Cap. 7 - Los dos Imperios

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Capitulo 7.- Los dos imperios

Wintanceast (Winchester), Wessex



Los ojos de Alaris se iluminaron al contemplar por fin la ciudad de Wintanceast en la lejanía y por unos minutos se detuvo a observarla sonriendo con alivio. Los tres que lo acompañaban lo imitaron y ahí se quedaron admirando la muralla y los techos rojos que hacían lucir a aquella ciudad como una multitud de hombres regordetes con sombreros rojos apretados unos contra otros dentro de un corral, tan apretujados que parecían a punto de desbordarse por la muralla.

— Hemos llegado a la casa del rey Alfredo.

Dijo Marc y Alaris no respondió, solo espoleó el caballo y continuó la marcha para recorrer las escasas quinientas yardas que les separaban de la puerta. Los hombres habían realizado un peligroso viaje atravesando tierras ocupadas y esta vez habían tenido mucha mejor suerte que antes, de modo que pudieron llegar por fin la capital de Wessex. Los Sajones de Wessex no eran enemigos de Gales y por el contrario, sí tenían un enemigo en común que podría acercarlos tanto como para pactar una alianza. Por ese motivo los viajeros se acercaron a la muralla sin miedo y su recibimiento fue una enorme piedra en la que se podía leer en inglés "Western Saxon Lands". Ante aquella piedra se detuvo el joven y mirando a la puerta de la ciudad preguntó:

— ¿Habrá alguien que hable gaélico?

Y Mislav enseguida asintió muy confiado.

— Los irlandeses han comerciado con la familia de Alfredo por muchos años, será fácil encontrar un intérprete, si no hay, lo habrá quien hable latín.

Y Marc agregó:

— No se preocupe tanto príncipe, ya verá que todo saldrá bien.

Lance bajo la vista y su rostro de angustia de nuevo apareció. Su boca permaneció cerrada y su mente se volvió como una bóveda misteriosa e inexpugnable. Nadie sabía por qué tenías esas reacciones extrañas. Solo podían imaginar lo que pasaba en su mente, unos pensaban que era una mente completamente inmadura y encerrada, por ello limitada, mientras que Mislav sabía que algo estaba escondiendo.

Continuaron cabalgando y cuando estuvieron por fin frente a la puerta, pudieron ser testigos del enorme tránsito de campesinos que cruzaba las puertas en ambos sentidos y dudaron de que en aquella ciudad pudiera caber un alma más. Aun así, con todo y la sensación de hacinamiento, era evidente que la ciudad superaba por mucho los bajos estándares de las demás ciudades sajonas de la época, al menos en lo que a infraestructura se refiere, ya que era homogénea y su poderosa muralla la hacía ver como una coronación del paisaje natural y no como una infección esparciéndose sobre las colinas, como el resto de las ciudades de Inglaterra.

En aquel momento, la guardia de la ciudad los recibió y los obligó a identificarse, Marc anunció al príncipe y enseguida un heraldo se movilizó para anunciar la llegada de un visitante de alta cuna. No paso mucho tiempo para que los soldados sajones les permitieran la entrada y los cuatro viajeros pudieran ver la ciudad por dentro. Las avenidas no eran algo fuera de lo común, estaban mal iluminadas y sucias, pero al menos las construcciones de madera y roca le daban un toque de finura a la imagen urbana. Eran construcciones bellas y cómodas, aunque las ventanas y las cumbreras de las casas de las aceras opuestas casi se tocaban las narices por encima de la calle. Ciertamente la belleza de Wintanceast no era tan plausible como Aquisgrán, Roma o Constantinopla, pero al menos ofrecía algo de orden y sobre todo mucha seguridad. Era un pueblo entero parapetado dentro de su refugio en el cual los depredadores del exterior no pueden y no se atreven a entrar. Cualidad que sobre todo Alaris apreciaban más que cualquier otra cosa en el mundo.

El Imperio SagradoWhere stories live. Discover now