Capítulo XVIII

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Podéis pasaros por mi perfil y agregar a vuestras bibliotecas mi nueva obra When We Were Young | Paulo Dybala.

Muchísimas gracias.

El impacto me había desconcertado y por supuesto, sacado de mis pensamiento por completo.
Miro al frente y veo a Kepa.

- No puede ser verdad.

Sonrío como una niña pequeña abriendo los regalos del día de Reyes.
Me lanzo a sus brazos, literalmente, mientras el chico ríe.

- Te he echado de menos feito, ¿qué haces aquí?
- ¿Uno no puede venir a ver a su mejor amiga?
- Pensé que tenías entrenamiento.
- Y lo tenía, pero pedí asuntos propios.

Río y vuelvo a abrazarlo.

- ¿Te parece si vamos a un lugar más privado y hablamos?- propone.
- Lo siento, estoy esperando a Marco y... Quizás mañana.
- Marco, siempre Marco.- masculla entre dientes.

Sinceramente, estoy un poco cansada de dejarlo siempre estar, tantas dudas me hacen presa de mi propia incertidumbre.
¿Por qué mi mejor amigo se comportaba así conmigo ante mi relación con Marco?

- Kepa, quiero que me dejes las cosas claras.
- De eso quería que hablásemos.
- Pues habla.- ordeno, cortante.

Se muerde el labio y comienza a acercarse, impulsado por la firmeza que le inspiraban sus sentimientos.
Escucho un ruido a mis espaldas que impide que aquel impulso del vasco se prolongue a consecuencias posteriores.
Libero un suspiro, cargado de alivio, pero ciertamente maquillado por culpabilidad.
Me giro, para encontrarme con Álvaro y Lucas, a los que mi mirada les pide a gritos ayuda.

- Corre Elena, vente a hacerte fotos con el trofeo con nosotros.

Gracias Álvaro.
Nunca me había entendido tan bien con una persona, pero supongo que ser mi cuñado durante seis años, aguantarme durante cinco y medio y ser como un hermano para mí durante cinco, pues tiene algo que ver.

- Gracias.- susurro una vez ya estamos fuera de nuevo.
- Gracias no, me debes una explicación.- espeta con seriedad.

Trago saliva y dibujo una sonrisa forzada en mi rostro, para dirigirme a Marco.

- Hola peque.- sonríe, dejando un beso húmedo en mi mejilla.

Le abrazo, cosa que le pilla por sorpresa, desprevenido, pero me corresponde.

- Súbete al bus, después de la celebración en Cibeles va a haber una fiesta en un reservado en el local ese de moda en Gran Vía, están también Maca y Alice, nosotros vamos en diez minutos.
- Vale cariño.- sonrío.

Obedezco y me subo al autocar, completamente desierto.
Supongo que las chicas están arriba y decido subir.
En cada escalón hay un pétalo de rosa, exceptuando el último, en el cuál se halla un ramo completo, calcado al que Marco puso en la cama del hotel de Bilbao, acompañado de una nota.

"Por hacerme el hombre más feliz, por hacerme mejor, por acompañarme y apoyarme haciendo lo que me llena, porque tú terminas de completarme y por estos seis meses llenándome.

Felicidades mi amor."

Sonrío instintivamente y por inercia recojo todo aquello antes de que empiecen a ocupar el autobús.
Las primeras en llegar son Alice y Maca, que me preguntan emocionadas por los detalles, desde la celebración del gol hasta las flores del autobús.
Dejando a un lado la euforia que me invade al haber presenciado un partido de tal importancia y haberlo ganado con el equipo y el hombre de mi vida, una sensación amarga de culpabilidad me recorre de arriba abajo.
¿Por qué? El hecho de que mi mejor amigo haya estado apunto de besarme, sin explicaciones previas ni posteriores y la misteriosidad que lleva envolviendo la situación todo este tiempo me está consumiendo.
Quizás yo también sintiese cosas por él, quizás sea solo confusión o quizás es la única manera de mantenerlo cerca.
El roce hace el cariño y quizás hayan influido todas esas tardes en las que el frío reinaba en Madrid y los entrenamientos de Marco eran los protagonistas, él haya sido la manta y la compañía que requisaba y Marco no me podía brindar.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora