Día 3

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Mi petición era absurda al saber que su casa estaba junto a la mía pero igual lo dije, una parte de mi quería tenerlo por un poco más de tiempo.

—No te preocupes —sonrió como si pensará que había olvidado que somos vecinos.

Necesitaba una buena excusa para que se quedara y no sólo decir que estaba lloviendo.

—¿Recuerdas que te mostraría mi casa? —sonreí—Te la quiero mostrar ahora que estas frente a mi puerta—no lo pensé y tome su mano para entrar.

—Claro... —lo escuche, estaba confundido.

Yo también lo estaba. Tal vez actuaba de esa manera porque tenía miedo de perder al único amigo que he hecho hasta ahora.

—Esta menos desordenada que la mía —bufo.

No lo había recordado, mamá me pidió que la limpiara hace un par de días pero lo dejé a la mitad y quedó peor. La miré con más detenimiento y si, lo estaba.

—Te lo dije —respondí nerviosa.

—Mientas... ¿Qué vamos a hacer para pasar el rato? —ni la más mínima idea pero ya se me va a ocurrir algo.

—¿Quieres ver algo el la televisión, una serie o alguna película? —gran improvisación.

—Estaba viendo una serie en mi casa que aún no terminó ¿podemos ver esa? —preguntó.

—Eres mi invitado, será lo que tú digas.

Tomó asiento en la sala sin importarle que toda su ropa estaba mojada. Mis padres van a matarme.

—¡Martinus! —ahogue el grito que estaba por salir y sólo apreté mis dedos —Levántate —le ordene.

—¿Qué sucede? —Me miró asustado.

—Tu ropa está mojada. Espera un momento, te conseguiré algo —salí corriendo hacía mi cuarto.

Recordaba una sudadera que usaba como vestido, era negra y le quedaría bien. Lo único que me faltaba era la parte de abajo. No se me ocurría nada; tenía faldas, shorts, leggins y jeans pero a mi medida y eso a Martinus no le entraría por nada del mundo gracias a sus grandes piernas.
Baje sólo con la sudadera en mis manos tratando de recordar que más podría prestarle pero no se me ocurrió nada.

—Conseguí esto para ti —se la extendí.

—Muchas gracias —la puso sobre el sofá y se sacó la camiseta que traía.

—Pensé que pedirías ir a otro lugar, ya sabes, para tener privacidad —giré mirando al suelo. Tampoco era necesario porque ya lo mire, antes también lo hice. Cuando el agua cayó sobre nosotros su camiseta marcó cada parte de su cuerpo.

—Tranquila, no tiene nada de malo pero... —gire lentamente esperando que ya se la haya puesto— tú también deberías cambiarte.

Me miré y tenía razón, sentía el agua dentro de mis zapatos también mucho frío recorrer por todo mi cuerpo.

—Ahora vuelo —alcé mi dedo y salí corriendo.

Subí las escaleras lo más rápido que pude mientras pensaba que iba a ponerme. Unos jeans con la sudadera que mamá compró antes de mudarnos me quedaría muy bien.

—Listo pero me siento mal por ti —ya estaba frente a él. No es por nada pero le quedaba mucho mejor a mi esa sudadera que le di.

—¿Por qué? Hasta me diste tu sudadera pero creo que es muy grande para ti —rió viéndola más de cerca.

—Tu pantalón sigue mojado pero no encontré nada en mi closet y sea sudadera —solté una carcajada— la uso como un vestido.

—No te preocupes, creo que ya paro de llover y puedo ir a mi casa a cambiarme —se veía feliz pero lo que dijo me entristeció, estaba por irse.

30 días junto a Martinus (Marcus Y Martinus)(Marcus And Martinus)Where stories live. Discover now