Capítulo XXXIII

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Mi vida en Bilbao se podía resumir en la divertida monotonía de cuidar a dos pequeños preciosos y estudiar para terminar el curso semi-presencialmente.
Marco viene a veces a ver a los bebés, pero su titularidad le impide hacerlo con regularidad.
Para variar, lo hace a escondidas de las autoridades y cualquier tipo de red social/medio de comunicación.
Inés comienza a llorar y Kepa se levanta para traerla al salón, mientras Álvaro descansa plácidamente.
El vasco se vuelve a sentar y mece a la niña con suavidad, a lo que lo observo con ternura.

- Kepa.
- Dime.- dice sin levantar la vista de la pequeña.
- ¿Por qué haces esto por mí?
- Porque te quiero, te lo he repetido tantas veces.- ríe.
- Me gusta escucharlo.- admito sonriente.

(...)

San Mamés acoge un frío sábado de febrero al equipo merengue.
La plantilla está en su mejor momento de forma y yo no he perdido mi afán por ver saborear las victorias madridistas, aunque ahora parte de mi corazón se halla en el equipo vasco, más concretamente en su portería.
Recibo una llamada.

- Tito Álvaro.- contesto divertida.
- ¿Cómo estás cuñada?
- Muy bien.
- ¿Y los sobris?
- Con ganas de ver al tito Álvaro.
- El tito Álvaro tiene ganas de verlos también, pero hay alguien que tiene más ganas de verlos aún.- la seriedad de sus palabras aumenta a medida que pronuncia la frase.

Tomo aire.

- Los medios de comunicación estarán muy presentes y ya sabes.
- Creo que Marco tiene derecho a verlos, es su padre.- espeta.
- No quiero que sea la última vez que los vea, Álvaro.- suspiro.
- No lo va a ser, por una vez, traemos buenas noticias.
- Sorpréndeme.
- No creo que deba ser yo el que lo haga.

Dicho esto, cuelga.
La frialdad de sus palabras me eriza la piel.
Me dirijo hacia el estadio con los dos pequeños, porque de cierto modo, Álvaro lleva razón, tiene derecho a verlos.
Kepa me da pases que me ilimitan la entrada a cualquier zona del estadio, incluidos vestuarios.
Supongo que Marco y Álvaro están allí, les gusta concentrarse previamente al partido.
Empujo el carro de los bebés hasta el vestuario visitante y abro la puerta con dificultad.
Mis instintos no me fallan esta vez, allí están.

La tensión se corta con cuchillos en el ambiente, Álvaro decide romper el hielo.

- Hola.
- No puedo más con esto.- confieso.
- ¿Qué pasa?- inquiere Marco molesto.
- No sé, tú me dirás ¿por qué es todo tan complicado?
- Os dejo solos.- Álvaro se va.
- Tenemos que hablar.- suspira.

Me muerdo el labio y me siento a su lado.

- Vente otra vez conmigo a Madrid.
- ¿Y Marina?

Saca unos papeles y me los tiende.

- No creía que fueses a venir, se los pensaba dar a Kepa para que te los hiciese llegar.

Leo su contenido.

- No me lo creo.
- Está ingresada en un hospital psiquiátrico en Irlanda.

Dejo los papeles a parte y comienzo a llorar, la presión y el estrés acumulados me causan aquella reacción, inexplicable para Marco, que me abraza sin entender muy bien lo que acaba de suceder.
Un beso quita hierro a la incomodidad de la situación y lo agradezco francamente.
Unos instantes después, cojo a Inés y Álvaro.
Sobre el regazo de su padre dejo a la pequeña.

- Bueno, este señor es papi, os va a cuidar mucho, y os va a querer más si cabe.- comento con dulzura mientras acaricio el brazo de Marco.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora