IIII/IIII: El desvío de la serpiente

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...


Sus pasos eran tranquilos y ligeros, encabezándose al centro del coliseo.

La ovación y los aplausos no se hicieron esperar ni un sólo segundo; La gente en cuanto vio el cuerpo de una joven asomándose por la luz del sol, ya deseaban ver correr sangre. 

Alexia alzó su mirada para observar las gradas, mirando al público con sátira y crueldad. 

Para ella, esa gente no eran más que instigadores y cobardes que adoraban ver a gente matarse entre si, pero si les tocaba a ellos luchar...

Era diferente. 

Yunan tenía sus azulados ojos fijos en ella, sin apartarlos. Con una mirada seria de pesadumbre, se quedó detrás de un pilar a la espera de que acabase. 

Muu dio unos cuantos pasos, quedándose a su lado. 

Sonrió con algo de cinismo, cruzándose de brazos.

— ¿Estás preocupado por ella? No la deberías de haber traído aquí entonces.

— No es ella quien me preocupa— Admitió, entornando sus ojos—. Si no la persona contra la que luche. 

El pelirrojo alzó una ceja en silencio, extrañado. Dejó de mirarlo a él y por el contrario, colocó toda su interesada y expectante atención en la batalla de aquella chica.

Con sus ojos dorados esperó a ver el cuerpo de su enemigo saliendo por la puerta que tenía en frente, hasta que el griterío se hizo más fuerte. 

La puerta ya comenzaba a abrirse. 

De ahí salió un hombre fornido, grande e increíblemente alto. Sus pisadas eran fuertes, como si con ello intentase intimidarla. 

Se acercó a ella y se posicionó frente a la chica, observándola con odio. 

La azabache divagó de él, hasta su mano para observar el arma que portaba; Una gran bola de acero juntada a una cadena.

— Es tu último día en la tierra, mocosa— Gruñó el hombre. 

Burlona, lo ojeó con una ceja alzada. 

— Ha tenido mala suerte...— Murmuró Muu, con el ceño fruncido— Ese tipo es de los más sanguinarios que tenemos aquí. Antes era un mercenario.

El Magi ni se inmutó, simplemente seguía con su mirada inmersa en la situación. 

— ¡Vamos, niña!— Gritaban los del público— ¡Acaba con él!

— ¡Mátala, es más pequeña que tú!— Decían otros— ¡No va a poder hacer nada contra ti! 

Dedicándola una mirada sádica y loca, el gladiador se alejó un poco de ella. Listo para comenzar. 

Alexia sonrió para si misma, con maldad. 

— ¡Comenzad!— Declaró Ramal. 

Aferrándose a su mazo, apoyó su pierna izquierda hacia atrás para hacer presión, dejándola boca abajo en cuanto lo vio correr hacia a ella como un enfermo. 

Al notar que estaba sólo unos centímetros cerca de tocarla, la serpiente lo esquivó hasta ponerse a su costado. 

Con la parte no puntiaguda de su arma, lo golpeó en la columna vertebral. 

Pero asegurándose de que no lo hacía tan fuerte como para que siguiera vivo. 

El luchador cayó en la arena al instante, de cara. Con un gruñido monitoreado a la misma vez por los elogios de los visitantes, se quedó unos segundos en el suelo al sentir dolor en su espalda. 

La misteriosa conquistadora de laberintos |Magi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora