29| Querido papá

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[2]

El recorrido resultó tranquilo, no nos gritamos ni insultados, guardamos la calma y apagamos nuestros celulares para sobrellevar las llamadas de Max enojado, que en sus mensajes de voz, nos declaraba la guerra. Descubrí que a Drake le gustaba la electrónica de Martin Garrix, repitió dos veces la misma canción que titulaba So Far Away, de reojo vi como sus labios pronunciaban las frases «Amor, cómo te extraño todos los días», «porque no sé cómo amar a alguien más, no sé cómo olvidar tu cara», «ahora estás tan lejos». Me engañé a mí misma al grabar esas palabras en mi alma creyendo que si así lo hacía, el dolor disminuiría.

¿Por qué debe resultar así? ¿Por qué me he enamorado de alguien que no me ama? Anhelaría afirmar que mi amor es tan grande que alcanza para los dos, no obstante una relación no es de uno, para eso ya existe el término soltería.

Entramos por una nueva vía y al frente aparecen dos autos de color negro, ahora que lo pienso hacen conjunto con la camioneta de doble cabina de Drake.

—Ya están aquí, más les vale —dice en un gruñido.

—¿A qué hora debían encontrarse? —Miro la pantalla de su radio que marca las diez. Sospecho que ha llegado tarde a propósito.

—Digamos que veinte minutos antes, pero como no tolero esperar a nadie, prefiero ser el que llega al final —se alza de hombros con desinterés. Por el parabrisas distingo a Káiser que sale del primer auto de la mano con Zury. La misma que le regala un casto beso en los labios sin dejar de reír.

—¿Qué hace ella aquí? —Le reclamo a Drake mientras me remuevo incómoda en el asiento. No he contestado ninguno de sus mensajes ni llamadas, y al tenerla cerca, sé que querrá entablar una conversación.

—No me mires así, ella tiene el mismo derecho de venir —Frunce las cejas—, aunque sé que no te cae bien, pero no puedo dejarla de lado.

Aprieto los labios al escucharlo excusarla, lo que es extraño porque Drake no habla con Zury. Comprendo todo, cuando la puerta del segundo auto es abierta y unos tacos amarillos de punta fina aparecen seguidas de unas piernas que son cubiertas por una pequeña falda.

«No puede ser». Mueve su cabello rubio hacia un lado y el viento le ayuda a dar el efecto deseado. Aprieto mis manos en los lados del asiento y contengo mi mal humor al igual que el cosquilleo de mi palma. Es Iris, la bruja.

—Drake, amor —saluda con energía, le da un beso en los labios y forma una sonrisa burlona—. Has traído a tu hermanita —me guiña el ojo.

Miro hacia otro lado para evitar insultarla.

—Compa —dice Káiser dos minutos después. Luego de saludarse, Drake le indica que todas las maletas irán en su auto puesto que no quiere que se fastidien si llueve, a lo que él acepta y se ofrece a llevar las nuestras—. La repartición será la siguiente, en el auto de Edrick puede ir Marco, tú con Zury, conmigo se vienen Iris y Gylk —indica. Iris eleva las comisuras de sus labios y sonríe con triunfo.

«No importa» respiro.

Los chicos transfieren las maletas al auto de Káiser que al compararlo con el de Drake, sus gustos individuales son parecidos, el del primero es un Jeep Grand Cherokee y el del segundo es una Ford F-series, ambos de contexturas grandes. El tercer auto es más pequeño, de marca Hyundai Elantra, lo que me hace gracia ya que el auto de Edrick contra los dos de sus amigos, se ve algo delicado.

Las uñas de Iris golpean mi puerta y espera pacientemente a que le abra la puerta, cosa que no pienso hacer.

—Henderson, ve atrás —ordena Drake sin mirarme. Abro la boca indignada. Quiere darle prioridad a la rubia, eso no es de ahora, siempre fue así. Abro la puerta de forma apresurada. A Iris le fascina ver como la eligen sobre las demás. ¡Vaya perra! No la conozco lo suficiente, pero me cae muy mal. Sube con delicadeza, cruza las piernas y la falda que lleva se pega a sus muslos. Le planta otro beso en la boca a Drake, uno más largo. Me estremezco, y un dolor en el pecho me asalta de repente. ¿Cómo puede llevarse con alguien tan zorra? No, Drake no se diferencia en nada con ella.

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now