28| Lo nuestro ha cambiado

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«—Tranquila —susurró en mi oído, su voz era dulce y aunque no dijera nada más, sabía que comprendía, su tristeza en su rostro me demostraba que en ese preciso instante que no se iría a ninguna parte sin llevarme con él, confiaba en que no me dejaría sola porque así no era Drake, nunca haría algo que me hiciera derramar más lágrimas de las que ya tenía marcadas en mis ojos de tonalidades grises.

El ataúd de mi padre fue enterrado junto al de mi madre. Las flores que los rodeaban, eran hermosas y de diversos colores; sin embargo, estaban destinadas para el dolor del luto, desde ese día las odiaría porque solo me recordarían la muerte. Entonces apreté la mano de Drake y lloré como la niña que era, que acababa de perder su hogar, grité y escondí mi rostro en el hueco de su cuello. Odié que las lágrimas cayeran y estropearan su camisa negra, pero a él pareció no importarle porque no me separó, al contrario sus manos me sostuvieron de los hombros con paciencia, me pegó a su pecho y mientras sus dedos acariciaban mi cabello pude sentir su corazón latiendo junto al mío. Mi alma se conectó a la de él, le mostré mi debilidad y él me dio protección.

—¿Por qué Drake, por qué tuvo que irse? —dije entre hipos. ¿Por qué las personas se morían? ¿Por qué dolía tanto cuando se iban?

Drake tomó mi mentón con los dedos pulgar e índice, ladeó la cabeza y su cabello negro fue hacia un lado, cubriéndole el ojo derecho. Levantó la ceja y sus ojos azules se oscurecieron llegando a parecerse al negro, pese a que era de día.

—Porque no somos eternos... —Hizo una pausa, buscando algo en mi mirada—. Mi turno llegará también —Levantó su labio hacia arriba—, pero espero que sea después de mucho tiempo. ¿Sabes que preferiría? —preguntó volviéndose serio.

—¿Qué? —Sorbí por la nariz.

—Morir antes que ti —Sus dedos apretaron mi piel, sin embargo estaba tan sorprendida que no sentí la dureza de su toque—, porque no podría vivir con tanto dolor. Tomaría la opción de salvarte a ti, sin importar lo que me pasara a mí —anunció cortante y seguro. Vi decisión en su expresión y eso me dolió.

—¡No digas eso! —Lloré—. ¡No hables así! —Le empujé furiosa porque no quería que él también pensase en dejarme. Dio un paso hacia atrás y alzó ambas cejas en un claro gesto de preocupación, ya que era la primera vez que hacía algo como eso. No era violenta, pero el funeral me había dejado mal, no me importaba lastimar sentimentalmente a nadie, no obstante descubrí que a Drake no quería herirlo con mi actitud, así que bajé la cabeza, avergonzada.

—No te enojes, Aubrey —Pasó sus dedos por su cabello y cerró los ojos con fuerza, su rostro empezó a volverse rojo—, he dicho algo que he pensado porque no me gusta ocultarte nada —Se escudó llevando sus manos a su rostro para cubrir sus ojos.

—¡Drake! —Negué con la cabeza y mi voz salió entrecortada mientras sucumbía al llanto. Estaba muy sensible que no quise que él también se alejara. Y solo se me ocurrió decir su nombre a modo de expresar que lo necesitaba.

—Tranquila —repitió y quitó sus manos de su rostro para mostrarme una media sonrisa. Caminó hacia a mí con mayor seguridad—, me contendré porque no quiero que te duela aquí —Señaló con su dedo índice mi pecho justo donde se encontraba mi corazón—. Ven —ordenó tomándome de los hombros y estrechándome entre sus brazos a lo que yo contesté con el mismo afecto. Sus labios besaron mi frente con suavidad y lentitud. Un suspiro salió de su boca mientras olía mi cabello y lo acariciaba—. Estaremos bien Aubrey, te prometo que así será.»

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now