10| Rétame

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Más tarde, Drake me deja en la universidad. Cuando llego donde Zury ella me explica que las prácticas comenzaran dentro de poco.

—¡Bienvenidas perras! —dice Zury sonriéndonos a las nueve chicas que ha logrado reunir como voluntarias para la coreografía. No sé cómo ha logrado para que estén dispuestas, aunque sospecho que si les dijo lo mismo que a mí, sobre el tema de los chicos que irán a verlas, no hay necesidad de preguntar.

La habitación en la que nos encontramos es blanca y contiene únicamente unos parlantes grandes y espejos incrustados en las paredes.

—La carrera y premiación serán el viernes, así que tenemos cinco días para que memoricen los pasos que he sacado. Formen dos filas.

¿Por qué debo estar precisamente aquí? Al parecer tiene muchas voluntarias, pienso inspeccionando a cada una. Todas visten impecable y utilizan abundante maquillaje, yo estoy sobrando aparte que no quiero hacer esto. Me posiciono con desgano en la segunda fila mientras Zury busca en su celular la canción.

—Aubrey tú vas adelante, cámbiate con Evelyn. —me ordena sin levantar la vista de su aparato electrónico.

Adelante estoy demasiado expuesta por lo que me acerco hacia ella y le susurro: —Zury no, ¡sabes que odio llamar la atención!

—Aubrey es hora de que te vayas soltando, míralo como una oportunidad. —Me guiña el ojo y conecta la canción a los parlantes a través de un cable—. Aparte, tú te mueves bien.

Trey Songz empieza a sonar con su tema "Na, na, na" Me quedo con la boca abierta, ¡¿es en serio?! Ya la había escuchado pero me parecía muy sexy como para bailarla, aparte que era algo... ¿indebida? Zury dijo que ya había sacado los pasos, eso apunta que no habrá otra opción de elegir otra. Me reprendo de no haberle pedido a Zury los detalles antes de aceptar ayudarla.

—¿No está algo inapropiada para el evento? —digo esperando apoyo de alguien que opine lo mismo.

—Chica, esto es la universidad no el jardín. —Me riñe una pelirroja y las demás empiezan a reírse. Me contengo de insultarlas, por amor a mi palabra es que soportaré lo que sea.

—Solo estaba preguntando —digo entre dientes.

—¡Empecemos! —Zury sonríe con picardía—. Vamos a ser fuego en el escenario que ellos no sabrán cuando se quemaron por sentirse atraídos

Agradecía la escuela por las innumerables presentaciones y por las compañeras que me enseñaron uno que otro paso. Cuando un ritmo no le hallaba el hilo, consultaba en internet y los tutoriales eran de gran ayuda. Los pasos que nos indica Zury son un tanto complicados, pero no imposibles de aprender.

Entendido, todas empezamos en cuclillas y nos levantamos moviendo las caderas hacia los lados y sintonizándolas con las manos, cruce de brazos y los pegamos a los costados, inclinamos el torso y bajamos la cabeza para levantarla con fuerza dando paso al cabello impactando en nuestras espaldas. Abrimos las piernas, llevamos las manos a la cabeza y agitamos nuestro cabello. Movemos los hombros y caderas mientras marcamos con nuestras manos el contorno del pecho. Me sonrojo de verme en el espejo, esto es tan atrevido.

Al fin logro salir de esa sala, aparte de sudar en grandes cantidades por repetir los mismos movimientos, las piernas me duelen y tiemblan chillándome por descanso. Ha sido una práctica intensa, ¡y ni decir de los pasos! Me trago las críticas para no seguir atormentándome.

A las afueras de la entrada del arco de concreto que da la bienvenida a todos los estudiantes de BWU, está estacionado un vehículo de color negro con vidrios polarizados. Ya me imagino quien es y sí, es Isaac, uno de los guardaespaldas contratados por la familia Smirnov. Está esperándome dentro del auto. Siempre se comporta de una manera bastante seria y me trata como si fuera una señora con todas sus formalidades. Pareciera que salió de la milicia por su corte cuadrado y su musculatura. Aproximadamente, calculo que tiene unos cuarenta y seis años.

—Buenas noches, Isaac —digo entrando al auto.

—Señorita —me saluda con respeto, pisa el acelerador y salimos rumbo a casa.

