lado, un poco contrariada.

-Hola. –Dije sorprendida.

-Eh... Hola. –Miró hacia algo que sostenía en las manos. -¿Es la casa de Miriam?

Miré hacia atrás, a Ricky, que agarraba mis brazos en posición protectora y fruncí el ceño.

-Miriam... Doblas. –Leyó y me miró.

-Sí, es aquí. ¿Quién eres?

La chica sonrió complacida.

-Anoche se dejó esto en mi casa. –Me tendió la cartera y el móvil, además del DNI, que era lo que tenía en las manos.

Lo cogí un poco desconcertada y antes de que pudiera preguntarle algo más, ella me habló.

-Dile de mi parte que cuando quiera repetir, ya sabe donde vivo. –Sonrió coqueta. –Estaré esperándola encantada.

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-Ana, no pienses cosas que no son. –Ricky se frotaba la cara, intentando salir él también del estado de enajenación mental en el que nos había dejado aquella visita.

Respiré hondo varias veces después de llevar diez minutos dando vueltas en círculos por el salón, intentando calmarme, y me senté en el sofá.

-Estoy... intentando... No pensar mal. –Dije al fin. –Pero créeme que es muy difícil.

-Ana, no te vuelvas loca. –Dijo. –La pava esa tenía una pinta de estar colgadísima y...

-Y mi novia anoche también. –Terminé y lo miré. –Joder que no paraba de pedir perdón, no sabes cómo se puso cuando se despertó y...

-Porque estaba asustada, Ana. –Cogió mi mano. –Vamos a dejar se explique, por favor.

-¡Estaba preocupadísima, joder! Y resulta que tuvo tiempo para llamar a su padre y para estar con esta tía que...

-Ana, para. –Ricky me giró la cara para que lo mirara.

Yo apreté los labios, aguantándome las lágrimas.

–Mimi no es capaz de hacer ninguna tontería así. Seguro que tiene una explicación.

Ricky se ofreció a ir a comprar alguna cosa para comer y se excusó diciendo que tendría que pasar por casa a por ropa, aunque luego volviera. Sé que en realidad lo que estaba haciendo era dejarnos espacio para hablar cuando Mimi se despertara. Me hizo prometerle que mantendría ese pronto tan visceral que tenía en su sitio y dejaría que ella se explicara antes de hacerle preguntas a lo loco.

Me tumbé en la cama a su lado, sobre el edredón, y acaricié su cabeza despacio. Ella se removió e hizo un intento por abrir los ojos.

-¿Ana? –Murmuró pesadamente.

-Estoy aquí.

Abrió los ojos despacio, acostumbrándose a la luz, y pestañeó un par de veces antes de mirarme definitivamente. Yo sonreí levemente y seguí acariciando su pelo.

-¿Cómo estás? –Le hablaba bajito, estaba segura de que le dolería la cabeza.

-Mi cabeza. –Murmuró y apretó los ojos. –Me duele un montón.

-Me imagino.

Suspiró hondo y se movió despacio hasta quedar más cerca de mi, buscando con su cabeza el hueco de mi cuello. La abracé contra mi cuerpo y reposó su cabeza en mi pecho. Suspiró y agarró con fuerza el bajo de mi camiseta, con el brazo que rodeaba mi cintura.

Don't you worry about a thing -Warmi-Where stories live. Discover now