Capítulo 26

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Madeline

-Admítelo. - dice Isabel mientras cuelga los vestidos que acabamos de recibir en las perchas que tenemos en el hall de la tienda. -Que te diese la mano significó algo.

-Probablemente solo estuviera entusiasmado por la iluminación del árbol de Navidad. - trato de restarle importancia.

Isabel había visto cómo ayer Johnny me cogió la mano, y después de convencerla de que le contaría cada detalle nada más llegase esta mañana a la tienda, me encuentro sometida a un interrogatorio que ya ha durado poco más de veinte minutos, y del que los vestidos de novia no me pueden salvar.

-Solo quieres que haya algo más para hacer publicidad. - le digo.

-Sabes que sí. - reconoce.

-Y ya sabes lo que opino al respecto. 

Ella suspira, y se acerca a mí.

-Maddie, sigo sin entender porqué mantener la privacidad de Johnny es más importante que nuestra tienda.

-No lo necesitamos para nuestra página web.

-Ya. - se encoge de hombros. -¿Pero sabes lo que toda página web necesita? ¡Atención! ¡Y él es Johnny Blake!

Me quedo quieta, estática. Suspiro, cansada de esto, de tener que estar pendiente de que no se deje llevar por la suculenta publicidad y fama que la imagen de un actor de Hollywood daría a nuestros pequeño negocio. 

-No puedo hacerle eso. - concluyo.

Ambas nos quedamos calladas durante unos pocos segundos. He sido firme, y no pienso ceder. Es una cuestión de principios, no de negocios. Di mi palabra a Ginger y a Johnny de que aquí estarían a salvo.

-Y, ¿te gusta? - me pregunta Isabel de la nada.

-No me gusta. 

Esa afirmación sonaba más contundente en mi mente que ahora que la he dicho en voz alta. No puedo negar que Johnny es un hombre atractivo, pero no es eso lo que me provoca que quiera conocerlo más, sino esa manera que tiene de mirar cada rincón de Fool's Gold como si fuese mágico, o esa protección y cariño que profesa hacia su hermana pequeña.

-Y si me gustara, que no es el caso, no saldría con alguien que va a marcharse en unos días.

Oímos cómo las campanitas de la puerta de la tienda tintinean cuando alguien entra.

-¡Hey! - saluda Johnny.

Hablando del rey de Roma, por la puerta se asoma. Nunca mejor dicho. Recuerdo que Ginger me envió un mensaje anoche pidiéndome que la acompañara a ella y a Johnny a degustar el menú de la boda, y yo accedí encantada.

-¡Hola! - digo, nerviosa por si han escuchado algo de mi conversación con Isabel. -Buenos días.

-Buenos días. - saluda él.

-Deberíamos salir ya si queremos llegar al restaurante a tiempo. - les apremio.

-Oh, ¿más comida? No hago más que comer fuera de casa desde que llegué aquí. - resopla.

-No pasa nada. - me encojo de hombros. -No es necesario que nos acompañes.

-Tuvimos la misma conversación anoche y, al final, me salí con la mía. - sonríe.

Quizá había sonado demasiado grosera. Bueno, seguramente. Sin embargo, soy consciente de que estoy empezando a sentir algo por él. Algo más allá de una relación profesional. Y eso me asusta mucho, porque sé que no acabará bien para nadie.

-Mira, Johnny, seguro que tienes un millón de cosas mejores que hacer. - digo. -Por eso estoy yo aquí, para que no tengas que ocuparte de nada.

Un pequeño grito desesperado nos llama la atención. Ginger, quien ha estado entre nosotros desde que han llegado a la tienda, sostiene su teléfono móvil con cara de preocupación.

-¡¿Os lo podéis creer?! - exclama. -El vídeo de la iluminación del árbol ha recibido tantas visitas que la página web se ha colapsado. - nos mira. -¿Sabéis que? Id vosotros dos solos al restaurante, y escoged el menú por mí. ¡Tengo que irme! - grita saliendo corriendo por la puerta.

Un extraño silencio se hace entre los dos.

-Nos hemos quedado solos. - observa él.

Asiento, algo incómoda ante la situación.

-¿Nos vamos? 

-Voy a coger el bolso y mi abrigo. - digo.


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