Los giros, saltos y el movimiento de cabeza me han dejado cansada, me acurruco en el asiento de atrás, saco del bolsillo el collar que me ha regalado Zury, según ella me lo daba por agradecimiento al ayudarla con el baile, una perla blanca es el centro de atención, lo vuelvo a guardar y me quedo felizmente dormida.

Un golpe en la ventanilla de mi lado me hace sobresaltar, Drake pasa corriendo por el sendero que entra a la mansión, sin antes asustarme de esa manera.

—Idiota —articulo decir con la mano en el pecho, me ha dado un susto de muerte «¿Pero qué hace corriendo por ahí a estas horas?», miro la hora en el celular, arrugo la frente al ver que son las ocho de la noche.

—Servida, Señorita —dice Isaac deteniendo el auto.

—Gracias. —Me bajo y camino sintiendo el frío en mi cara, estaba tan caliente y roja, que agradezco la frescura que me transmite el viento.

Drake me espera en la fuente junto a la entrada a la casa, el sudor resbala por su frente y respira subiendo y bajando los hombros.

—¿Hiciste ejercicio?—me pregunta de repente.

—¿No se nota? —señalo mi triste estado, hasta mi peinado está fuera de lugar.

—Se me hace difícil de creerlo ya que con la vida sedentaria que llevas... —explota en carcajadas—, por eso propuse lo de la carrera, porque sería todo un reto para ti.

Achico los ojos y lo fulmino. ¿Qué sabe él de mí? Puedo hacer abdominales sin que se esté enterando o nadando cuando no está. No soy del todo sedentaria, aunque esa vida es bastante cómoda. Digamos que soy mitad y mitad. Por meses me dedico a esa vida y la otra mitad me concentro a hacer ejercicio intenso.

—Eres tan... —Pego mis uñas a las palmas, «¿cómo decirlo elegantemente?»

—¿Guapo? ¿Perfecto? ¿Irresistible? —Se retira el cabello para atrás y este cae de nuevo sobre su frente—. Créeme que lo sé. —Vuelve a reírse.

Él y su actitud tan humilde.

—Quise decir cretino. —Le sonrío con aparente amabilidad, espero entienda el mensaje.

—Solo quiero salirme de dudas —se empieza a reír de lo gracioso que le parece mi insulto—, ¿qué me dices de la coreografía?

Entorno los ojos: — ¿Y tú cómo sabes de eso?

¿Me está espiando? Pero si la pregunta de mi propia mente suena tan fuera de lugar, Drake no es del tipo de persona que se da el tiempo de estar entrometiéndose en mi vida, apuesto que le da igual lo que haga con ella.

—Así que es verdad. —Se cruza de brazos al estar seguro que me tiene con un sinnúmero de interrogantes, siempre está haciéndose el misterioso.

—He dicho ¿cómo lo sabes? —insisto. No dejaré que me deje con la curiosidad y que por su culpa esté pensando toda la noche en una contestación.

—¿No es obvio? Soy el que ganará el primer lugar en la carrera. En la universidad, especialmente con los atletas las noticias vuelan.

—¿Tú corres? —digo ignorando lo demás—. Pensé que ya no lo hacías.

Cierra los ojos como si le hubiera dolido lo que he dicho y rápidamente se recompone.

—La cuestión es... —Se inclina y me mira amenazante—, que odiaría perderme como haces el ridículo. Todavía recuerdo tus pasos mal dados cuando éramos pequeños, ¿ya te olvidaste quién te enseñaba? No creo que hayas mejorado sin tu instructor —se señala el pecho con su dedo índice con una sonrisa de hiena.

—Eso ya lo veremos. —Le sonrío con hipocresía, como se atreve a insinuar que sin él no podré bailar, su ego es del tamaño de Alaska—. ¡Espero que no ganes nada!

Le entretiene hacerme enojar, lo veo.

—Créeme. —Se inclina un poco más—, eso no pasará, no importa cuánto lo desees porque siempre llegaré primero. —Su aliento toca mis labios y sus dientes uniformados aparecen con su sonrisa de oreja a oreja—. Siempre. —Se muerde el labio inferior, me guiña el ojo y se marcha.


Azul DestructivoWhere stories live. Discover now