32- Miércoles

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Las ganas de hacer pipi me despertaron.
No podía creer que habíamos dormido toda la noche en la colchoneta. Seguíamos en la misma posición que recordaba: mi cabeza estaba recargada en su bíceps derecho mientras que con su otro brazo me abrazaba la cintura, tenía mi pierna entrelazada con la suya y mi nariz estaba escondida entre la manta y su pecho, donde tambien se encontraba recargada mi mano. No mentiré se sentía bien despertar cómoda, calientita y con Tom sirviendo como mi oso de peluche.
Me levanté lo más lenta, cuidadosa y sigilosamente posible para no despertarlo. "Espero que no hayan cerrado" pensé mientras caminaba  hacia la puerta para entrar a la casa.
Me lavé la cara y puse un poco de hidratante que estaba en el gabinete del baño. Arreglé mis cejas, mi rebelde y esponjado cabello y medio enchiné mis pestañas con mis dedos.
Me dirigí a la cocina donde ya se encontraba la señora Nikki preparando el desayuno. Mientras yo llegaba también lo hacía Thomas, quién caminaba envuelto en una cobija como si fuera un sexy tamalito.
-Buenos días.-saludé.
-Buenos días, hija...- quitó su mirada de la mesa y la posó en nosotros- ¿Pasaron la noche afuera?- preguntó ella entre sorprendida y burlona.
Estaba por contestarle cuando una voz me interrumpió.
-¿Acamparon anoche y no me invitaron?- nos reclamó Paddy, quién aún estaba en pijama y venía de la sala con el ceño fruncido.
-Lo siento, enano, pero ya era mi turno de estar con ella, tu siempre me la robas.
-Eso no es cierto, además a ella le gusta estar conmigo ¿Verdad?- volteó a verme esperanzado y me tomó de la mano.
De nuevo antes de que contestara una voz me interrumpió así que solo asentí con la cabeza.
-Patrick deja a esa pobre niña en paz.
-Es mi amiga mamá.
-Si pero no la hostigues, pobrecita.
-Esta bien señora...
-Nikki- olvidaba que no quería que le dijera señora ni que le hablara de "usted".
-Nikki,- corregí- es un niño muy lindo.
-JAJAJAJAJA- se burló Tom.-¿Lindo? Si, claro.
-Oye.-defendí a mi amiguito y le di un leve golpe en el hombro a Tom.
-Ouch.- se burló.
-Dejalos en paz y ayudame a llevar eso a la mesa.-dijo aún divertida su mamá.
Ambos le ayudamos a poner la mesa mientras los demás integrantes de la familia bajaban, ya arregladitos, a desayunar.
Conversar con ellos era muy divertido y lo que más me gustaba era el como me trataban como una más de la familia y no solo como una invitada o una conocida solamente de Tom.

El castaño masticaba un pedazo de su aprentemente riquísima magdalena cuando se giró un poco en su silla y me habló.
"Increíble, yo aún no terminaba lo que me había servido y el ya iba en el postre."
-Vamos al bosque.
Me sacó de onda su propuesta repentina e imprevista.
-Vale.
Se sorprendió por la simpleza y tranquilidad con que respondí. Asintió complacido y siguió comiendo.

Su mamá cocinaba delicioso. No me explicaba cómo las mamás podían cocinar tan bien. Seguramente yo fracasaría como una "mamá de buen sazón."

Cuando terminamos de desayunar los gemelos tenían que salir, así que me ofrecí a recoger la mesa y a lavar los trastos para que la señora Nikki pudiera irse tranquila con sus hijos.
-Ay, muchas gracias, hija. Que pena que te ponga a trabajar en tus vacaciones.
-No se preocupe, me gusta ayudar.
Me sonrió y acarició mi mejilla. Luego se dirigió a Paddy y Tom.
-Nos vamos chicos, Laura se queda a cargo.
-¿Qué?- replicó Thomas- ¿Si sabes que soy mayor, no?
-Si, pero ella esta a cargo.
Thomas volteó a verme feo y yo, muy madura, le enseñé la lengua mientras arrugaba mi nariz.

Después de su partida, mientras lavaba los trastos Tom me miraba desde la entrada de la cocina.
Empecé una conversación con él en un intento por disipar los nervios de tener su mirada sobre mi.
-¿Y qué haremos allá?
-No lo se, si vienes ya veremos que hacer.- hablaba como si estuviese haciendome la mejor oferta de mi vida- Podemos caminar, hablar, pasear a Tessa...¡No lo se! Solo quiero ir al maldito bosque contigo.- pronunció juguetón acercándose peligrosamente a mi.
Tomé el plato que lavaba con más fuerza, por precaución.
Amaba cuando se portaba juguetón y desquiciado, era tentador y entretenido, hacía que la urgente necesidad de estar con él y seguirlo a todos lados.
Tomó mi cintura, apegando mi cuerpo al suyo, erizando mi piel al instante y haciendo que mis manos temblaran. Acercó su nariz a mi cuello, lo que provocó una sensación de debilidad en mis rodillas y un aumento en mi nerviosismo de novata ante Holland.
-¿Esta muy lejos ese bosque?- traté de distraer mi mente.
-No mucho.
-¿Tienes alguna bicicleta?
-¿Quieres ir pedaleando?
-Si.
-Iremos pedalenado entonces.

Te atravesaste en mi camino. (Tom Holland)Where stories live. Discover now