XLVIII: Dispar

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...


Con una clara emoción mixta por el odio y resentimiento, Koumei traspasó sin dilación, la mitad de una montaña para dejarla caer encima del médium. Así, lo aplastaría de una vez por todas.

Nadie hacía daño a su familia. 

 — ¡Alexia!— En nada, el pequeño mago llegó hacia ella. La aludida lo miró con una ceja alzada, percibiendo el rostro tan preocupado que con el que él la miraba.

— Aladdin...Estoy bien — Sonrió. 

— Por poco — Comentó Kouen, de brazos cruzados. 

— Oh, ¿Preocupado? — Dijo melódicamente. El contrario enserió la mirada — Lo tenía planeado~. 

— ¿Estás recuperada? — Preguntó ahora un pelirrosado que acortó la distancia entre ellos; No le había sentado bien que pusiera su vida por delante de la de ella — Eres...

— Ya me lo compensarás con muchos melocotones— Guiñó un ojo. 

— ¡Está ileso! — Exclamó uno de los hermanos. 

Ante el repentino llamado de alarma, observaron el hueco que ese ser tan molesto había hecho en la montaña. 

No le había ni tocado. 

Al instante y como si fuera un mero mecanismo utilizado por alguien, creó miles de brazos y manos más que fueron emergiendo hasta la cima en una imagen bizarra. 

Demasiadas como para que pudieran ser contadas por el ojo humano. 

Por seres vivos que contemplaban aquello con diferentes sensaciones. Mas los presentes no eran los únicos que estaban admirando ese momento. 

Alguien más, en otro lugar, saboreaba semejante paisaje y acción; Ren Gyokuen estaba más que satisfecha de que al fin, eso estuviera sucediendo. 

La esfera negra que estaba estancada en las nubes relució una extremidad alargada y del mismo color que toda ella, llegando a las manos del médium como si ambos estuvieran conectados entre si.

— A este paso todos morirán... — Manifestó Aladdin con gran angustia y terror. En silencio, la serpiente lo escuchó, posando su vista en él — Tú, Alibaba-san, Mor-san, ellos...¡Todo desaparecerá! 

Alexia ladeó la cabeza. 

Después de mirar por unos segundos a su querido pequeño, llevó las orbes tan características de ellas a la creación titánica. 

— ¡Koumei, Kouha...! — Dio voces por la distancia, sorprendiendo al azulado por semejante grito. La azabache sonrió cuando los llamados la miraron mientras atacaban —¡ Voy a necesitar ahora ese espacio!

Algo inquietos, asintieron con decisión. 

Los Ren se apartaron de la vista de la serpiente, dejándole terreno libre. Completamente libre, para que ella se saliera de control todo lo que deseara.

— ¿Qué vas a hacer? — Preguntó el hechicero. Al verla aproximándose a esa cosa, tragó en seco —¡No vayas, puedes morir! 

La muchacha esbozó un pícaro ademán, señalando a la bola negra y movediza que comenzaba a descender a la tierra.

— Si no lo hago, moriremos todos — Articuló con sagacidad —. Tú mismo lo has dicho. 

Así que se posicionó justamente, encima de la cabeza de ese interlocutor. 

La misteriosa conquistadora de laberintos |Magi|Where stories live. Discover now