23| Corte profundo

561 53 15
                                    

  [♥]  

Limpio mi falda sabiendo que no tengo arena impregnada, estos dos me ponen nerviosa. La rubia me mira con molestia, levanta la ceja y luego se ríe. Observa a Drake con complicidad y asiente.

Estoy metida en un gran lío y lo peor es que no tengo como escapar, a menos que salga corriendo. No me importa, haré lo que esté en mis manos para evitar el mar que es más peligroso en la noche.

Drake da un paso y yo ahogo un grito.

—Drake no te atrevas a dar un paso más. —Le advierto con los nervios sepultándome viva.

No me hace caso y da otro. Retrocedo con el corazón estrujándome el pecho. Sus ojos se oscurecen y es evidente que va hacer justo lo que le he dicho que no haga. Sin pensarlo dos veces, doy media vuelta y emprendo a correr.

Mi mente solo visualiza el auto como mi salvación, puedo sentirlo tan cerca. Me desconcentro del camino que piso una piedra y como acto reflejo coloco mis manos justo a tiempo sobre la suave arena para evitar irme de cara.

Drake me alcanza con facilidad y me toma de las costillas con un solo brazo, lo que me produce una extraña sensación de dolor, tiene los brazos fuertes. Su mano es una esposa que me encarcela. Sujeto sus largos dedos y trato de abrirlos, pero es inútil. No puedo apartar con dos manos, una sola. ¡¿Cómo es posible?!

—¡Basta Drake! —digo autoritaria, tiro de su agarre evitando clavarle las uñas. No quiero lastimarlo. Lo más cabal sería hablar, pero Drake no habla, él actúa.

—Vamos Henderson, solo es un poco de agua fría —dice con cinismo. No, no solo es agua fría, es el mar. Una cosa es nadar en una piscina con el agua tranquila y otra muy diferente es con la corriente jalándote hacia sus entrañas.

Estamos muy cerca de llegar, las olas crecen desde una distancia prudente, caen sobre sí mismas de forma violenta y a la medida que van recorriendo su trayectoria hasta la orilla, su altura disminuye junto con su intensidad. Toda mi racionalidad es sustituida por una completa desesperación.

—No, por favor Drake. No estás pensando... —ruego sujetando sus manos frías. Mis pies alborotados no significan nada para Drake y su fuerza sobrehumana. El idiota ni siquiera se inmuta en mis intentos por escapar.

Gotas saltan a mis pies mientras Drake se adentra en el agua sin vacilar. ¿Encuentra la situación tan entretenida que no siente el frío? No, no me va a escuchar. Cierro los ojos, intentando tranquilizarme. Se adentra más hasta que el agua le llega al pecho, doy un respingo cuando la sensación de dolorosas agujas invade los tres cuartos de mi cuerpo.

—¡Detente! —Apreso con más fuerza su brazo para evitar hundirme.

Solo veo oscuridad, Dios sabe que puede estar rodeándonos. La situación me enferma, me asusta tanto que estoy temblando por el frío. Drake también lo hace, se zafa de mi mano y me impulsa más lejos.

Impacto en el agua helada que me cala hasta los huesos en un impetuoso martirio. Me cuesta respirar, no sé si por el shock, o por la baja temperatura a la que estoy siendo sometida. ¡Dios mío! me concentro en mantenerme en puntillas, la corriente me está jalando.

Braceo con tacto, sin embargo, voy retrocediendo. Levanto el mentón y escucho como navega el agua en mis oídos y también la risa de Drake, que no se da ni cuenta en lo que me estoy esforzando por no dejarme llevar por las olas. Me sostengo únicamente de los dedos gordos de los pies, un paso en falso y me ahogaré. El pánico me golpea con dureza, empiezo a respirar tan rápido que sé que estoy hiperventilando.

—¡Drake, ayúdame! —logro articular antes de hundirme.

El cabello se me riega por todas partes y me cubre la cara. El pánico no me permite reaccionar, y en vez de nadar me estoy ahogando... Trago un centenar de agua salada y mi garanta llora desprevenida. Grito y un montón de burbujas empiezan a elevarse. Agito mis brazos y los muevo más despacio.

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now