Prólogo

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Poché observaba a su madre, quien se encontraba en la cocina, mientras hacia el desayunó; esta se sentó en el taburete de la pequeña isla en el centro de la cocina.

La madre sintió la sensación de ser observaba, lo cual causó que mirara hacia atrás y al ver quién era, sonrió.

– Pequeña calabaza, ¿por qué no me avisaste que estabas despierta? – La mayor comentó, con un tono suave y cariñoso, un instinto maternal de ella, mientras caminaba hacia la chica y depositaba un beso en la frente de esta.

Poché ronroneó al sentir el contacto, ese amor de madre que jamás le hacía falta, y cuidadosamente negó con la cabeza – No quería molestarte, te veías muy concentrada – susurró, mientras llevaba su mirada hacia el rostro de está.

La madre dejó salir una risita – Vamos, ayúdame con esto, para luego ir a levantar a tu padre y hermana – Comentó señalando las pistolas de aguas en la mesa de la sala.

La castaña asintió con una sonrisa, sabiendo a lo que su madre se refería, mientras se levantaba y caminaba cerca del mostrador para terminar de cocinar. Una vez la comida estaba en la isla, con los platos añadidos, ambas damas caminaron hacia la sala, tomando cada una, una pistola y llenando las con agua de la nevera; con sigilo subieron las escaleras, primero entrando al cuarto de Vale, pues sabían que esta tenía un sueño más ligero que el del hombre.

Poché abrió la puerta de golpe, pues había escuchado en una de sus redes sociales que si abría la puerta de esa manera, el crujido u chillido no se iban a presentar. Al entrar, está camino al lado izquierdo de la cama, y la madre al lado derecho.

Ambas se miraron, compartiendo la misma mirada maliciosa. La menor tomo un extremo de la sábana que cubría a su hermana, y la jalaba de golpe, rápidamente atacando a la chica.

– ¡A despertarte bella durmiente! – Poché comentó entre risas, mientras observaba como su hermana daba un brinco, cayendo sentada en la cama, toda mojada.

– Ay no wey, se pasaron – Vale comentó, intentando con sus manos secarse la cara, sintiendo como su cuerpo temblaba con el contacto del agua fría.

Entre risas, la madre le extendió una pistola extra – Venga falta tu padre – Finalizó antes de salir del cuarto dirigiéndose al primer piso, para rellenarla con agua de la nevera nuevamente.

Hicieron el mismo proceso, con el hombre, cuya voz tal vez se escuchó en la casa de al frente; antes de volver a bajar las escaleras, entre risas para ir a comer.

– Hoy saldremos, tengo que ir a comprar unas cosas – La madre dirigió la palabra hacia Poché, quien asintió sin preguntar para qué.

Te Entregare Mi Corazón - [Completado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora