Putas distracciones

7.7K 336 55
                                    

Tras firmar otra banderita, el de seguridad me advirtió que sólo podíamos estar unos veinte minutos más. Miré contrariada a la plaza y calculé que en veinte minutos, ni de puta coña iba a terminar. Ya me inventaría algo, pero no podía dejar a toda esta gente sin pasar por aquí. Mientras miraba al infinito, alguien me plantó la mano en la mesa con fuerza.
-¿También firmas escotes?

Levanté la vista y abrí los ojos de golpe, sorprendida.
-¡Mimi! –Salté de la silla y la abracé por encima de la mesa.
-Calla coño. –Susurró. –Que vengo camuflada.
Me separé y la miré. Efectivamente llevaba unas gafas de sol enormes, una gorra y un abrigo que me sonaba y no se parecía nada a ninguno suyo.
-¿Eso es mío? –Pregunté viendo que le quedaba algo estrecho. Y obvié la gorra porque tenía pinta de ser más de Ricky que de ella.
-Eh, sí. Es que el mío daba mucho el cante.
A estas alturas daba igual, porque la gente cuchicheaba seguramente dándose cuenta de que no era muy normal la escena de pasarme hablando con alguien más del tiempo estipulado. El chico de seguridad a mi lado me palmeó el hombro, como metiéndome prisa.
-¿Me vas a firmar o no? –Preguntó abriéndose el abrigo.

Los ojos casi se me salen de las órbitas cuando atisbé el escotazo de la camiseta que llevaba debajo de la chaqueta. Rió ante mi cara y se acercó a mi oído, haciendo ver que me abrazaba como una fan más.
-Igual dejamos que me firmes ahí después. –Susurró y me tendió una bandera pequeñita, tamaño bolsillo, para disimular un poco. Me había dejado todo el cuerpo temblando y me costó reaccionar.
-Ana, la gente tiene que pasar. –El chico de seguridad volvió a insistirme.
Asentí y firmé la bandera, negando con la cabeza.
-Tú no estás bien de la cabeza. –Le dije sin mirarla.
Levanté la vista para entregarle la bandera y tenía una sonrisa de oreja a oreja. Intenté decirle con mi cara que me esperara, que se quedara cerca para irnos juntas y…
-Por aquí estoy, no me digas nada. –Me guiñó un ojo.

Y reaccioné tarde a lo siguiente que tenía que firmar, porque había dejado los ojos fijos en su culo. Definitivamente mi chaqueta le quedaba corta.

Acabamos la firma casi una hora más tarde de lo previsto. Me empeñé en firmarle a toda la gente que estaba allí, y aunque a los de seguridad no les hizo mucha gracia tener que quedarse otro rato más, desde El Corte Inglés accedieron y pude terminar de firmarle a toda la gente. Me emocionó especialmente ver a niños pequeñitos esperando para que les firmara y hacerse una foto conmigo.

-Eres mi favorita. –Dijo una niña a la que firmé. Era de las últimas.
-Vaya, muchas gracias… -Reí.
Su madre, al lado, lo grababa todo con el móvil.
-Enséñale el dibujo. –Le dijo tendiéndole un papel.
La nena lo agarró y me lo puso en la mesa, planchándole las arrugas al folio.
-Ésta eres tú. –Señaló.
-¡Ay qué bonita!
No debía tener más de seis años, y su precisión dibujando era la que era, pero se intuía un personaje moreno con un montón de focos y micrófonos alrededor.
-Y ésta es tu novia.
Señaló otro monigote, más hacia la esquina del “escenario” que había dibujado, con el pelo amarillo. Le había pintado una especie de camiseta color azul y unas bragas negras. Me reí porque se aproximaba bastante a la realidad.
-Es Mimi. –Dijo por si a mi me quedaban dudas.
-Es precioso, muchísimas gracias. –Besé su mejilla. –Eres muy linda, me gusta mucho.
-Yo de mayor quiero ser como tú.

Me emocioné. Sólo de pensar que hace unos años yo era esa niña. Que también quería ser cantante y ver a mis ídolos y ser como ellos. Soñaba con cantar en un estadio lleno de gente y hacía performances delante del espejo del baño, con el peine como micrófono.
-¿Cantante? –Le pregunté con dulzura.
-No, novia de Mimi.
La madre de la niña casi se ahoga de risa. Seguramente le saldría movido el vídeo, porque le tembló la mano al aguantarse la carcajada. Yo la miré y al verla empecé a reír, pero no quería que la niña pensaba que me estaba burlando de ella.
-Pero…
-Ya sé que de ella no puede ser porque es tu novia. –Dijo. –Pero quiero ser novia de otra igual.
-Eso está genial, tú tienes que hacer lo que quieras siempre, ¿eh? –Acaricié su cabecita.
-¿Siempre? –Preguntó dudosa.
-Claro, siempre que no haga daño a los demás, siempre tienes que hacer lo que tú quieras. –Ella me miró sonriente. De verdad que estaba siendo un momento súper especial.
-Y también quiero cantar como tú.
-Mejor todavía. Tú piensa súper fuerte siempre en lo que quieres, y verás como se termina cumpliendo. –La abracé con fuerza y su madre tiró de ella.
-¿Le das las gracias a Ana? –Preguntó.
-Muchas gracias, Ana. –Me dijo adiós con su manita. –Voy a ir a tu concierto eh.
-Genial, nos veremos allí. –Sonreí.

Don't you worry about a thing -Warmi-Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt