Capítulo XXV

3.5K 141 5
                                    

Una bonita amistad a la vista entre dos jóvenes paseando por las frías y oscuras calles de Madrid.
Probablemente las intenciones del chico van más allá, pero yo tengo claras mis prioridades.

- Te acompaño a casa.- insiste.
- No, de verdad.- sonrío.- Tengo el coche al lado del Manzanares.
- Te acompaño al coche pues.

Estoy adentrándome en una versión totalmente diferente a la que conocía del atlético.
Quizás las segundas oportunidades no sean del todo malas.

(...)

- Sé con quién estuviste anoche.- reprocha.
- Tú estuviste con Marina, no jodas.- ataco.
- No hicimos nada.
- Yo tampoco hice nada con Saúl.
- ¿Y quién me dice que eso es verdad?
- Creo que después de todo es hora que confiemos en el otro.
- Sabes de sobra que confío en tí, no confío en el.- se muerde el labio.
- Mira Marco, allá tú.- finalizo y salgo de la casa dando un portazo, pues esta vez, si he quedado con Kepa.

Últimamente mi sensibilidad es bastante más notable y me afectan muchísimo las cosas, sobre todo viniendo de la gente que me importa; sobre todo viniendo de Marco.
Me reúno en el parque del retiro con mi mejor amigo, que me estrecha entre sus brazos.

- No sé como decírselo a Marco, cada vez nos llevamos peor.
- Si tiene corazón lo entenderá.
- Es muy complicado.- me muerdo el labio.
- Tranquila pequeña, voy a estar contigo.

Suspiro y me abrazo a él.
Nuestro único refugio bajo la tormenta es la cornisa de un edificio, pues la noche se nos ha echado encima y debo volver a casa.
He perdido la cuenta de los kilómetros que llevo recorridos.
Definitivamente se podría decir que estoy perdida y la lluvia no es precisamente mi mejor aliado.

(...)

- Dios ¿qué te ha pasado?
- ¿Realmente te importa o lo finges?
- Elena yo...
- No, quédate pensando en si habré estado con Saúl o qué habré hecho con Kepa.
- ¿Has estado con ellos?
- Eres increíble.- ironizo y subo a mi habitación.

Todo esto realmente me está causando daños, poco a poco, nuestra forma de comportarnos es la de un matrimonio de sesenta años.
Tomo un baño caliente, barajo mis opciones a la vez que me relajo, porque esto no puede seguir así.
Cuando termino, me seco el pelo y me acuesto en la habitación.

- ¿Podemos hablar?- su tono de voz inspira seriedad.
- Habla.
- ¿Qué nos está pasando?
- Pregúntale a tus celos.- cierro los ojos, intentando calmarme.
- Elena yo... Tengo que decirte algo.
- Dilo.
- Creo que aún siento cosas por Marina y ayer cuando la vi...
- ¿Os liasteis?- cuestiono, directa.

Un silencio abrumador afirma mi pregunta.

- Buenas noches.- concluyo y salgo de la habitación.

Llamo a Kepa, que me recoge lo antes posible, en las lágrimas se diluye lentamente la confianza que tenía en Marco.

- ¿Dónde vas?- sus ojos se hallan cristalinos.

No obtiene respuesta, me subo en el coche y lo dejo allí.

*Narra Marco*

Mil dudas bombardean mi cabeza, solo una verdad habita en ella y es precisamente lo único que tengo prohibido decir.
Estoy enamorado de ella, quiero casarme, pasar el resto de mi vida a su lado, pero desde que Marina existe, desde que tengo uso de razón, se me hace imposible, más bien, me lo hace imposible.
De pequeños amenazaba con pincharme el balón de fútbol, esta vez, las amenazas han ido a un nivel extremo e inconcebible, de momento, solo está en mi mano proteger a Elena.
Me aseguro de que está dormida e intento contactar con Kepa, al que le explico el grado de las amenazas de la rubia mallorquina, mi mayor pesadilla.
Él, lo comprende y propone denunciar, lo más lógico y lo que llevo planteándome un largo tiempo, pero hay algo en mí que me lo impide.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora