Capítulo 32 ( Parte I )

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La vida es muy frágil, es algo que comprendí desde pequeña cuando murió mi cachorro al ser atropellado. En un segundo estamos y al otro ya no, todo se va. La piel es una capa que contiene todo lo demás adentro, puede rasgarse con casi cualquier cosa. Los huesos se rompen, astillan y perforan. Somos frágiles como hojas de papel al viento en una tarde lluviosa. Luego está la mente, el arma más letal en contra de nosotros mismos. Es la misma que me hace preguntarme, al contemplar el tráfico, lo que sucedería su doy un paso y luego otro sin importarme los autos que atraviesan la calle. Mi cachorro lo hizo y murió de forma rápida. No lo haría porque no puedo hacerlo, pero hay una pequeña parte de mí que siempre se hace esas preguntas, no consigo callarla por mucho tiempo. Todavía tengo la cicatriz en la pierna de cuando me quemara con el cigarro; me gusta verla y recordar que es muy fácil hacerme daño. Es un recordatorio de lo frágil que soy y de que no puedo jugar con eso. Me sirve para decirle a esa voz que todo está bien y no la necesito, no lo hago.

—¿Aura?

Eric toca mi hombro, suelto un respingo. El silencio que se instalara en mis oídos, hasta convertirse en un chillido, desaparece y es remplazado por el sonido de los automóviles al transitar sobre la avenida.

—¿Me decías?

—¿Estás bien?

Asiento y acepto la mano que me extiende para entrar al supermercado. No parece convencido, pero no insiste más.

—¿Por qué me miras así? —me pregunta al empujar uno de los carritos hacia el interior del Walmart—. No es que tenga tres cabezas.

—Porque es raro verte con anteojos.

Él los deja resbalar sobre el puente de su nariz al tiempo en que dibuja su media sonrisa característica.

—Me gusta —agrego.

Eric es de esas personas que se verían bien hasta con un saco de papas. Admito que me sorprendió mucho cuando lo vi colocarse los anteojos antes de salir de casa. Suele usar lentillas, jamás me percaté, pero como ha pasado todos los ratos libres leyendo le comenzaron a molestar.

—Me gusta que te guste.

Río por lo bajo y saco nuestra pequeña lista de compras. Es extraño hacer esto juntos, intento no añadirle más significado del que en verdad tiene. Es sólo que ambos necesitábamos cosas en nuestras casas, fue sencillo hacer las compras juntos.

Se ha quedado a dormir conmigo la noche anterior, Sofía nos ha recordado que el sexo es sólo en mi habitación. Lo ha dicho con toda la intención de avergonzarme, lo consiguió. No obstante, al estar a solas en el cuarto las cosas se complicaron un poquito.

—Pásame la lista.

Muerdo mi labio inferior al verlo subir de nuevo sus anteojos sobre el puente de la nariz mientras lee la lista de compras. En verdad se ve bien, es lo que piensan las chicas que pasan a nuestro lado y yo.

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora