11| Cuando nos conocimos

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En mi habitación, después de una ducha revitalizadora, caigo rendida en mi cama. Los últimos encuentros con Drake me hacen sentir cansada ya que me hacen pensar demasiado en cómo actúa y las razones que lo llevan a ello, no obstante nunca encuentro algo coherente que encaje con su actitud. Cierro los ojos y el color negro me engulle en un pasado que ocurrió, mucho antes de que supiera que era el amor.

«—¿Por qué me dejaste papi? —Agarré mi cabello y tiré algunas mechas con fuerza mientras sorbía por la nariz—. Yo...yo no quise que te fueras —solté un grito lleno de dolor—. Tú me has dejado, dijiste que nunca lo harías, ¡me mentiste! —exclamé entre mis piernas, con la cabeza pegada a mis rodillas.

—Pero yo estoy aquí —susurró una voz suave cerca a mi oído. Levanté la cabeza y lo vi. Sus ojos azules me inspeccionaban como un bicho en una clase de ciencias, concentrados; sus mechones rebeldes le cubrían la frente y sus dientes se mostraban a través de sus labios cuando sonreía. Él era agradable—. ¿Eso cuenta? —Ladeó la cabeza con amabilidad.

Lo ignoré porque las lágrimas y el dolor eran más fáciles de percibir que ver a un montón de desconocidos que decían que iban a ser mi nueva familia. Yo solo quería a mis padres, no a ellos.

—Las niñas guapas no lloran. —Volvió a decir, pero esta vez, sus pulgares acariciaron el bajo de mis ojos para llevarse las lágrimas con aquel gesto dulce que supo cobijarme en medio del llanto. Lo miré perpleja, y a continuación, se sentó a mi lado con los brazos extendidos por encima de mis hombros para abrazarme de una forma profunda—. O al menos, eso es lo que decía mamá.

—Ellos se han ido —Rendida, recargué mi cabeza sobre su hombro—, los dos. Me dejaron sola —agregué en voz baja. No conocía esa casa, ni a esas personas aparte del tío Max, eso me hacía sentir vulnerable y muy asustada.

—No estás sola —Se alejó y me sonrío—, a partir de hoy, estaré junto a ti, te lo prometo. Me encargaré de mantenerte a salvo, te protegeré de todo lo que te cause daño. —Afirmó sin despegar sus ojos de los míos, él tenía algo que me hacía querer creer en su palabra.

—¿Por qué? —pregunté con la voz ronca de tanto llorar. ¿Por qué quería permanecer a mi lado aún cuando ya no tenía nada?

—Por mamá. —sentencio mirando al techo—. Quiero reconstruir una alma rota y destruir la tristeza que albergue su corazón —dijo con mucha confianza.

—¿Quién eres tú? —pregunté al contemplar a esa persona que me hacía sentir segura y que en un futuro quería conocer. Quería estar a su lado porque él tenía todo lo que a mí me faltaba, seguridad.

—Drake —acarició mi mentón mientras su sonrisa se amplió y ese gesto me hizo sonreír por primera vez, luego de la muerte de mi padre—, Drake Smirnov ».

Por un instante sonrío y una pequeña lágrima brota de mis ojos para rodar por la almohada. Mi mente es una masoquista de primera porque me hace recordar aquellos momentos que fui feliz junto a él. Otra lágrima le sigue a la siguiente, nunca voy a superarlo. Hace unos días intercambiamos palabras y todos mis pensamientos me llevan a él, ¿qué me anda pasando?

Me siento vulnerable, si paso más tiempo con él tengo el problema de retomar algunos sentimientos velados y eso es una estupidez que no debo permitirme. Si él alguna vez se ensaña conmigo, tengo la desventaja de fallarme a mí misma ya que estoy segura que volveré a caer en sus encantos por segunda vez, y eso no está bien, no para mí que debo cargar con un corazón ya destrozado.

¿Puedes seguir amando a la persona que te lastimó? Me está matando, lo he recuperado, he logrado volver hablar con él, pero no es lo mismo. Lo siento tan lejos que me resulta inalcanzable.

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now