Cap. 8 - El ángel oscuro

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Capitulo 8.- El ángel oscuro

Kırklar Kilisesi, Mardin, Norte de Siria (hoy Turquía) Diciembre 871



Una procesión de monjes atravesó la avenida principal con dirección del rustico templo de Kırklar Kilisesi en la ciudad de Mardin. Aquel templo representaba una de las mayores rarezas en el mundo por tratarse de un recinto cristiano en territorio musulmán. Y es que toda la región estaba habitada por una población mixta de cristianos y musulmanes, y los conflictos religiosos, aunque eran latentes, también eran pacíficos, al menos en aquella época. Los reyes de Abasí no lanzaban campañas violentas ya que Mardin estaba justo en la frontera con Bizancio y Bizancio no estaba dispuesto a enfrentar una guerra por atacar a los musulmanes que la habitaban. Por ello, era muy común ver en la ciudad a muchos hombres rezando con rumbo de Jerusalén y otros más con rumbo de la Meca. Era un sitio insólito en verdad y sus arenas desérticas manchadas de sangre tenían una magia que asombraba grandemente tanto a Mislav como a su joven aprendiz, Lance.

Ambos, alumno y maestro, estaban sentados a la sombra de un pino salado que había crecido alineado con la entrada del templo y habían seguido paso a paso la procesión de los monjes hasta que se perdieron en el interior de esa mole de rocas color terracota. La arquitectura y colores del templo, y de todo el pueblo en general, hacían juego con su entorno natural y eso hacía parecer que los edificios habían surgidos de la misma arena ya que se fundían sus muros en ella y le daban un toque místico al ambiente.

El paisaje desértico era algo completamente nuevo para Lance y de nuevo se mostraba maravillado ante aquel milagro de la creación, aunque era cruel y hermoso a la vez a grados extremos. Era para hombres duros y mujeres aguerridas, con calor abrasivo en verano y frío que congelaba hasta los huesos en el invierno, y aquel invierno, por cierto, amenazaba ser uno de los más fríos que la región hubiera visto en muchos años. Aun no caían las nieves pero ya se podían sentir los estragos de la helada venidera y todos en el pueblo se preparaban cual hormigas reuniendo granos y madera.

En el fondo, Mislav también estaba asombrado con la belleza del desierto pero no se daba permiso de mostrarlo, ya que por algún motivo, había dejado toda manifestación de asombro, vulnerabilidad y ternura muy lejos atrás en el tiempo y ahora parecía tener un eterno ceño fruncido, que solo en raras ocasiones dejaba brotar un destello de ese espíritu sensible que muy en el fondo poseía. Curiosamente aquel fue uno de esos días en que dejó salir su lado inocente y poniéndose de pie habló así.

— Este lugar jamás dejará de sorprenderme, parece ser el único que reconcilia los dos grandes mundos, aunque no de forma absoluta ni completamente eficaz. Siempre creí que algo así sería imposible.

Lance sabía que no era común escuchar aquellas palabras de su maestro. Mislav había estudiado toda su vida y había absorbido tanto conocimiento que hoy en día pensaba que pocas cosas quedaban en el mundo por aprender. Lance no pudo evitar sonreír al verlo aceptar que aquello no era cierto.

— Parece que se le había olvidado lo que se siente sorprenderse.

Mislav frunció el ceño y su momento de sensibilidad desapareció ante lo que sintió una burla de su aprendiz. El rostro de Lance, sin embargo no anunciaba burla sino admiración. El eslavo lo entendió y se recompuso para aclarar su sentir.

— La vida siempre da sorpresas Lance, somos nosotros los que, en algún momento, y sin darnos cuenta, perdemos la capacidad de disfrutarlas.

— A mí también me alegra ver musulmanes y cristianos en la misma ciudad sin matarse unos a otros.

— Parece que sí se puede, solo se necesita voluntad.

Mislav se dio cuenta que le estaba hablando a Lance no como se le habla a un aprendiz sino como a un amigo.

El Imperio SagradoWhere stories live. Discover now