Capítulo 23

18 2 0
                                    

Madeline

Caminamos por la calle hasta llegar al escaparate de una de las floristerías más bonitas de Fool's Gold. Cada día esta ciudad tiene un ambiente más navideño que, por lo que veo, no deja de sorprender a Johnny.

-Creo que debemos escoger un ramo atemporal, que no pase de moda o se quede anticuado. - aconsejo a Ginger.

-O podría encargar algunas exóticas flores tropicales. - sugiere Johnny.

Ginger posa su mira azul sobre él, regañándolo.

-¡Estaba bromeando! - dice él. -A menos que te parezca una buena idea.

Esta vez soy yo ya le que se da media vuelta.

-Entonces no. - concluye, comprendiendo la indirecta.

El sonido de su teléfono móvil nos hace devolver nuestra atención al escaparate de la floristería. 

-Disculpadme, tengo que cogerlo.

Se aleja un poco de nosotras y de la gente que pasa por nuestra misma calle para impedir que el ruido se entrometa en su conversación.

-Debe ser su representante. - dice Ginger. -Solo se pone tan tenso cuando ella lo llama.

-¿De verdad?

Me fijo mejor, no conozco a Johnny tan bien como su hermana menor, pero no hay que ser un genio para darse cuenta de que sus hombros se encuentran tensos, al igual que su mandíbula. A lo largo de la conversación mira varias veces al suelo, y después al cielo. Y se limita a asentir con desgana.

-Es una mujer bastante... intensa. - describe Ginger.

Una alegre música navideña nos hizo apartar la vista de Johnny y su evidente preocupación. Cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, todos vestidos elegantemente de negro y blanco, caminaban por la calle cantando villancicos, amenizando las compras a los turistas y ciudadanos locales. Ginger saca su teléfono móvil del bolso, y graba un pequeño vídeo, mientras ellos se detienen frente a nosotras cantando.

-¡Sí! -exclama. Todo grabado. Será una gran aportación para la página web. - me mira. -No sabía que esta ciudad tuviese un coro profesional.

-¿Coro profesional? Oh, no. - niego. -Son voluntarios. Tenemos a un higienista dental, una recepcionista, una paseadora de perros, y un profesor de música.

-¿Crees que podrían cantar algo cuando camine hacia el altar?

-Tal vez, pero no sé si la marcha nupcial entra en su repertorio. - digo.

Se miran entre ellos, aceptando el reto, y comienzan a cantar a capella la marcha nupcial. Ginger sonríe, emocionada, casi a punto de llorar. Sé lo que sus ojos me piden.

-Contratados. - sonrío. -Os llamaré más tarde.

El coro se marcha sin dejar de cantar.

-¡Gracias! - exclama Ginger.

Johnny se acerca a paso rápido, guardando su móvil en el bolsillo del pantalón.

-¡Ese coro era increíble! - opina. -¿Sabéis qué? Podríamos contratarlos para que canten mientras caminas hacia el altar.

Ginger está a punto de hablar, seguramente para decirle que su idea llega tarde. Sin embargo, sé cuanto se ha esforzado Johnny por ser útil y ayudarnos durante estos días, a pesar de que sus sugerencias no fueran las mejores.

-¡Esa es una idea buenísima! - me apresuro a decir.

-¿De verdad? - me observa, perplejo. -¿No... no vas a decirme que no sirve?

-Todo sea porque no traigas a la Orquesta Sinfónica de Londres.

-Está bien. - dice él.

Ginger y yo no podemos evitar reírnos. ¿Una orquesta británica? ¿De verdad? Las ideas de Johnny me hacían reír a carcajadas, aunque sé que hay una muy buena intención detrás de cada una de ellas. 

CÁSATE CONMIGO EN NAVIDADWhere stories live. Discover now