Capítulo 49

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La mirada de Eric, al ver caer la tarjeta de presentación de mi media, fue tan intensa que creí que el pedazo de cartón se incendiaría. Le he contado sobre la plática con Octavio y cómo después Sofía y yo pasamos a saludarlos a la mesa; me ha aconsejado no hacerlo porque podría confundirse con interés. Eric ya no busca a las chicas que se acercan a dejarle su número o sólo a conversar, tuve que darle la razón. Me llevó un rato hacerlo sonreír, estaba en esa fase de celoso que finge no estarlo.

Acaba de irse, su taza de café sin azúcar continúa al lado de la mía. No puedo dejar de pensar en lo familiar que es sentirlo cerca. Cantamos entre susurros hasta dormirnos, nuestro repertorio fue bastante variado. Creo que ahora todas las canciones que me gustan me recuerdan a él. Es casi un crimen que su voz no la escuchen más personas, pero no es el momento indicado para sugerirle a Gray que le otorguen más protagonismo.

Dimas y Minerva discutieron la noche anterior, se marcharon durante el receso de Mjölnir. Gabriel estaba deprimido, es la primera vez que le he visto así. Supongo que es por Minerva, tal vez la canción de Atardecer aplica muy bien a su situación. Eric se ha alejado con él hacia la barra para platicar un rato, luego el líder se marchó con Nicolás. El chiquillo me ha llenado de halagos para enmendar lo que hizo.

Las cosas parecen marchar bien o eso quiero creer. El autobús que han rentado, con la tarjeta de crédito ilimitado de Dimas, esperará por nosotros afuera del bar al terminar mi turno. El plan es llegar por la mañana a Cancún para el sorteo donde se establecerá el orden de las bandas.

Necesito a mi amiga o sufriré un shock nervioso a media cocina. Su habitación está misteriosamente silenciosa para la hora que es. Llegará tarde al trabajo, ni Iron Man podría ayudarla. Llamo a su puerta un par de veces sin obtener respuesta... ¿Habrá dormido en casa de Cedric? No, me habría avisado... O no, no es una niñita y yo no soy su madre, no necesita avisarme.

—¿So? ¿Estás ahí?

El murmullo de su voz es muy bajo, no entiendo lo que dice.

—Voy a entrar...

Empujo la puerta, un grito de ultratumba me saluda... ¡Sofía está gritando como si una horda de zombies estuviera a punto de atacarla! La sábana la cubre hasta los ojos, lo poco que veo de su rostro es expresión de pánico puro.

—¿Estás bien...? —pregunto todavía con la mano en el picaporte de la puerta.

Algo en definitiva no está bien... No es un ataque de pánico, la habitación está vacía y... Un momento... ¿Qué? Los ojitos verdes de Sofía se asoman por arriba de la sábana color rosa pastel y.... ¡¿Hay alguien más en esa cama?!

—¡¿Cedric?!

El nombre ha escapado de mi boca fuerte y claro. Sofía se cubre por completo con la sábana.

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaWhere stories live. Discover now