II/III: El desvío de la serpiente

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...


Abrió los ojos al sentir un pinchazo en su costilla y, poco a poco, examinó su alrededor. 

Su cabeza dolía, y estaba algo aturdida por el dolor y el recuerdo de la noche pasada. Mas el hecho de estar en un lugar desconocido, la ponía en estado de vigilancia.

Miró hacia abajo, viéndose vendada en todos los puntos que había sido atacada. 

— Oh, al fin te despiertas. 

Con desconfianza, entornó sus ojos y subió la mirada hasta encontrarse con él. 

Un chico rubio con el cabello largo y recogido en una trenza, llevaba en sus manos las gasas con las que seguramente, la había tratado. 

— ¿Quién eres?—Inquirió, reticente.

— Por favor, no me mires así...— Habló con una voz calmada, dulce— No te haré daño. Te lo prometo. 

— No me has respondido. 

— ¡Ah!— Articuló, dándose cuenta— Qué descortés, perdona— Le sonrió— Soy Yunan. 

— Yunan...— Repitió, a lo que él asintió. 

— Te encontré en medio de todo ese desastre...— Dijo ahora con más tristeza— O, bueno. Más bien te encontré encima de un árbol. 

La joven se llevó la mano a la frente, suspirando.

— ¿Por qué me has ayudado...? 

— ¿A qué te refieres?— Preguntó desorientado. Totalmente, con una faceta de inocencia— No podía dejarte ahí. 

La de cabello largo se quedó en silencio, sin dejar de observarle. Incorporándose y poniéndose más cómoda, se apoyó en el muro que tenía detrás. 

Se fijó en todo, sin escatimar. 

Era una casita pequeña, pero acogedora. Válida para sólo vivir una o dos personas. 

Lo que significaba que este joven no acostumbraba a tener visita. No había nadie más con él, estaba solo.

— ¿Tú hiciste todo eso?— inquirió de la nada, mojando las gasas en agua para lavarlas— Matar a los magos.

Ella lo miró.

— Sí, fui yo. 

La ojeó con una triste sonrisa, asintiendo. Su mirada era vacía y desinteresada en cuanto hablaba de ello.

— ¿Quién fue? Los que hicieron eso...

— Se llamaron a si mismos Al-Thamen— Admitió, con simpleza—. No lo sé...Un chico llenó el pozo de veneno. Los que no murieron por ello, los asesinaron después. Acabaron con todos.

Y ella con ellos. Y seguiría. 

Tal como le prometió ese hombre llamado Ithnan...Eso no había acabado ahí. Ni mucho menos. 

El rubio enserio la mirada, más severo ante esa revelación. 

Aunque cambió repentinamente cuando la vio moverse, y levantarse.

— ¡Espera!— Dijo— ¿Adónde vas? 

— A cualquier otra parte— Respondió. Agarró su ropa, sin mirarlo—. Gracias por ayudarme, pero a partir de ahora me moveré por mi cuenta.

— Alexia...— Susurró. 

La susodicha frunció el ceño, mirándolo de mala manera. 

Si pudiera moverse, ya se le habría echado encima para amenazarlo. 

La misteriosa conquistadora de laberintos |Magi|Where stories live. Discover now