Capítulo XXVIII

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La prensa echa chispas y las redes sociales arden, por no hablar de las portadas de las revistas, las cuáles se basan en titulares falsos.
Mi cabeza va a estallar en cualquier momento y mi malestar se agrava por instantes.
Estamos expuestos a las consecuencias de nuestros actos y la preocupación se apodera de nosotros.
Marco da vueltas por el salón, de un lado a otro, sin sentido alguno, sin rumbo.
Kepa, inmóvil y paralizado intenta asumir lo ocurrido y buscar soluciones.
¿Yo? Me limito a intentar no estallar y tirarlo todo por la borda.

- Creo que es mejor que habléis esto solos.- la mirada del vasco deja muy claras sus intenciones y se va, decepcionado.
- Marco, yo... Tengo que decirte algo.
- ¿Qué vamos a hacer Elena?- ignora mis palabras.- No me perdonaría jamás que te pasase algo.
- Que nos pasase algo.- corrijo, expectante, a la vez que me arrepiento de lo que acabo de decir.
- ¿Nos?
- Sí, a tí y a mí, me refiero.- miento mostrando inquietud.
- Voy a denunciarla y que sea lo que Dios quiera.

Asiento y me levanto con dificultades, lo que Marco no logra comprender, pero la presión del momento hace que no haga preguntas.

(...)

- No te preocupes, te conozco demasiado bien.

Mi mirada compasiva de admiración hacia Kepa rebosa gratitud hacia su comprensión.

- Sabía desde el primer momento que nunca habías dejado de estar enamorada de él Elena, eres como mi hermana pequeña.- su instinto paternal hace que su tono esté pleno de ternura.- And the heart wants what it wants.- cita el título de nuestra canción favorita de la cantante americana Selena Gómez, rememorando nuestra adolescencia.

Me conmueve lo increíble que es este chico, es compasivo y me entiende a la perfección, sería capaz de perdonarme todo y es digno de mi admiración.
No puedo estar más agradecida de tenerle.
Nos fundimos en un bonito abrazo de despedida.

(...)

Hoy se celebra el juicio y he de decir que desde que fuimos a comisaría y la rubia de plástico se encuentra bajo disposición judicial y vigilada policialmente mi relación con Marco ha mejorado en niveles desorbitados.
Se podría decir que por fin, todo está más o menos donde debe estar, por lo menos, él a mi lado.

- ¿Y qué tipo de amenazas recibe usted por parte de la acosadora? - pregunta la fiscal
- Verbales y contra mi persona.- declaro.
- ¿Está usted en algún estado médico o psicológico en el que se le impida llevar a cabo una vida normal?

Miro a Kepa, que se encuentra entre el público, que me dirige una mirada que exclama "Ahora o nunca".

- Podría decirse que sí.
- ¿Ese estado vulnera su situación sentimental y/o hace que sea más aprensiva y afecten más las amenazas?

Esta vez mi mirada se dirige al mallorquín, que me mira expectante.

- Sí.
- ¿Cuál es ese estado si es que se puede aportar al expediente del caso para mayor sentencia de la acusada si es que se requiere o solicita?

Trago saliva y cierro los ojos.
Todo me da vueltas y una sensación horrible de malestar se hace dueña de mi organismo.

- Señoría, me encuentro indispuesta para continuar con las declaraciones.

Dicho esto, salgo corriendo al baño, bastante mareada, Kepa, conocedor de todo, viene detrás.
Marco, sin entender nada y pleno de preocupación también acude al baño.
Me siento en el suelo y tengo la sensación de que el mundo se me viene encima.
No puedo con todo, me creía más fuerte.

- Creo que deberías decírselo ya.

Levanto la vista para encontrarme a mi mejor amigo agachado, a mi altura, compasivo y pretendiendo ayudar.

- ¿Qué debería decirme ya?- interviene Marco.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora