Capítulo 60

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—Creo que tengo que ir...

—¿Es necesario?

—Eso parece, pequeña.

Siempre me pareció absurdo cuando una pareja alardeaba de quedarse todo el día en la habitación del hotel durante las vacaciones; además, ridículo porque el objetivo era conocer el lugar. Claro, eso fue antes de tener una relación con Eric. Ahora me parece de lo más coherente permanecer recostada en la cama usando su playera y acurrucada a su lado viendo, por millonésima vez, Requiem for a dream.

—¿Qué dijo? —pregunto con la vista fija en la pantalla.

—Que quiere hablar con Dimas y conmigo.

Gabriel lleva más de una hora enviándole mensajes a Eric, pues ha convocado a una reunión en la sala de juntas del hotel. Dimas tenía que salir con alguna excentricidad de niño riquillo, esa sala de juntas es enorme... ¡y son menos de diez personas!

—Jared Leto es impresionante —Cambio el tema—. Tenemos que ir a un concierto de Thirty Second to Mars.

—¿Para verte babear por horas?

Sus cejas enarcadas me hacen reír.

—No babearé —respondo con una sonrisa pícara—. No demasiado.

—¿Ni con esos bonitos ojos azules?

—¿Vas a empezar?

Eric me besa en la mejilla. Su celular recibe una llamada, es Gabriel; contesta sin disimular el tono de fastidio.

Despertamos pasado el mediodía. Todos deben creer que hemos tenido sexo en todas las posiciones del Kama Sutra, cuando en realidad sólo hemos visto películas y escuchado las canciones que tocarán por la noche. Una de las canciones me ha inquietado, es muy buena; Henrik me odiará por no convencer a Eric de pasarse a Mjölnir. La letra versa sobre vínculos familiares, me recordó que mis padres biológicos están muertos. La melodía cuenta únicamente con el piano que tocará Eric, el violín de Mina y la voz y guitarra acústica de Dimas. Es una canción preciosa, demonios.

—¿Ellos qué? —Se incorpora sobre la cama, lo que sea que le han dicho lo sorprende—. Nosotros estamos bien. Discutimos, pero estamos bien.

¿Lo estamos...?

Las bandejas de comida están sobre la mesa, nuestras copas de vino a un costado. Sofía vino a cerciorarse de que siguiéramos vivos; se alegró al saber que no nos asesinamos.

No sé qué tan bien estemos, pero no estamos mal. Eso es bueno ¿no? Nos hemos divertido, me hizo algunas fotografías con su playera, en todas parezco tan feliz como si acabara de ganar la lotería.

—Voy —suspira—. No, no irá Aura...

Cuelga. Su sonrisa es cansada, triste; no cambia ni cuando coloco un mechón de su cabello oscuro detrás de la oreja.

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaWhere stories live. Discover now