Capítulo XXXIV

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Comienza el partido.
El primer gol corre a cuenta de Marco gracias a un balón lanzado cual proyectil, estadísticamente imparable.
Su mirada se clava sobre la mía, ahora distante y preocupada ante el "sin saber por qué".
Desvía los ojos hacia los niños y sonríe con cierta tristeza, pero más ampliamente de lo normal.
Intento asimilar que ese gol, en parte, es para Inés y Álvaro, que miran embelesados al campo por el verde del terreno de juego, sin entender nada.
Un fuerte impacto del balón sobre Kepa provoca que tenga que abandonar el partido.
Me quedo paralizada por el miedo, pero al reaccionar dejo a los niños con Maca y Alice, y bajo a enfermería.
María, la enfermera, me informa de que no puedo pasar, pero está bien.
Una vez los médicos finalizan su labor, me dan paso a la sala.
El chico me mira con ternura.

-¿Estás bien?- acaricio su brazo derecho, mirándolo de igual manera.

Asiente.
Paso mi dedo delicadamente por la herida que ha causado en sus labios Marcelo accidentalmente.
Se acerca con lentitud y cautela, haciéndome sonreír ligeramente.
Cierra los ojos y sus intenciones son claras y concisas.
Acaricio su mejilla hasta llegar a su pelo y me estiro para abrazarle y evitar posteriores incomodidades.
La pasión que desata el impulso que llevaba al vasco a besarme continúa viva y sus labios acarician mi cuello con delicadez.

- ¿Hola?

Las palabras que provienen de una voz bastante familiar me sobresaltan.

- Hola Marco.- sonrío.
- ¿Interrumpo?- se apoya en el marco de la puerta.
- No.- muestro frialdad.- ¿Ha terminado el partido?
- Quiero ver a los niños y trasladarnos lo antes posible a Madrid.- ordena ignorando mi pregunta.
- No puedes hacer esto.- interviene Kepa, que llama la atención de Marco.
- ¿Cómo que no puedo? Son mis hijos y mi novia.
- Marco, ya no.- suspiro.
- ¿Ya no? ¿El qué no?- se exalta.
- No somos nada. Llevas meses sin demostrarme nada, todo lo que necesito lo tengo aquí, con él.- miro al vasco.- Nos ha cuidado a los niños y a mí desde el minuto cero y ahora todo está bien, no quiero alterarlos.
- ¿Le prefieres?- pregunta congestionado, con un notable nudo en la garganta.

Un silencio invade la sala y me hallo indispuesta a contestar, porque la respuesta a esa pregunta nunca ha existido, es imposible elegir.

- No hace falta que contestes, una vez más, haz lo que te de la gana sin importar mis sentimientos, una vez más, pero no me vas a ver luchando una vez más.
- Marco.- lo miro a los ojos.
- Si voy a luchar, pero por la custodia de los niños.

Dicho esto, cierra la puerta con énfasis y desdén.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora