Capítulo 29: Solo unos minutos

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– No lo harás – La rubia comentó con calma, mientras su mirada permanecía intacta en dirección a los ojos de la castaña.

– ¿Cómo puedes estar tan segura? – Está preguntó levantando la ceja, inquisitiva, curiosa por la razón de la rubia.

Está llevó el cigarrillo a sus labios, jalando de este y dejando el humo salir en la cara de la menor – Daniela, yo te crié, se de lo que eres y no capaz, y no creo que tu seas de las que muerde de la mano que comes – finalizó.

– No lo dudes – Está gruño acercando más la cuchilla.

La rubia observó los ojos de la menor, percatandose de la determinación que estos contenían, y la seriedad oculta.

Asintió su cabeza – ¿Quieres hablarlo mediante tomamos un poco de café? – Está sonrió, empujando la cuchilla con la punta de sus dedos hacia el lado.

Calle agachó la cabeza, apartándose de la rubia, volviendo a retomar su posición en la silla – No tengo tiempo para eso, necesito la información – Está aclaró, guardando el arma blanca en su pantalón.

– ¿Por qué tanta prisa? – La rubia preguntó curiosa, apagando el cigarrillo en un cenicero que se ubicaba en la mesita al lado de ella.

– Tengo a una chica durmiendo en mi casa, y no creo que se levanté en buen estado – Contestó simple, frustrandose al tiempo que estaba tomando la conversación.

La rubia asintió – Una chica de cabello azul, María José – Está comentó con una sonrisa en su rostro – Pero ya dijiste que te ibas a deshacer de ella, después de todo es la hija del señor Garzón, dudo mucho que sea buena persona en tu vida – Está finalizó, desviando su mirada hacia el escritorio, observando la hora.

– Regrésame los momentos que pase con ella – Está ordenó, causando una risa burlona en la rubia.

– Oh, querida sabes que eso no se puede, has momentos nuevos – Está sonrió – Pero los que han sido borrados, borrados se quedarán – Finalizó, parándose del sofá – Llévate a tu hermana una vez vayas de salida, ya me aburrí de tenerla aquí – Anuncio caminando hacia la puerta, dejando a la chica sola.

– Sabes, no tienes que juzgar a alguien por la familia de donde venga – la castaña comentó levantandose de la silla, caminando hacia la rubia.

Le regaló una mirada seria, antes de salir dejando a la rubia al lado del marco de la puerta, observándola irse.
Calle se encontró a su hermana a mitad de camino.

– ¡DANI! – Está grito emocionada, corriendo a los brazos de su hermana mayor, serpenteando sus manos por el cuello de esta.

– Cuidado, me vas a hacer caer – Calle río, devolviéndo el abrazo con un poco de fuerza, antes de soltarla.

– ¿Estás bien? – Juli preguntó despegandose de la mayor.

Está hundió los hombros, entretanto continuó caminando hacia la salida de la casa, señalando para que la siguiera.

– Solo me volvió a extraer pedazos de memoria de alguien – Está confesó desinteresada, observando su motora.

– ¿De nuevo? – Está preguntó incrédula, viendo como su hermana se montaba en la moto.

Está asintió, encendiendo la motora – Vamos para casa, tengo una pequeña dormida en mi cama, y le prometí que no llegaría tarde – Está anuncio, extendiendo le el casco de seguridad.

– ¿Poché está en casa? – Juli preguntó un tanto emocionada – ¿Se encuentra bien? ¿Cómo está? – Está añadió rápido.

– Pues... – Calle dejó sus palabras perderse en el viento, mientras dudaba si tenía que hablar del estado de la chica o no.

– ¿Calle? – Juli preguntó preocupada, mirando a la chica por encima del hombro, levantando una ceja.

La castaña respiro hondo – Si es la chica peli-azul que tengo en casa, la misma chica llamada María José – Está pausó – No está en un buen estado, ni físico ni mental – Está anuncio, sintiendo que el agarre de la menor se hacía un poco más fuerte.

– ¿A qué te refieres? – La menor preguntó con un tono preocupado.

– Creo que Sebastián le ha hecho algo horrible, la encontré anoche en casa, sentada al lado de la puerta, desnuda – Está pauso recolectando los rompecabezas de lo sucedido en su mente – Está traumada, y su estado parece de una muerta viviente, pues apesar de que está viva, sus ojos demuestran lo contrario – dejó salir un suspiro.

– ¿Cómo sabes que fue Sebastián? – Está preguntó curiosa para sacar la primera duda.

– Lo grito en una pesadilla que estaba teniendo – Está aclaró – Y la tuve que despertar, pero su expresiones, no eran de solo un sueño – Está informó.

– Poché... ¿Cuando dijiste que íbamos a matarlo? – Está gruño – ¿La dejastes sola? ¿Que pasa si se despierta? ¡SABES TODAS LAS ARMAS QUE TENEMOS EN LA CASA! puede ser peligroso para que ella lo tenga al alcance – Está grito recordando las cosas que escondían en aquellas cuatro paredes.

Calle abrió los ojos – Juliana, sujetate fuerte – Está anuncio, acelerando, casi pasando el límite de velocidad.

Llegaron en tiempo récord a la casa, Juliana se bajó primero, en la que la mayor estacionaba la motora en el garaje, y entraba al interior de la casa. Subiendo las escaleras observó de que Juli estaba parada pálida al frente de la puerta, observando hacia el interior de la habitación con una expresión de horror. Calle trago hondo, sus pasos siendo más lentos, la ansiedad y el miedo apoderándose de su cuerpo, mientras su respiración se entrecortaba, un nudo en la garganta se iba posesionando se esta, y el corazón iba subiendo el ritmo, tanto que se le hizo posible escucharlo, en el silencio sepulcral y ensordecedor que se había apoderado de la casa; su recorrido se sentía más largo de lo habitual.

Luego de un agonizante recorrido entre las escaleras y la puerta de su habitación, llegó al lado de su hermana, observando el rostro de la chica, quien tenía lágrimas recorriendo sus mejillas, aún su mirada fija al interior. Calle trago en seco, llevando sus ojos hacia el interior de su habitación, dejando un sopló incrédulo escapar de sus labios, mientras daba pasos lentos hacia el interior.

– Solo te deje unos minutos, prometí regresar, por qué no pudiste esperarme un poco más –

Te Entregare Mi Corazón - [Completado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora