C A P Í T U L O 38

Começar do início
                                    

Quizá ella no era una guitarrista profesional, tal vez tenía bastantes fallos, puede que no estubiera tocando con un Jimi Hendrix, un Eric Clapton o un Kirk Hammett. Pero para mí, su propio nombre, "Amy Rose", era un sinónimo de perfección.

Llegó el primer solo de la canción, mi dentadura se mostraba a través de entre mis labios, me causaba gracia el cómo sus ojos se movían para intentar ver los movimientos de mis dedos y al mismo tiempo intentar prestar atención a las cuerdas que ella estaba tocando. Me dejé llevar por la melodía, improvisé agregando más acordes y escalas. Con ella aquí mi cabeza salía disparada por los aires.

Le concedí el honor de tocar los últimos rasgueo y por fin terminar la canción. Sus labios se curvearon mostrando una amplia sonrisa y me besó cortamente.

—¡Hasta que una canción nos sale bien! —Exclamó como si se trátase de un milagro.

La puerta se abrió, me topé con la sorpresa de ver a mis hermanos y a Scourge mirándome con picardía y asombro. No sabía quién estaba más shockeado, ellos o yo porque acababan de entrar a mi casa sin que yo me diese cuenta.

—¿Cómo entraron a mi casa?

—Sé un par de trucos para abrir puertas y candados. —Confesó con maldad el pesado de mi hermano.

—¿Podemos integrarla a la banda? ¡No quiero ser la única chica! —Rogó Sonia.

—Además, ella me ayudaría a ligar. ¿Debes de tener muchas amigas, no? —Preguntó Scourge a lo que mi hermano también le dio importancia. Rodé los ojos.

—¿Ven por qué no quiero ser la única aquí?

Amy río por todo aquello, apartó su guitarra de su cuerpo y la recargó en la pared.

—Gracias, pero tampoco quiero convivir con Sonic hasta hartarme. —Bromeó.— Ya es suficiente con vivir juntos. —Los miembros de mi banda me miraron dubitativos.

—Eh... Creo que se me olvidó decirles que ella se mudó conmigo. —Reí.

—¿Entonces la fiesta con putas ya no se hará aquí? —Soltó descaradamente el de púas verdozas.

—¡No le creas! ¡Él miente, miente! ¡Lo juro!

[...]

Amy.

Al día siguiente desperté en su cama, había dormido muy bien teniéndolo a mi lado en toda la noche. Dudo mucho que él lo supiera, pero cuando yacía profundamente dormido, sus labios sonreían de lado ligeramente.

Cuando abrí mis ojos en su totalidad, vislumbré un espacio vacío al otro lado de la cama, Sonic no estaba.

Me levanté, saliendo de la habitación escuché música rock, sin embargo estaba a un volumen bajo. Al acercarme más me percaté de que era Sonic haciendo ejercicio en una zona despejada al lado de la sala.

Él flexionaba sus rodillas en un ángulo de noventa grados, saltaba alto, llevaba sus piernas hasta su pecho mientras se encontraba en el aire, al caer se lanzaba al suelo para hacer flexiones.

Vestía una ropa un tanto holgada, un pants negro con una camisa de manga corta del mismo color. Me recargué en la pared para continuar con mi labor, deleitarme al verlo.

El cronómetro de su celular comenzó a sonar y paró su actividad. Llevó sus manos hasta su cintura, exhaló con cansancio y me finalmente me notó.

—¿Qué haces ahí?

—Admirando la buena vista que tiene tu departamento. —Bromeé. El rió por aquello.

Casados Por AccidenteOnde histórias criam vida. Descubra agora