36| Miedos profundos

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36| MIEDOS PROFUNDOS 

Aubrey Henderson

Aterrador, es un vacío aterrador lo que me va desintegrando. El miedo recobra vida, me carcome tanto que un grito sordo se pierde en el vacío, mi grito. Y luego unas manos me calman, despiertan mi cuerpo al tocarme, me sacan de esa agonía en que mi conciencia está sometida.

—¡Vamos, despierta! —escucho a alguien gritar a lo lejos. Utiliza su brazo para pegar mi cuerpo inerte hacia su pecho vigoroso; enseguida reconozco la esencia dulce de chocolate en su ropa. 

Mi respiración es pausada, mis latidos se han ralentizado, además no puedo moverme. Con toda la fuerza de voluntad abro los ojos muy despacio. Mi visión se vuelve borrosa, pero al mover mis pestañas con rapidez, el lugar recupera su nitidez original. 

Unos ojos azules me inspeccionan con alarma. Nuestras miradas colapsan al encontrarse: la mía se transforma en confusión y la de él en alivio. Aprieto mis labios para no llorar, inmediatamente paso mis manos por su cuello con el objetivo de sentirme protegida. 

—¿A dónde se ha ido? —pregunto en un susurro, la boca la tengo seca. Mis lágrimas resbalan por su cuello a causa del desmoronamiento emocional, por ello él se tensa—. ¡Ese animal iba a comerme, Drake! ¡Iba a hacerlo! —Estrujo su camiseta roja siendo consciente que él no tiene ni idea de lo que hablo—. ¡Lo he visto a punto de llevarme dentro de sus fauces! —Niego al sentir esa descarga de electricidad del terror que me ha ocasionado ver los ojos inertes de aquel monstruo. No detengo mis lágrimas, ni los gritos que salen de mi garganta. Tiemblo como una hoja en el viento.  

—Eso ya no importa porque estoy aquí —me alza del mentón con el objetivo de mirarme. Capto como se esfuerza por controlar su estado de animo, en trance entre el enfado  y la tristeza—. No puedo abandonarte aunque me sea permitido —dice en voz baja—. Su rostro muestra algo que no había visto en mucho tiempo: miedo—. Me juré que no te volvería hacer ese tipo de daño, nunca tuve previsto que otros harían exactamente lo que he evitado con mucho esfuerzo. —Su voz baja una octava. Una batalla de emociones pasan por sus ojos azules, una de ellas es la contención—. Perdóname por lo que voy hacer —Pide con los puños apretados —, pero si no hago nada, es como si hubiera dado mi bendición para que se burlaran de ti.

Es en ese instante vuelvo al sitio donde creí que moriría. Sigo en la orilla del lago, el fango me mancha la ropa y el agua se escurre por mi cabello. Unas diminutas manchas rojas aparecen en mis vendas beige. Levanto la vista para encarar a la bruja Iris. Cien metros más adelante aguarda callada junto con Gylk, a su fila se une Edrick sosteniendo en sus brazos a un caimán de mediano tamaño. 

¡No es un cocodrilo, sino un caimán y además es de juguete! Supongo que por la desesperación por salir del agua no me fije a detalle en su aspecto; sin embargo eso no quita nada de peso al asunto, ellos han sido extremadamente crueles al proponer una broma tan pesada como esa. Pudo haberme matado el impacto de renacer en mi realidad a una de mis fobias: la herpetofobia, miedo a los reptiles y anfibios por su aspecto y la amenaza que representa para el ser humano. La ira resurge de mi interior, me levanto con la vista fija en Iris, no obstante me mareo y Drake me toma de la cintura para sostenerme. 

—¿Quién le hizo esto? —pregunta de repente, volteándose ante ellos, su voz está repleta de promesas que juran venganza—. ¡¿Quién fue?! —vuelve a interrogar alzando la voz. Nadie dice nada, Iris da un paso atrás y rueda las ojos directo a Edrick. Este último al percatarse que Drake estudia el animal en sus manos, tira el objeto a un lado como queriendo librarse de la culpa.

Azul DestructivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora