Una bocanada de aire se deslizó fuera de mi a la vez que los suaves toques que mis dedos realizaban a lo largo de mi centro, siempre de manera superficial.

No tenía idea que me sucedía. El porqué de mis hormonas explosivas o mi osadía eran un misterio para mi, pero sabía bien que todo esto estaba floreciendo por culpa de aquel rubio desgraciado que se negaba a tocarme... A hacerlo realmente cuando dejaba tan claro el hecho de que él tambien lo deseaba.

Mi espalda se arqueó cuando rocé el punto mas sensible de mi, una vibra agradable me recorrió y, aún con los párpados cerrados, me atreví a acariciarlo nuevamente.
Con cada movimiento que mi mano realizaba una sensación compuesta de desesperación y dolor se iba acrecentando en mi feminidad, casi rogándome que me hundiera en ella. Mis dientes, ahora apretando mi labio con fuerza, evitaban que cualquier sonido se escapase. Pero cuando mi mano comenzó a agitarse cada vez mas rápido un leve, casi inaudible, gemido rompió el silencio de aquella fria habitación. Una sola palabra presionaba desesperadamente por salir. Su nombre.
Me dolía el pecho por la necesidad de gritarlo, soñando que si realmente lo decía entonces sería él quien vendría a acabar con el punzante pero placentero dolor.
Mi cintura comenzaba a retorcerse de manera inconsciente y los dedos de mis pies se separaban y apretaban con cada suspiro contenido se lograba escapar.
La mano en mi pecho seguía apretando el pezón casi a la par que la mano que se movía dentro de mis pantalones.
Apreté la cabeza contra la almohada y separé aun mas las piernas a debido al aumento de velocidad con la que me comenzaba a mover, casi arañando esa superficie imaginaria que, una vez rota, me daría alivio.
Otro gemido se me escapó, acompañado de quejidos y susurros, dejaba salir aire con mas frecuencia, casi resoplando. Podía sentir que estaba cerca, muy cerca, de aquella paz que tanto codiciaba.

De pronto una punzada, mejor dicho una sacudida, me recorrió el cuerpo quitándome casi todo el aire, obligándome a cerrar los dedos y apretar los dientes una vez mas con fuerza mientras dejaba que la corriente me recorriera todo el cuerpo tensando todo a su paso.

Adrien... —Susurré en la oscuridad con los párpados juntos y la respiración acelerada.

Entonces su nombre se escapó de mis labios como una plegaria.
Cuando mis músculos se relajaron y la realidad me golpeó me di cuenta de algo horrible. Algo que hizo que mi corazón se encogiera al tamaño de un maní. Me sentía terriblemente sola... Mucho mas de lo que esperaba.

POV Adrien


Luego de cerrar la puerta y dejarla afuera, con esa expresión tan triste me deje caer en la cama.
La odie tanto en ese preciso momento. Hoy mas que nunca. Hoy mas que el día de su muerte.
La odiaba por hacerme sentir cosas que ya había enterrado hacía tantos años ya, por obligarme a hacer cosas tan terribles como las que acababa de hacer.

¿Que se suponía que era ahora?¿Un amigo o un amante?¿Un héroe o un violador? Apreté las manos en mi rostro, tirando de la máscara negra que siquiera se movió un poco.

Más que nada me odiaba a mi mismo. Había arruinado todo en esa estupida fiesta por culpa de la peliazul. Tire de la almohada y la dejé caer sobre mi rostro, notando repentinamente el perfume frutado que la invadía.

—Me vas a sacar de quicio —Le murmuré a aquel perfume sabiendo bien a quien le pertenecía.

La presión dentro de mi pantalón había crecido aún más luego de besarla. La maldita erección comenzó únicamente por culpa de mi asquerosa mente, luego de malinterpretar aquellos sonidos que emitía cuando le extraje los vidrios de la planta de su pie había tenido que concentrarme como nunca para no perder la cabeza.

El Despertar - AdrinetteWhere stories live. Discover now