C A P Í T U L O 43

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Ellos desconectaron todo, se organizaron para darle una pieza y cables a cada uno. Salieron de mi departamento y me dijeron adiós desde el elevador.

[...]

Entré a la exposición, las paredes y columnas del lugar era blancas en su totalidad, el piso era de mármol y el techo de cristal permitiendo a los invitados ver el cielo nocturno parcialmente despejado.

Las paredes se mostraban adornadas con los lienzos de pinturas y fotografías, había reflectores apuntando a cada obra. El centro de atención era Nathan, como de costumbre, a su lado se encontraba Amy con un vestido largo de un color vino, su rostro yacía maquillado y mostraba una sonrisa hacia cada individuo que halagaba su trabajo.

—Si no mal recuerdo, vi más fotografías en la mañana. —Articulé detrás de ella.

Se giró, sus ojos inspeccionaron mi cuerpo de pies a cabeza con una sonrisa en el rostro.

—Las demás ya se han vendido. —Se dio vuelta comenzando a buscar en su bolsa.— ¿Por qué nunca te pones traje? Sólo te he visto así dos veces, contando ésta. —Sacó su cámara.

—Pese a lo irresistible que me veo, los trajes no son mis prendas favoritas. —Volteó hacia mí.

—Necesito que te acerques más a la pared. —Suspiré, finalmente acepté.— Mete tus manos a los bolsillos, sonríe. Eso es. —Tomó la foto.— Ahora lleva tu mano izquierda a tu manga derecha, inclina un poco la cabeza... Un poco menos... Voltea hacia mí... —Fotografió nuevamente.— Bien, con eso me basta. —Guardó su cámara.

—Listo, ya tienes material lo suficientemente bueno para tu próxima galería. —Enuncié arrogante.

—¿Piensas que las llevaré a una galería? Ni hablar, esas son para mí. —Reí.— Aunque no se te da mal modelar, si convenzo a Nathan quizá y vayas con nosotros a la siguiente sesión. —La abracé por la espalda.

—¿Y compartir el mismo aire que ese tipo por todo el día? Nah, paso.

—Tendré que hacerte venir más seguido a cosas como éstas. Creo que terminaré por desarrollar fetiches contigo y los trajes. —Solté una carcajada.

[...]

La galería terminó a las diez en punto, Amy había conseguido vender la mayoría de sus fotografías en una sola noche. Salimos del salón, guardé sus materiales en el maletero del auto, miré cómo Nathan se acercaba a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Amy! —La abrazó.— Por lo que vi,  te fue de maravilla. —La soltó finalmente.— Felicidades, hermosa.

Me recargué en el costado del auto, tosí repetitivas veces de manera fuerte, Nathan me miró alzando una ceja.

—Deberías ir al doctor, amigo. Esa tos se oye muy grave. —Es que tú eres tonto, ¿verdad?

Amy se desternilló por su comentario, a diferencia de él, ella si había comprendido la razón de esa fingida tos, algo que le causaba aún más gracia.

—Gracias por la felicitación, Nath. Tú también te luciste esta noche, pero ya es algo tarde y estoy agotada. Nos vemos luego. —Movió su mano de forma oscilante, abrí su puerta con caballerosidad y entró.

—Sonic. —Pronunció inclinando la cabeza levemente a manera de despedida.

—Nathan. —Imité la acción y subí al auto.

[...]

Al llegar al departamento, me eché al sofá con cansancio, a lo que ella se me unió recostándose a mi lado, al menos teníamos la fortuna de que fuera un mueble ancho.

Casados Por AccidenteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt