Capítulo 12

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Madeline

-¿Sabes dónde hay un gimnasio por aquí para hacer ejercicio?

-Oh, no. Aquí no tenemos gimnasios.

-¿Y cómo es eso posible?

-Aquí escalamos montañas, hacemos flexiones con las ramas de los árboles, nadamos en el lago... Así nos ponemos en forma.

-¡¿Qué?!

La cara de confusión de Johnny no tenía precio, la verdad. La verdad es que nuestro paseo había dado para hablar de bastantes temas. Verlo fascinado con cualquier tienda, o costumbre de este pueblo me aportaba una visión nueva sobre este lugar. Es como verlo a través de los ojos de un turista.

-¡Es broma! - me río, y señalo un cartel. -El gimnasio está al final de la calle. No somos tan cavernícolas

Johnny suelta una carcajada. Nos detenemos en la puerta de mi tienda.

-Bueno, aquí me quedo. - digo.

Mi amiga sale de la tienda con la velocidad del rayo. Cierra la puerta tras ella de un portazo, y se planta frente a nosotros.

-¡Hola! - saluda. -¡Qué coincidencia! Soy Isabelle, la socia de Maddie. - se presenta. -Tú debes ser Johnny Blake.

-Pues...

-¡¿Pero cómo puedo ser tan tonta?! ¡Por supuesto que eres Johnny Blake!

Johnny se dedica a sonreír, y tratar de no ser maleducado. Supongo que él está costumbrado a estos espectáculos tan innecesarios y rídiculos. Sin embargo, yo no.

-Oh, estaba pensado que quizás querías hacerte un foto para nuestro muro de la fama. - sugiere sacando el móvil del bolsillo de su americana de cuadros.

-No tenemos uno de esos. - digo quitándole el teléfono.

-Podríamos hacer uno. - se ríe.

-Corre. - le aconsejo a Johnny.

Él asiente, y se aleja unos pasos de nosotras. Su coche está aparcado justo delante de la tienda. Abre la puerta del vehículo.

-Encantado de conocerte, Isabelle. - le dice.

-¡Igualmente! - exclama. -¡Adiós, Johnny Blake!

Me meto en la tienda, esperando poder olvidar el bochorno de estos últimos minutos. Isabelle entra detrás de mí, apresurada como siempre.

-¡Maddie, eres un genio!

-¿Lo soy?

No entiendo de qué está hablando.

-¡Sí! - exclama. -Comienzas a salir con él, y la publicidad de la tienda se hará sola.

-Tú estás mal de la cabeza. - digo. -Él es Johnny Blake.

Isabelle se adelanta a mis pasos, y me detiene antes de llegar al mostrador.

-¡Hey! Cree un poco más en ti misma. - me dice. -Eres divertida, inteligente, y preciosa.

Pero, ¿qué estoy haciendo¿ ¿Desde cuando le sigo la corriente a los planes de Isabelle? 

-Mira, no saldría con él ni aunque fuera un chico normal. Se irá de aquí en tres semanas, ¿de qué serviría?

-¡Es Johnny Blake!

Me hace gracia ver a Isabelle tan emocionada como cuando éramos niñas. Así es nuestra amistad. Mientras ella se emociona de manera inocente, yo debo mantener los pies en la tierra, y recordarle, de vez en cuando, cómo es el mundo real. La verdad es que la idea de utilizar a Johnny como publicidad para salvar nuestro negocio no es del todo mala... ¡No, no y mil veces no! Tal vez no vaya contra los principios de mi socia, pero sí contra los míos.

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