C A P Í T U L O 42

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Primera vez.

Sonic.

—¿Te vas ya? —Cuestionó mi colega de orbes violetas.

—Sí, estar sobre un escenario cansa más de lo que te imaginas. —Sonreí.— Supongo que tú te quedarás.

—Sólo un rato más. Estoy realmente decepcionado, cuando me dijiste que Amy vendría creí que traería compañía. —Rodé los ojos.

—¡Sonic! —Me llamó Mina.— ¿Vienes?

—¡Un segundo! —Pedí.— Lo siento Knux, será para la próxima. —Me despedí de él con un choque de palmas apresurado.

Corrí hasta la mangosta de pelaje amarillo, me miraba un tanto desesperada, de cierto modo la comprendía. Debía de estar ansiosa por darse un descanso de esta noche, agradecía el hecho de que se hubiese ofrecido para llevarnos a Silver, Amy y a mí a nuestros respectivos recintos.

[...]

Viajábamos en el gran vehículo de la banda de Mina. El show ya había terminado en principios del día siguiente, abriéndole paso al Dj del lugar.

—¡¿Viste lo locos que se volvieron cuando hiciste el solo de caja negra?! —Enfatizó entusiasmada.

—No entiendo como hiciste lo de mantener por tanto tiempo una nota tan alta, ni siquiera yo llego. —Felicité.

—Gracias aunque creo que me faltó técnica, amaneceré afónica. —Bromeó.

Miré por la ventana, yacíamos próximos a la calle donde se encontraba ubicado nuestro edificio.

—¿Ya tienes donde hospedarte? —Indagué en un intento de ser atento.

—Sí, me quedaré en Gran Hotel, está por el norte de la ciudad. —Amy y yo nos miramos entre sí.— ¿Pasa algo? —Ambos reímos.

—¿Dijo Gran Hotel? —Intervino Silver. A lo que nosotros asentimos con la cabeza, él soltó una risa risueña por igual.

—¿Conocen el lugar? ¡No entiendo!

Las carcajadas cesaron, quedamos envueltos en un ambiente silente y extrañamente reconfortante. Volví a mirar por la ventana, era momento de bajarnos del auto y adentrarnos a nuestro hogar.

—Mina, ¿no tienes problema con Silver? —Interrogué.

—Mi casa queda camino al hotel donde se hospedan. —Enunció entrometiéndose en la charla.

—Ahí lo tienes, no te preocupes por eso. —Me proporcionó un codazo a modo de juego.

—Bien, entonces nosotros aquí nos despedimos. —El auto paró su marcha.

Amy y yo abandonamos el vehículo. Me limité a oscilar mi mano desde la acera, ellos respondieron de igual manera dentro de la cabina del automóvil.

Me colgué la funda de mi guitarra en la espalda y caminé al lado de Amy. Eran las dos de la madrugada, la recepción estaba vacía. Pulsé el botón para llamar ascensor, no obstante, las puertas se corrieron para permitirnos el acceso, entramos y marqué el piso de nuestro departamento.

Dentro del elevador se mantenía un profundo ambiente falto de sonido, lo único audible que alcanzaba a percibir era la respiración relajada de ambos. Después de tanta emoción era imposible no decir que yacía agotado. Me recargué cuidadoso en una de las esquinas del elevador.

Casados Por AccidenteWhere stories live. Discover now