Día 85

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No le respondí y salí corriendo. No me seguio, me dejo ir.

Trabajo, trabajo, es en lo unico que necesitaba concentrarme. No lo hago nada mal después de todo.

La noche llegó pero para mi siete ya tenía donde dormir.

-Te vemos mañana- dijo Sergio despidiéndose de mi.

-Yo igual, cuidate.

Al recostarme sólo pensé que ya no tenía más excusas para ir a casa de Martinus o hablar con él, ya tenía todo lo que necesitaba, bueno no, no tenía suficiente ropa.

(...)

Estaba en el colegio esperando impaciente a Martinus. Las clases empezaron y él no llegó. Creo que no vendrá hoy.

Mi angustia aumentaba casa vez más. Quería verlo, me había acostumbrado verlo todo el día y ahora eso está cambiando.

-¿Puede prestar atención a mi clase?- gritó la profesora.

No sabía a quien se refería hasta que todos voltearon a verme sacandome de mis pensamientos.

-Lo siento mucho.

-Tal vez lo que estaba pensando era más importante que mi clase.

Obviamente lo era.

-No, no era nada lo siento.

-Ahora preste atención a mi clase.

Todos rieron, me sentí avergonzada. Odiaba llamar la atención de las personas, me incomodaba.

La mala suerte al parecer me persigue. Martinus no vino las primeras horas y el receso empezó, no vendrá. Una parte de mi se entristecio por no verlo.

Las clases terminaron pero no les presté atención. Pensé en Martinus, su perfectas mejillas, sus ojos llenos de luz y esa gran sonrisa que muestra cuando está feliz o cuando está conmigo.

Estaba por salir y vi a la hipócrita de Federica con otras chicas. Tuve dudas de acercarme a ella pero se me adelanto, estaba frente de mi con una sonrisa burlona.

-¿Te puedo ayudar en algo?- le pregunté.

-En nada, sólo quería verte después de ese gran día. Al fin ya no tengo que fingir contigo.

Me entraron unas ganas de golpearla pero sabía que ella quería que lo haga para sanar provecho de eso.

-Bueno adios, tengo cosas más importantes que hacer.

Empecé a caminar para ir al restaurante, se me hacía tarde.

-Todos escuchen- gritó Federica haciendo que todo el colegio le preste atención. -¿Saben porque Martinus ya no anda con esta?- empezó a señalarme y jalonearme.

Los murmullos empezaron entre todos los presentes.

-¿No verdad? Bueno yo se los voy a contar.

Sólo quería que la tierra me tragara para que se acabe está vergonzosa situación. ¿Realmente se lo iba a decir a todos?

-Para porfavor ¿Qué es lo que quieres?

-Humillarte para que dejes de molestarnos.

-¿Qué sucede aquí? Esta loca.

Ese rayo de luz llegó a mi, el profesor de química interrumpió ese espectáculo. Gracias. Todos abuchearon y se fueron para no tener problemas.

-Ven conmigo, llamaremos a tus padres.

Llevó a Federica a la oficina y yo me fui algo asustada porqie muchos me miraban esperando la respuesta.

Al llegar al restaurante encontré a Sergio besando a una clienta. Fue graciosa su reacción al verme.

-Pueden seguir en lo que estaban.

Me dirigí a la cocina para ver que podía hacer y no presenciar esa escena.

La tarde pasaba lentamente haciendo que piense en Martinus cada segundo. Ya quería que llegue la noche porque ni clientes teníamos hoy. Del aburrimiento comía las 0a0as que estaban junto a mi.

-¿Qué haces? Ya te he dicho que está prohibido hacer eso- gritó Sergio haciéndome pegar un gran susto.

-Lo siento, es que me siento rara y me da mucha hambre.

-La última vez.

-Claro- dije entre risas.

-Sal a dejar está orden, el cliente está esperando.

-Voy pero sería mejor que nos turnaramos para...

-Para que puedas dormir y todo eso, claro que no.

-Muchas gracias tonto- dije irónicamente.

Él y yo nos volvimos muy buenos amigos en este tiempo, nos gustaba bromear para pasar el rato aunq8e era algo amargado.

Cuando salí de la cocina vi una silueta muy conocida, Martinus. ¿Qué hace aqui? Sonreí pero me puse muy nerviosa, no quería que sepa que trabajo aquí. Di la vuelta y fui a buscar a Sergio. Por suerte no me vio porque estaba de espaldas.

-¡Sergio!- grité desesperada pero lo encontré durmiendo.

-Casi me matas de un susto, animal.

Sergio está dormido y siempre me decía que eso estaba prohibido.

-Perdón pero necesito que me ayudes.

-Si no le dices a mi papá que me encontraste durmiendo lo haré.

-Claro lo que tu quieras.

-Dime que quieres que haga.

-Entrega tú está orden.

Me miró extrañado, desaprovechaba una gran oportunidad pero no importaba.

-¿Porqué no vas tú?- preguntó.

-Él era mi novio y no quiero que sepa que estoy aquí.

-¿Te avergüenza trabajar con nosotros?

-No tonto, sólo no quiero que sepa donde me estoy quedando.

-Esta bien.

Sergio salió primero y yo lo miré con la puerta un poco abierta. Martinus se veía tan guapo, quería correr hacía él pero no era indicado. Sergio vino hacía mi tratando de aguantar la risa.

-Entra, eres muy idiota ¿sabes?- cerró la puerta y empezó a reír. No entendía nada.

-¿De qué hablas? No entiendo nada.

-Tú novio es muy gracioso.

-¿Hablaste con él?- pregunté.

-Si ¿querés saber de que?

-Obviamente- me sonroje.

-Sabe que estas aquí y me mandó esto- extendió su mano con un papel.

¿Acaso dijo que sabe que estoy aquí?¿Cómo?

-¿Cómo sabe esto?¿tú se lo dijiste verdad? Traidor, te odio.

-Calmate. Él te vio espiandolo cuando fui a dejarle su orden, por eso dije que eres idiota ni disimular puedes.

Salió dejándome sola para que pueda leer esa nota. Tenía miedo de abrirla pero lo hice.

Perdóname por no ir hoy a clases, si me importa ir para estar contigo y aprender, claro pero tuve que ir al estudio.
Debiste haber estado muy triste sin verme, yo también lo estoy.

Te extraño amor.
Martinus.

Tonto, tonto, tonto ¿cómo lo supo? Salí corriendo a verlo pero para mi suerte ya no estaba.

Martinus te amo.

Perdón por no publicar.

30 días junto a Martinus (Marcus Y Martinus)(Marcus And Martinus)Where stories live. Discover now