Capítulo 39 ( Parte II )

5.7K 855 293
                                    

☆★☆

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

☆★☆

Mi mente está en las nubes, no llamo a la puerta de la oficina de Federico antes de abrir. La imagen que me recibe se queda grabada en mis pupilas, Eric no comprende por qué grito.

—¿Y ahora qué? —pregunta cuando cierro con un fuerte portazo.

—No quieres entrar ahí.

No quiero pensar en lo que vi. No quiero hacerlo, pero me sirve para no echarme a llorar frente a la puerta. Intento contener la risita que nace espontánea, Eric me observa como si hubiera enloquecido.

—¿Aura...?

La puerta se abre, una colorada Karina se asoma con una disculpa atropellada. No aguarda por una respuesta para marcharse. Eric la sigue con la mirada, luego mira hacia el interior donde Federico está igual o más avergonzado que la chica.

—¿Qué? —espeta mi jefe cuando entramos a su oficina—. ¿Qué le pasó a tu cabello, Eric?

El chico se deshace la coleta, intenta peinarlo con los dedos. Empieza a contarle todo lo que sucedió con un tono que intenta transmitir tranquilidad, no lo consigue en lo absoluto. Federico deja caer la quijada al final de la historia.

Escuchar lo que sucediera refresca las palabras de Dimas en mi cabeza, pesan más que antes. Él tiene razón, no mintió en ninguna parte, eso es lo peor. Son esos momentos ridículos que no pretendes recordar, él simplemente lo dejó salir como si hablara del clima. Lo hizo sabiendo cómo me afectaría, no le importó. Quería lastimarme, lo logró.

Esos recuerdos están frescos en mi memoria. Las risas de mis compañeros de clases cuando me quedaba en blanco durante una exposición o cómo en algunas ocasiones incluso lloré. Era una niña, estaba en primaria. Durante la secundaria y preparatoria evité hablar en público. Dimas se hacía cargo, me cuidaba y se encargaba de que todo saliera bien con su encantadora sonrisa. Dimas sabe eso, estuvo ahí y hoy lo ha usado para dañarme.

—¿Podemos irnos? —interrumpo a Eric—. Lo siento...

—Sí —titubea Federico—. Claro, nena... ¿Pueden presentarse sin ti? —le pregunta a Eric—. No quiero que el bar...

—Sí, pueden. De todas formas, creo que renunciaré y...

—No hablemos de eso ahora —pide Fede—. Necesito ver cómo están las cosas adelante.

—Por supuesto...

Federico abandona la oficina. Un silencio demoledor se instala entre nosotros. No quiero mirar a Eric a la cara después de escuchar con su voz lo que dijera Dimas. No quiero que descubra lo patética que soy, que Dimas tuvo razón, no me conoce. No soy maravillosa o encantadora, paso desapercibida y...

—Detente, Aura.

Me acaricia una mejilla con suavidad.

—Detente...

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaWhere stories live. Discover now