Capítulo 42

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Madeline

Johnny entra conmigo en la iglesia, charlando y riéndonos. Él ha pasado a recogerme a casa dado que hemos quedado aquí con Ginger y Oliver, quienes nos esperan sentados en los primeros bancos, cerca del altar. Recorro el pasillo a su lado, todavía flotando en esa nube en la que me encuentro desde que ayer salí de su casa.

-¡Hey! - saluda Ginger. -¿Qué pasa con vosotros?

Antes de que podamos dar una respuesta, el teléfono móvil de Johnny interrumpe el silencio de la iglesia. Mete la mano en el bolsillo de su abrigo, y mira la pantalla.

-Disculpadme un momento. - dice, serio.

Acto seguido, recorre el pasillo en dirección a las puertas por las que hemos entrado hace unos escasos minutos. Se hace un silencio incómodo para mí, pues Oliver y Ginger cruzan sus miradas para dirigir sus dos pares de ojos hacia mí.

-¿Y bien? - pregunta ella.

-Y bien nada. - me encojo de hombros. -Estamos aquí por vosotros.

-¿No vas a darme ningún detalle? 

Oliver se ríe, cogiendo de la mano a su prometida.

-Ginger, deja ya el interrogatorio. 

Ella me mira,  sonriente. Y prefiere dejarlo estar, por ahora. 

Me fijo en la estancia. Quizá esta iglesia sea la más pequeña de Fool'd Gold, pero es la más acogedora, y eso no le resta belleza. Al contrario. El altar se encuentra adornado con flores frescas, algunas velas encendidas, y los bancos a esta primera hora de la mañana ya se encuentran iluminados por la tenue luz matutina que solo el invierno sabe dar. Incluso el piano, cerca de nuestros bancos, parece tener algo especial.

-Me encanta esta iglesia. - opino.

-Sigo sin creer que no podamos casarnos aquí. - suspira Ginger. -¿De verdad que no tienen ninguna misa para Nochebuena? 

-No, habrá demasiada gente, y no cabrían los invitados. - digo. -¡Pero he convencido al cura!

-¡Eso es... perfecto! - exclama Ginger. -¡Todo es perfecto!

Los pasos apresurados de Johnny nos sacan de nuestra conversación.

-Lo siento mucho, chicos. Tengo que ir a Los Ángeles por un compromiso de última hora.

-¿Ahora? - pregunto, precipitada.

-Ahora.

-Pero la boda es en tres días. - interviene su hermana.

-No tengo opción. Es por trabajo. - se excusa. -Volveré el día veintitrés a primera hora de la mañana. Solo serán dos días. Estaré aquí a tiempo.

Su discurso tranquilizador parece relajar un poco los ánimos, algo tensos debido a la proximidad de la fecha de la boda, y este repentino cambio en los planes. Bueno, al menos Johnny no es el novio, y he conseguido que la pareja llegue hasta aquí de una pieza. Me asusté al leer hace unas semanas la abrumante cantidad de parejas que rompen vísperas de su boda.

-Más te vale. - dice Oliver, con un tono un poco amenazador.

-Oliver. - susurra su prometida.

Parece que todos hemos comprendido que se trata de una broma, excepto Ginger.

-No puedo esperar a casarme contigo. 

Ella sonríe, y le da un dulce y corto beso en los labios.

-Siento mucho tener que irme. - me dice Johnny.

-Yo también.

-Volveré antes de que tengas tiempo para echarme de menos. - me guiña un ojo.

Él se marcha, y yo, como una tonta, me quedo observando cada paso que da hasta salir al exterior. Cuando vuelvo a la realidad ya es demasiado tarde para fingir. Tanto Oliver como Ginger me están mirando atentamente. Y ella levanta las cejas, señal de que va a someterme a un interrogatorio más exhaustivo que los del FBI. 



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