20-Te voy a extrañar

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Bajamos de la camioneta para entrar al edificio. Aún tenía la chaqueta del castaño puesta, era calientita y tenía su olor impregnado ¿Había algo más embriagante que la fragancia de ese individuo? En cuanto llegamos Tom me mandó a dormir ¿A qué hora cambiamos los roles de niñera y niño obediente?

Desperté a las siete de la mañana y corriendo fui a bañarme. Fue un baño express pero aún así traté de disfrutarlo ya que era la última vez que me ducharía ahí, la última vez que usaría su shampoo y su jabón; era la última vez de muchas cosas que me habían gustado y lamentablemente no eran cotidianas, al menos no en mi vida.
Cuando salí pude escuchar que los chicos ya estaban despiertos.
-Vamos a un café "Grumpy".- identifiqué la voz de Harrison.
-No, menjor vamos a "Five Napkin".
-¿A esta hora?
-¿Que tiene?-dijo ofendido Thomas- Hemos ido a desayunar ahí cientos de veces.
-Si pero ¿Crees que ella quiera como desayuno algo del menú?
-Si.- dijo muy confiado el castaño-Vamos, tu también tienes ganas de ir, ya los conozco.
-Okay.

"¿Pues a dónde quieren ir?" Pensé, aun que no me preocupé, seguramente ese "Five Napkin" era un lugar donde se comía delicioso. Si a ellos les gusta a mi también.
Terminé de arreglarme e hice mi maleta. Chequé cada cajón que había utilizado porque tenía la sensación de que olvidaba algo. Ese algo eran mis tenis. Los había salpicado de crema el jueves y los dejé en el cuarto de lavado. Fui por ellos y con una jerga húmeda los limpié lo mejor que pude. Traté y traté hasta que quedaron decentes. Me los puse y eché la playera que había usado al cesto de ropa sucia ya que no me iba a dar tiempo de lavarla. Hice la cama, acomodé todo, doblé la ropa limpia que los chicos me habían prestado y acomodé los tenis de Harrison. Lo puse todo junto. Arranqué una hoja de una libretita que andaba cargando, en la que escribí, con mi mejor letra, mis agradecimientos.
Llamaron a mi puerta.
-Ya estamos listos.-dijo el ojiazul desde afuera.
-Yo igual.-contesté.
Eché un último vistazo a la habitación y tomé mis cosas.

Esta vez el castaño tomó el volante y Haz me cedió el asiento del copiloto. Como siempre, prendí la radio.
-No puedes vivir sin la música ¿Cierto?- dijo Hazza.
-No.-rodé los ojos mientras lo miraba por el retrovisor- Las canciones son como la tinta de las páginas del libro de la vida.
Sentí la sonrisa de Thomas.
-¿Te han dicho que eres una melodramática?- bromeó Harrison.
-Nunca ¿Por qué, oíste algo?
Reír era de lo más fácil estando con ellos.

Thomas condujo alrededor de diez minutos, descontando el tiempo de espera de los semáforos. Aparcamos la camioneta y caminamos un poco. Llegamos a un restaurante no muy grande y con un aspecto totalmente urbano. Al entrar un olor deliciosamente antojable llegó a mi nariz. Era como una grasita mañanera perfecta para un domingo con amigos. Nos sentamos en una mesa del fondo. Rápidamente una chava nos atendió. Era una chaparrita de pelo rubio y lacio peinado en media coleta con mínimo unas treinta capas de maquillaje. Se veía muy sonriente y jugaba con su cabello.
-Hola, mi nombre es Lariza y yo los atenderé hoy.- dijo con un tono de voz extraño y no nos lo dijo a todos, solo miraba a Thomas.
-Hola, yo pediré una "Original Five Napkin Burguer".-dijo Tom.
-Yo una "Bacon Cheddar" y...-Harrison volteó a verme. Por estar embobada con el castaño la mesera no entregó las cartas, así que yo no sabía que ordenar- ¿Te parece la sugerencia de un experto?- me preguntó.
-Claro.
-Que sean dos entonces.- se dijo a Lariza.
-Ah, y tres malteadas...de chocolate, por favor.-pidió Tom.
-Muy bien. Si se les ofrece algo más, lo que sea,- eso último lo dijo muy insinuadoramente y mirando a Tom- sólo llamen.
Se fue caminando y moviendo muy exageradamente la cadera.
-Lo siento...-empezó a hablar Tom.
-No, esta bien.-hablé al mismo tiempo.
-No puedo evitarlo, soy demasiado guapo.-continuó hablando.
-Ay ajá.-no pude evitar burlarme, junto con Haz, de su repentina vanidad.
Unos quince minutos después la chica volvió con un carrito y nuestra comida. Las hamburguesas lucían magestuosas, todas estaban acompañadas de papas a la francesa, aderezos, salsas y unas preciosas malteadas que me hacían agua la boca.
-Provecho.-le dijo a Thomas y se fue.
Podría jurar que se había subido más la falda y había desabrochado un botón más de su camisa del uniforme. Todos nos dimos cuenta de sus intenciones. Tom, sonriente, me miró con una expresión en el rostro que podía traducirse como un "las traigo locas a todas". Miré a Harrison, que ya se estaba comiendo una papa, pero hizo una mueca ante la expresión de su amigo. Me hice a un lado, volteé a ver a la mesera, luego a Tom e introduje un dedo en mi boca simulando vomitar ante la escena que acababa de presenciar.
-¿Estas celosa?- preguntó coqueto.
-Ja, claro que no.-contesté y me comí una papita.
-Haré como que te creo.- contestó insolente.
Le di el primer mordisco a mi hamburguesa. Estaba de-li-cio-sa. Tenía lo de siempre (lechuga, gitomate, mayonesa,chiles...) pero lo especial era su carne jugosita y chonchita; su queso derretido y sus deliciosas tiras de tocino.
-Mmm.-dije y levanté mi pulgar hacia el ojiazul que había pedido nuestra comida.
-Te lo dije...-habló con el bocado en la boca- soy un experto.

