EPÍLOGO

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Los nervios empiezan a hacer estragos en mi. Veo por la ventana de la limusina, sigo en las nubes por el hecho de estar montada en una, y contemplo con ansiedad las calles. Tengo una extraña sensación de querer salir corriendo del vehículo pero también quisiera quedarme en el para siempre. Me siento cómoda pero un poco asfixiada, aunque eso último puede ser causado por el vestido que traigo puesto. Empiezo a checar como por octava vez que todo esté en orden. Mis pies se sienten extraños por los tacones que traen puestos y me doy cuenta, al bajar la mirada, que estoy pisando la tela blanca más bonita que había visto en mi vida. Apresuradamente dejo de pisarla y trató de quitar la pequeña mancha gris que dejé.
-Tranquila, no es nada, ni siquiera se va a notar.- me dice Zo que va sentada al lado de mi.
Luce tan hermosa que no puedo evitar pensar en lo afortunado que fue mi hermano de encontrarla...y ella a él.

Después de unos quince minutos de viaje llegamos a la Quinta donde se llevaría a cabo la ceremonia. Era realmente hermosa. Antes había sido una hacienda de un hombre rico e influyente, contaba con una casa enorme, caballerizas, un salón para eventos, un granero enorme, un pozo, un lago pequeño al que llegaban decenas de patos silvestres y demasiada vegetación. Con la decoración que se le puso, las luces, los globos, las mesas, el pastel, los invitados...parecía una escena sacada de algún cuento, de una película antigua, de un bosque encantado.

Las personas del servicio contratado arreglan los últimos detalles y los músicos afinan sus instrumentos mientras que yo estoy dentro de la casa, junto con las damas.
Me alegra estar ahí y mi cabeza empieza a hacer una clase de recuento recordando todos y cada uno de los momentos que hicieron que este día estemos a punto de celebrar una de las fechas más hermosas e importantes de mi vida. Me doy cuenta que a pesar de todo el amor siguió donde empezó, que fue mucho más fuerte que la adversidad, que los obstáculos no fueron lo suficientemente grandes y que los malos entendidos se resolvieron con facilidad.

Malos entendidos...

Esas palabras me hacen recordar lo que sucedió dos noches antes. Mi estómago se aprieta y mis mejillas se tensan en una sonrisa producida por los nervios que sentí.
Dicen que recordar es volver a vivir...bueno, recordar esa noche me pone tan ansiosa como lo estuve, solo que ahora puedo verlo con un poco de humor.

¿Les cuento?

Esa noche las chicas y yo estábamos en el departamento. Llevaba los tacones más altos que mi columna toleraba y el vestido más brillante y corto que había usado. Colgaba de mi hombro la cadena dorada un bolso pequeño que me acompañaba esa ocasión.

Las ganas de festejar nos invadían y se colaban por nuestros poros. Cuando la novia de mi hermano avisó que ya estaba esperando por nosotras bajamos en seguida.

En la entrada del edificio había dos carros estacionados esperando. De ellos se escapaba el bitoreo de amigas y unas de sus primas que también habíamos conocido en el pasado. Todas eran muy agradables. Una mano salió del asiento trasero del auto que estaba al tope.
-¡Suban rápido!
Esa era Sharon. La había invitado porque era cercana pero, sobretodo, porque a donde quiera que fuera era el alma de la fiesta. Estaba excesivamente alegre y la celebración aún no había empezado, al menos no al cien. Desde ese momento supe que las cosas se iban a descontrolar, pero ¿Que importaba? Estábamos de fiesta ¡Sí señor!

El club al que fuimos estaba no muy lejos del centro de la ciudad y lo había propuesto Sharon. Era concurrido, demasiado concurrido. Recordaba haber pasado por fuera varias noches y siempre parecía tener personas haciendo fila para entrar. Eso sólo significaba dos cosas: o tenían muy buenas bebidas, o no era demasiado costoso entrar. Cualquiera que fuese la razón de su extensa clientela, nos convenía.

Te atravesaste en mi camino. (Tom Holland)Where stories live. Discover now