33| Declaraciones Silenciosas

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Drake Smirnov

Los sentimientos más fuertes se esconden en las personas más frías. De lejos nos vemos imponentes, con una seguridad al proceder, misteriosos y reservados al compartir información que solo nosotros manejamos y modificamos. Eso es nuestro muro de contención, el que nos protege de salir lesionados. Podemos ser criticados pero nunca descifrados, algunos solo guardamos lamento, somos como un vaso de agua contaminado del que no se espera tomarlo y sobrevivir. Nos esforzamos por encontrar un estado gélido que nos impida sentir con pasión, no obstante siempre nos alcanza la melancolía y la culpa de haber abandonado lo que en su momento fue nuestro todo.

De todos los vicios existentes, no advertí que el amor sería el peor de abandonar y el que más aflicción me causaría. Si veo en retrospectiva, creo que pude haber actuado diferente, pero el miedo de que ella me juzgara obró primero. 

Me negué a sentir, engañé a mi mente, me refugié en cosas sin importancia y me arrepiento. ¿Me arrepiento de verdad? Sin duda alguna, entre el trance de las fiestas, el alcohol y la depresión, perdí la noción del tiempo, para mí era un día más, un día menos; cuando me di cuenta, habían pasado dos años de rompimiento, dos años que se sintieron en pausa y que aspiro descifrar qué diablos hice con mi vida, ¡ah sí! Me atormenté por todos mis pecados.

  Todas las promesas que le había dicho como: «Yo te cuidaré», «te prometo que jamás te haré daño», «siempre estaré a tu lado» se cayeron a pedazos desde aquel día que sus marcas se pronunciaron en su suave piel. Me sentí como un mentiroso, un hipócrita que de su boca solo brotan falacias. Aubrey para mí era alguien que debía proteger, hubiera dado mi vida por ella, pero ¿cómo puedes actuar de esa manera si tú te conviertes en su amenaza? Durante años me preparé mentalmente para confrontarme con cualquiera que osase en hacerle daño, nunca pensé que ese alguien, fuese yo... 

Todavía siento el poco control que tuve con mi cuerpo para desviar el puñetazo. Nuestros ojos se conectaron en segundos, y ella al ver lo que pasaría, cerró los ojos esperando lo inevitable. ¡Maldito sea ese momento por quemarme por dentro, desde aquel día hasta la actualidad! 

  Ese odio que he guardo durante años y que se ha vuelto negro y espeso se desprende lentamente de mi corazón al probar nuevamente sus labios, actúan como una vela encendida cuyo fuego la derrite. Esa necesidad de tenerla de regreso, se hace más fuerte, es como una adicción que empezó primero con cantidades pequeñas y que ahora no puedo dejar de consumir.     

Tener a Aubrey en mis brazos, borra todas las reservas que he tenido con ella desde aquel día donde sentí, por primera vez en mi vida, que había atentado con la mujer que más amaba. Con tener la disposición de verla a los ojos, después de todo, me convirtió en un desvergonzado, y besarla una vez más, demostró que siempre volvería por ella, una y otra vez. Me siento como si me sometiera dentro de una gran nube de ansiedad con grandes dosis de adrenalina y desesperación por seguirla tocando, sin que mis dedos se despeguen de su cuerpo en ningún segundo; quiero más de ella, tenerla cerca, pero sobretodo que ella me ame como antes lo hacía, aunque suene bipolar después de que le pedí todo lo contrario, habíamos llegado al acuerdo que seríamos como familia, pero eso fue antes de que al torpe de mi amigo Marco se le ocurriera fijarse en ella. Lidio con mi consciencia y deseo; la razón me susurra que nuestra distancia debe mantenerse, mientras que el anhelo me empuja a descifrar su lenguaje no verbal y tomarla como deseé desde que la vi aparecer tras la puerta de su habitación con ese fino vestido blanco. 

Empujo su cuerpo contra la pared y me lanzo a probar sus suaves labios, cierro mi mano en su cabello sedoso y levanto mi brazo para que sus mechones caigan sobre su rostro. Si planeé mantenerme alejado de ella, en primer lugar nunca debí probarla, ahora ya no puedo dejarla. 

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now