Alrededor de una hora más tarde terminamos de comer y pedimos la cuenta. Esta vez no los dejé ganar y dividimos la cuenta entre los tres.
-Un gusto atenderlos, vuelvan pronto.
Fue lo último que dijo la mesera, aún coqueta, y salimos del lugar. Me sentí realmente satisfecha. "Si vuelvo a NY vendré por una hamburguesa".
-¿Te gustó el desayuno?- preguntó Thomas mientras empezábamos a caminar hacia la camioneta.
-Oh, me encantó.
-¿Ves? Y tu que no querías venir.-le dijo a Harrison.
-No es que no quisiera venir es que no sabía si ella querría desayunar aquí.
-Bueno, ahora lo sabes: soy una tragona.-Rieron conmigo.
-Son de las mejores hamburguesas de la ciudad.-dijo el castaño.
-Ya lo creo. Están dentro del top de las cinco mejores hamburguesas que he comido.
Justo cuando comentaba eso vi un vestido hermoso puesto en un maniquí en una tienda que ni siquiera había visto cuando pasamos la primera vez por ahí. Era de mangas largas pero de hombros descubiertos, tenía una caída muy bonita, lucía fresco, con un estampado de florecitas con un fondo azul oscuro. Se me salió un sonidito de sorpresa/admiración, como si hubiera jalado aire porque la gloria de ese vestido me lo hubiese robado.
Sin darme cuenta dejé de caminar para observar la prenda.
-¿Te gusta?-preguntó Tom regresando unos pasos.
-¿A ti no? Esta bellísimo.
-¿No te lo quieres probar?
-¿Que? No no no
-¿Por qué no?
-Pues porque no lo voy a comprar...solo decía que estaba bonito.
Le hice una seña con la cabeza para que siguiera caminando.
-Chicas.-dijo el ojiazul.
Era muy bonito y claro que me habría gustado provarmelo pero seguro era caro y yo ya no podía seguir despilfarrando el poco dinero que aún tenía; y si me lo probaba existía la probabilidad de que él quisiera comprarmelo y eso me haría sentir mal, como una abusadora que se aprovechaba de la amabilidad y el dinero de su amigo.

Llegamos al aeropuerto justo a tiempo para que me formara, checaron mi pasaporte y todo eso. Al termino del tedioso procedimiento ya solo faltaban diez minutos para que pudiera abordar. Los ánimos de la mañana se había disipado. Una extraña mezcla de tristeza, nostalgia y nervios se estaba alojando en mi.
-Bueno, supongo que los veo luego ¿No?- me estaba costando trabajo hablar.
-Si, espero que pronto.- dijo Haz dandome un abrazo sincero y cariñoso.
-Yo igual.
Soltamos el agarre. Giré hacia Tom, quien se acercó y también me abrazó. Sus brazos me sujetaron fuerte y cariñosamente. Enterró su nariz en mis cabellos y yo planté la mía en su cuello. Su loción fresca y masculina mezclada con su piel e resultaba algo fascinante. Un suspiro, de esos largos y ruidosos, salió de mi. Levanté el rostro y él ya estaba mirándome.
-Hey, es solo un hasta pronto.
-Lo sé.
-Aun que...te voy a extrañar.
Nos separamos y mantuvimos nuestras miradas, que lentamente fueron descendiendo hacia nuestros labios...una voz femenina que sonó por las bocinas nos sobresaltó, anunciaba que todos los que fueran a abordar mi vuelo teníamos que hacerlo en esos momentos.
Me acompañaron hasta mi andén. Volteé a verlos. Me despidieron con sus manos, hice lo mismo y caminé junto a los demás pasajeros.

Tomé asiento. Unos minutos después despegamos. Me había tocado junto a la ventana. Ver el cielo y las nubes que están a lo lejos es sumamente relajante. Mientras miraba el paisaje no hacía más que pensar en lo maravilloso que fue mi fin de semana. Tal vez había empezado con un susto horrible, aún recuerdo como se me revolvió el estómago al recibir la llamada de Haz; pero en cuanto lo vi las cosas no hicieron más que mejorar. Nunca creí llevarme así de bien con alguien que no fuera Naomi y Gloria y de repente llegan estos dos,tres, a mi vida sin previo aviso ni nada y lo cambian todo. Era algo totalmente diferente, y ese diferente me gustaba. Me causaban una sensación de seguridad y confianza que nadie más podía provocar, al menos no tan fácil.



Te atravesaste en mi camino. (Tom Holland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora